20190329 Javier Calvelo - adhocFOTOS/ URUGUAY/ MONTEVIDEO/ Sede central de ANCAP / ANCAP presenta estados financieros del ejercicio 2018 en conferencia de prensa donde participo todo el directorio. En la foto: Sede de ANCAP en Montevideo. Foto: Javier Calvelo/ adhocFOTOS

Por Ricardo Garzón.-

Se trata de derogar una ley aprobada como Dios manda por el cuerpo legislativo, puesta en tela de juicio por una minoría a la que nada le viene bien, siempre descontenta, que debió aguantar sin chistar el tirón de orejas que el Presidente Lacalle Pou le aplicó desde México, cuando reprendió públicamente a Maduro y a Díaz-Canel, referentes dictatoriales de la desacreditada izquierda _antidemocrática__ continental._

Decíamos ayer, 2003 y 2016, que el referéndum por ANCAP fue otro curro de la mal denominada oposición (que encaja en el sistema político uruguayo solamente cuando de estipendios, viáticos y otras canonjías se refiere), -privilegios intocables de los legisladores-, que contrasta con el estilo de vida pauperizado de más de dos millones de compatriotas en una población de tres.
La cuestión sigue siendo, mal que le pese a la barbarie legislativa, entre la libertad y el despotismo.
Con la mentira entronizada como procedimiento político, nuevamente vamos a las urnas, convocados para pronunciarnos sobre el sexo de los ángeles, en clara ofensa a la inteligencia nacional, terriblemente disminuida.
¿Para qué tenemos diputados y senadores «elegidos» por el pueblo (gran mentira, van a dedo, listas sábanas), si a las primeras de cambio se van a baraja y vuelven a dejar en manos de la población una decisión legislativa que no fue ni es del agrado de la minoría política ni de la cúpula sindical?
En el tema que nos ocupa, se trata de acabar de una vez por todas con un organismo que sistemáticamente despojó a mansalva a todas las generaciones de uruguayos que se sucedieron en el país desde el momento de su creación.
Desde nuestros ancestros a nietos, se discutió con vehemencia y se discute si es pertinente seguir tolerando que la ANCAP se proyecte como si nada sobre el siglo XXI. (Escrito por quien firma, el 1 de diciembre de 2003). Se confunden los tiempos, a propósito, siempre en perjuicio de una población permanentemente castigada y envilecida.
Pero veamos: a caballo de la mentira, los defensores y propulsores del NO en el referendo patrio «distraen» a la población recorriendo aldeas, villorios, pueblos, centros poblados y ciudades. Hablan por radio, se trepan a tribunas, van a la televisión, aparecen en los diarios, hablan y hablan. Hablan y hablan, no se cansan nunca, discrepan para la gilada, sacando argumentos falaces de la galera de su profesionalismo político, heredado de las generaciones familiares y políticas que los precedieron.
ANCAP, señores, en este principio de siglo nos despoja con iniquidad e impunidad.
ANCAP nos sigue metiendo desaforadamente la mano en el bolsillo, con la violencia de imponernos tarifas que enfáticamente rechaza la ciudadanía. Así ha sido desde su creación. Es el fuego que por décadas avivó la espiral inflacionaria en el país, y que sigue avivando, con descuentos irrisorios y ridículos medidos en centésimos que acaparan los titulares de la prensa, la estupidez ciudadana. Ovejas al redil…
Los grandes medios, diarios y canales de televisión, complacientes y mantenidos, miran para el costado. Mejor dicho no miran.
Pruebas al canto. Si nos considerarán pasmados, finalizando 2003, que nos llevan a votar por una ley de asociación a un tercero desconocido, o bien por dejar todo como está, con la ANCAP y su directorio malgastando el dinero a diestra y siniestra.
Vale para el 2021 el juicio periodístico que antecede. Se trata de derogar una ley aprobada como Dios manda por el cuerpo legislativo, puesta en tela de juicio por una minoría a la que nada le viene bien, siempre descontenta, que debió aguantar sin chistar el tirón de orejas que el Presidente Lacalle Pou le aplicó desde México, cuando reprendió públicamente a Maduro y a Díaz-Canel, referentes dictatoriales de la desacreditada izquierda antidemocrática continental.
Sigamos viendo, y confundimos a propósito las fechas, siempre más de lo mismo, inalterables con el paso del tiempo: «…aún sin tomar en cuenta el peso de los impuestos, las naftas uruguayas son 23% más costosas que en Argentina, 17% más que en Brasil y 16% más que en Chile. Estas últimas cifras evidencian que el costo de la refinación del petróleo en Uruguay es superior que en el resto de la región, no sólo por los altos impuestos que soportan los combustibles, como habitualmente se afirma». («El País», Ricardo Garzón, noviembre de 2003).
Entonces, decíamos: ¿para qué diablos queremos la refinería? ¿Por qué no trasladamos la Armada para el predio de ANCAP, o hacemos viviendas para la gente, y utilizamos el actual edificio del Comando para ampliar el Mercado del Puerto en una suerte de Puerto Madero de Buenos Aires?
Desembarcando en lo que va de este siglo, el referéndum en ciernes es resultado directo de una demostración política que rotula a los malos perdedores, y que no tuvo en cuenta el pronunciamiento legislativo que llevó a consagrar la Ley de Urgente Consideración. Una vez más ha quedado en evidencia que sus promotores van a resultado, oposición inconsistente, siempre lista para actuar al grito y al golpe del balde.
A mitad de camino, concluimos que en la ANCAP de todos los tiempos siempre se perdió dinero; fue deficitaria, a pesar del férreo monopolio.
Esto decíamos en 2016: “nos roban de parados, constituyen monopolio, y todavía pierden plata”. Ovejas al redil…
Con el precio internacional del petróleo en instancia sumamente favorable para el país durante más de una década, en el turno de gobierno frenteamplista nada de rebajar el precio de los combustibles. Aumentarlo, sí, como ocurrió sin variantes en la última centuria, no solamente para enjugar déficits de vergonzosas administraciones, sino para aplicarlos a los impuestos indirectos en que se han transformado todas las tarifas públicas, y que van a parar al barril sin fondo del Ministerio de Economía.

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