Si algún inocente cree que la venida de Alberto Fernández a la estancia de Anchorena en Colonia fue pura casualidad y que no estaba prevista, les digo que los Reyes Magos son los padres.

Vino porque había un motivo de fuerza mayor y fue recibido porque el problema es serio.

Más allá de la ridícula postura de bombachas y alpargatas del presidente, Alberto Fernández arrancó corriendo para intentar un acuerdo con Luis por la derrota de Trump y el triunfo de Biden.

Vida

Alberto, que es un hipócrita al cubo, vino para hablar de Venezuela y de Bolivia, que no queden afuera, y que Bolsonaro no tome el liderazgo de la región.

Me corrijo, no es Alberto un hipócrita, ambos son dos hipócritas, farsantes que llegan a gobernar mediante mentiras y promesas que jamás van a cumplir.

Se abrazan con culebras con tal de lograr el poder sin los más mínimos escrúpulos.

Alberto vino a negociar, a pedir que el bloque mayor no se rompa, que se mantengan unidos, ya que si no lo hacen, Bolsonaro se los come en dos pancitos, y Bolivia y Venezuela quedan tirados al costado del camino.

Este sinvergüenza de Alberto Fernández, ignoró a Luis Lacalle Pou desde el primer día, pero ahora como lo necesita se vino corriendo.

Y Luis, que le encanta que se arrodillen, torcerle el pescuezo a aquel que lo enfrenta, lo recibió disfrazado y lo invitó a comer un “asado jugoso y caliente”.

Nos toman el pelo, con la complicidad de unos cuentas nabos que sostienen un micrófono y no les hacen una sola pregunta que sea interesante, solo levantando centros para cumplir con sus patrones.

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