En ANTEL hay una burocracia que lleva al menos 30 años. En época de Lombardo el ente logró despegar. Tanto fue así que hasta se construyó una torre y como un «daja vú» del futuro monolito faraónico pos pandemia, el edificio tuvo problemas desde el arranque. Desde presupuesto más elevado del planificado hasta los vidrios del último piso que se rompían (parece que por la altura el rascacielos montevideano oscila y nadie se dió cuenta). Otro tema inexplicable eran sus oficinas. Había tanta burocracia que además del edificio principal y el anexo, Antel (Ancel en aquel momento) alquilaba otro edificio por la calle Rondeau.
Luego llega Jorge Batlle y se crea la división Antel Data que hoy en día es quien sustenta con sus ingresos al ente. En 2003 llega la tecnología GSM al país y el ente comienza una sostenida expansión.
Pará 2010 con la con la llegada de Carolina Cosse al ente unen las dos empresas nacionales, Antel que manejaba la telefonía fija y Ancel que se dedicaba a la telefonía móvil. Es en este período (28 de Mayo de 2010 a Febrero de 2015) que la ingeniera se dedica a gastar sin rendir cuentas y de todas las formas posibles.
Uno de los gastos más ridículos fue el gasto en el rediseño del logo de Antel, que costó 653.000 dólares. Solo la imagen corporativa costó 122.000 dólares. Según el informe de cinco carillas que Fitzgerald Cantero (diputado colorado por Vamos Uruguay), la elaboración del logo llevó seis meses. Allí se hicieron 52 “estudios tipográficos”, y un análisis técnico encargado a una semióloga docente e investigadora de la Escuela de Diseño de la ORT”. No se conoce que empresa estuvo detrás de la creación del logo y porque no hubo una licitación abierta para la adjudicación. Se conoce que el creador se llama Sacha Rein, que la fuente que creó se llama «Aldo» y que en 2017 la liberó de forma gratuita en una página web que se llama fonts4free.
Más allá de estos detalles poco interesantes, lo que no se explica es porque se le pagó a un francés que vive en Luxemburgo por un trabajo que pudo haber resuelto a menor costo algunas de las más de 100 empresas publicitarias uruguayas.
Por otro lado Carolina, en su pasaje por Antel creó un datacenter desproporcionado el cual arrendó a UTE para poder pagar los gastos de mantenimiento ya que no pudimos arrendarlo a ninguna otra empresa y Google en su flamante proyecto no lo tuvo en cuenta y creará uno propio. Luego y a falta de ideas creativas que le permitan postularse como la «Gate» Uruguaya, lanzó un Satélite (AntelSat). Su misión era la de observar la tierra (llevaba 2 cámaras) y un equipo de radio para comunicarse con radioaficionados. La misión fue puramente experimental. El satélite fue puesto en órbita el 19 de junio de 2014 y en noviembre del mismo año ya no había contacto con él.
El aparato tuvo varias fallas y costó el doble de lo difundido (en total 1,5 millones de dólares). Según consta en nota de «El País» del jueves 16 de junio de 2016 «Hubo errores conceptuales en la fabricación influido por la presión de la presidencia de Antel por llegar a una fecha determinada».
Ahora, en pleno 2021, pandemia mediante, los servicios de Internet de Antel están dando problemas en el norte del país por «roturas físicas de distintas líneas de transporte de la red interurbana de fibra óptica», lo que generó inconvenientes en Artigas, Salto y Tacuarembó puntualmente. Una explicación muy pintoresca para decir que el ente público gastó más dinero en publicidad que en mantenimiento durante los últimos 15 años y que nada tiene que ver con el supuesto desmantelamiento que sufre la empresa (según Sutel, el gremio de funcionarios de Antel).
Otro muerto que debería investigar la actual administración es el referido al sistema de gestión de Antel llamado Acm. El cual corre según tengo entendido en viejas computadoras IBM AS400 y que se intentó reescribir para darle agilidad y aggiornarlo a los tiempos modernos pero nunca se puso en funcionamiento. Se le pagó (según fuentes internas) más de 40 millones de dólares a una empresa para crear un programa administrativo que el ente no usa.
El problema con este dato es que es extraoficial, y aunque es un secreto a voces el gasto desproporcionado en esa herramienta que nunca se usó, ningún político actual aún ha investigado.
A veces me pregunto si no lo hacen porque no pueden, o porque no quieren. Si es que después de todo, siempre hay que cuidarse la espalda.