Montevideo, Uruguay, 27 de Marzo 2020 Ollas populares en Sayago y Colon para combatir la crisis económica que trae el COVID-19 Foto Gastón Britos / FocoUy

¡Desde Paysandú!

Una veintena de familias residentes en Chapicuy se movilizan para denunciar sus precarias condiciones de vida motivadas por la falta de oportunidades laborales que padece la zona y exigir asistencias que ayuden a sobrellevar la situación mientras se procesan soluciones estructurales.

Las actividades zafrales vinculadas con la agroindustria son las principales demandantes de mano de obra en la zona de Chapicuy, localidad sita unos 90 kilómetros al norte de la ciudad de Paysandú cuya población es de poco menos de 1.000 personas. En el transcurso de los últimos años las zafras, básicamente de naranjas y arándanos,  han sido muy breves lo que implica que los trabajadores generen pocos ingresos  y que se vean impedidos de acceder al seguro de desempleo, en tanto no reúnen la cantidad mínima de jornales exigibles para la prestación.  Al mismo tiempo y paradójicamente, como tienen aportes a la seguridad social están inhabilitados de ingresar a planes de asistencia, caso del denominado “Uruguay Trabaja”.

Vida

Las dificultades comunes hicieron que los vecinos se juntaran a comienzos de este año para buscar soluciones también comunes. En este mundo el drama pasa por no tener de plata; no hay para parar la olla; para pagar las facturas de los servicios públicos; para la cuota de la casa de MEVIR y tampoco para otros fines que aun siendo de valor para una vida digna pasan a un lugar de relegamiento. La dureza de la carencia, del no tener y no poder, parece hacerse especialmente más compleja en un medio tan chico donde aún el más ingenioso y voluntarioso termina encontrando un techo que generalmente depende del no poder de los demás.

Las primeras acciones de los vecinos consistieron en denunciar la situación en los medios departamentales y solicitar reuniones con las autoridades políticas del departamento y si bien han conseguido difundir su preocupación y charlar con jerarcas siguen sin  conseguir soluciones. Es cierto, el MIDES acercó alguna canasta y la Intendencia de Paysandú también brindó alguna ayuda pero nada que implique la superación definitiva de la situación de precariedad. Los vecinos reconocen su pesar y la frustración que provoca que se sucedan reuniones, gestiones, llamadas, correos electrónicos y que todo siga igual. La necesidad extrema que se registra en Chapicuy, que seguramente se repetirá a lo largo y ancho del Uruguay, hace evidente que el Estado (¿y el mercado también?) demanda tiempos  excesivamente más lentos que el que se toma la panza para hacer ruido.

Luis Mendieta vive desde hace varios años en la localidad y asumió un rol de referencia en el movimiento vecinal; esta semana hizo una colecta entre sus pares y compró pasajes para ir hasta Montevideo con dos objetivos fundamentales: enterar de la situación al presidente Lacalle, demandar soluciones y difundir la problemática a través de los medios de proyección nacional.

De las gestiones realizadas a nivel departamental contó: “las autoridades de la Intendencia nos dijeron que propongamos emprendimientos que ellos nos dan las herramientas para empezar a trabajar. Así que le pedimos que nos den una mano para empezar a fabricar bloques, que nos ayuden como para empezar y después nosotros nos manejamos. La idea es que la propia Intendencia nos pueda comprar lo que hagamos”. Algunas mujeres comenzaron a elaborar tapabocas con una máquina de coser aportada por el MIDES mientras aguardan el inicio de un programa de jornales solidarios que se financiará con recursos departamentales y que tendrá cuatro meses de duración. “Lo único que hacemos es ir salvando la diaria pero sólo para ir comiendo más o menos, ahora estamos armando ollas populares para que nos resulte un poco más fácil para todos. Pero lo que vemos con preocupación es que no hay nada definitivo que nos pueda dar seguridades y eso nos angustia mucho”, lamentó Mendieta y adelanta que no descartan  la idea de iniciar una huelga de hambre para generar sensibilidad respecto al problema.