Podría decir que el VAR es bueno para implantar justicia, o que ahora el campeón es el mejor de verdad y no aquel que ligó mejor con los errores arbitrales.
Seguramente puedo escribir bien lindo, con hermosas frases y cumplo con los lectores.
Pero, la verdad es que a mí el VAR me rechina, lo rechazo desde antes de verlo en funcionamiento.
Podría aceptar que haya un sensor que diga si la pelota entró a no entro al arco, para saber si fue gol o no fue gol, pero, personalmente, quizás por mi edad, quiero el fútbol con todos los errores humanos que puedan venir.
Quiero la picardía, la viveza, el que saca provecho de los rivales, incluso, el que la saca en la línea con la mano pero tuvo la increíble habilidad que el línea ni el juez lo vio.
Ese es el fútbol, ahora resulta que se para el juego luego de un gol y los jugadores no pueden ni siquiera exteriorizar su alegría, porque tienen que esperar que el árbitro vaya a un televisor, donde sus ayudantes que manejan el VAR le muestran mil veces la jugada hasta que el juez se convence lo que realidad pasó.
Pero voy más lejos.
Muchas veces, ni siquiera los integrantes del VAR están de acuerdo, e interpretan también.
Me quedo con el fútbol sin VAR, el del naranjazo del “Chicharra” Ramos antes del penal del chileno, y para los más viejos, el de la “tierrita” del Pepe Sacia a Santoro en cancha de independiente en Avellaneda.
Estoy seguro, que con el VAR otros hubieran sido campeones del Mundo quizás, de la Libertadores, campeones uruguayos, ascensos y descensos.
Y por último, me quedo con los errores de los jueces, porque confío que se equivocan, pero no son deshonestos.
Y entonces es igual para todos.
Menos aún, que el VAR comience en medio de un campeonato, solo a las autoridades de la AUF se le puede ocurrir semejante disparate, eso sí que es irregular.