Llevo 50 años entrevistando políticos en más de 20 radios, tres canales y nuestro semanario.
Estuve del otro lado del mostrador muchos años, cuando trabajé para los medios, y varias veces me despidieron por no cumplir con las reglas impuestas.
Los medios viven de la facturación, y los comerciantes están cada año peor, con menos recursos para publicitar sus productos.
Y los que los salvan son los políticos.
La publicidad oficial es en este momento lo que mantiene literalmente a los medios de comunicación.
Y para conseguirla hay que estar bien con los políticos, hay que tener buen relacionamiento y esperar que cuando tengan plata la compartan contigo.
Más allá de generar un negocio, la publicidad oficial no estudia el retorno que pueda tener, el 70% del presupuesto enorme del Estado, va por un reparto de amistad y de correligionarios.
Los políticos reparten la publicidad de acuerdo a sus conveniencias electorales siempre.
Es como que van pagando sus futuras campañas a lo largo de los años, hasta llegar a las elecciones.
Todo se ha prostituido, ya no hay lógica, todo es un reparto difícil de entender, donde el retorno por la inversión dejó de existir.
He dicho siempre que la publicidad oficial es una de las estafas más grande del sistema político, más de 100 millones de dólares se van a los bolsillos de los permisarios.
La mayoría de estos permisarios, recibieron sus ondas por muñeca política y voluntad unilateral del presidente de turno.
Pero cobrar una entrevista es una demostración cabal de la estafa a sus oyentes o televidentes.
Y un periodista acepta entrevistar a un político con las preguntas impuestas, deja de ser periodista para ser simplemente un empleado del director del medio.
Perdí mi empleo en varias oportunidades por no aceptar ese manejo.
No soy mejor que nadie por eso, es cuestión de amor a la profesión libre e independiente.
Quizás pude trabajar en medios más importantes, pero nunca a costa de bajar la cabeza.
Lo lamentable es que hay medios que cotizan una entrevista y aceptan digitar los temas a tratar por unos pesos locos.
Algunos dependen de la publicidad de la intendencia de su departamento y viven levantando centros al intendente y sus directores.
Y lo peor, es que influyen en los futuros votantes con sus entrevistas truchas.