
No tengo la menor duda que Peñarol y Nacional deberían ser duramente sancionados por el bochornoso espectáculo que dieron sus jugadores al finalizar el partido.
Seguramente ustedes lo vieron por la televisión, que mostró absolutamente todo lo ocurrido en cuanto el árbitro Giménez pitó el final de los 90 minutos.
Decenas de jugadores se trenzaron en el centro de la cancha a las trompadas, donde algunos intentaban separar y otros metían cobardemente trompadas y patadas.
Una ausencia total de policías, que solo se reducía a cuatro o cinco funcionarios para cuidar la integridad física de los jueces.
Todo quedó librado a la seguridad privada de los equipos participantes, que en ningún momento pudieron con una turba de irresponsables que no les importó enviar ese mensaje de violencia al mundo.
Pero cuando parecía que terminaba, y los jugadores de Nacional iniciaron su repecho por las largas escaleras que deben transitar para ir a su vestuario, allí dos o tres jugadores de Peñarol que no habían sido de la partida insultaron a los primeros de Nacional que reaccionaron como energúmenos intentando tomar justicia por sus propias manos.
Y allí se generó un nuevo caos, que se terminó sin grandes consecuencias gracias a la buena voluntad de algunos jugadores que con gran esfuerzo lograron separar.
La imagen del secretario técnico de Nacional, Iván Alonso, insultando a los jueces cuando se retiraba, todo un símbolo del patoterismo que tanto rechazamos.
Iván Alonso hizo lo mismo cuando un problema similar con este mismo árbitro en un partido de los tricolores frente a Defensor, y que no pudo ser sancionado por no es funcionario de Nacional, es una empresa contratada.
No podemos dejar de decir que Peñarol se pasó de vivo con la cantidad de personas autorizadas a estar en las tribunas.
Y el engaño, o la viveza criolla fue permitir que decenas de personas que fueron autorizados a colocar previo al partido las banderas en las tribunas, permanecieran todo el encuentro allí, hasta transformarse en una barra partidaria con cánticos, con chalecos que los identificaban.
Digamos que se puede entrar, colocar las banderas en las tribunas, pero deben salir del estadio antes que comience el partido.
Muchos se preguntan si no se trata de los amigos de las barras del nuevo presidente Ruglio, algo que no sé responder, pero que sería oportuno aclararlo.
Esto debe controlarlo la AUF, cosa que no hizo.
El árbitro expulsó por los incidentes a tres jugadores de cada cuadro, la vieja ley de las compensaciones.
Lo curioso es que volvió a expulsar a Urretaviscaya, que ya lo había expulsado cuando estaba en el banco de suplentes luego de ser sustituido.
Un bochornoso final, en un encuentro que se jugó a puertas cerradas, y que no fue el público, por consiguiente los que generaron violencia fueron los jugadores.
Esperemos que las sanciones sean ejemplarizantes, por la cantidad de irregularidades y hechos de violencia que se generaron, que todos vimos y ahora son las autoridades de la AUF los que tienen la palabra.
Esperemos que actúen, porque todos sabemos que Peñarol y Nacional, son los dueños del fútbol uruguayo, si esto ocurriera en un partido que jueguen Cerro y Rampla por ejemplo, los mandan en cana a todos, pero…
Peñarol y Nacional son los dueños del fútbol uruguayo.