Las vueltas que tiene la vida hacen que una persona a lo largo de la misma, pueda tener diferentes vaivenes económicos, es decir, que puede tener períodos de bonanza financiera y otros de una magra posibilidad económica.

Eso es algo normal diríamos en todas partes del mundo, pero lo que hoy nos ocupa, son aquellas personas o familias que logran un bienestar económico luego de una dura lucha por obtenerla.

La sociedad uruguaya ha sido siempre en su mayoría proclive a tratar a la gente de acuerdo a su aspecto, a cuanto patrimonio tiene y al cargo que ocupa en su actividad empresarial o laboral.

Vida

Por eso lo del título, de cuanto tienes, cuanto vales.

Hace 23 años, con Mirtha llegamos a vivir a la ciudad de Minas, veníamos de estar trabajando en dos radios importantes de Montevideo y anteriormente estuvimos viviendo algunos años en Miami, en los Estados Unidos.

Inmediatamente de comenzar nuestro trabajo periodístico en FM Federal, logramos gran éxito de audiencia, renovamos y sorprendimos a la población minuana con un estilo directo y sin compromisos.

La gente nos fue aceptando y especialmente la gente de menos recursos, de trabajo, de los barrios más humildes, fueron quienes más se acercaron a nosotros.

Luego pasamos por diferentes circunstancias a la radio de Carlos Falco, Emisoras del Este y durante varios años tuvimos sin duda la gran audiencia del departamento con nuestro programa matinal Buenos Días, Buena Onda.

Allí comenzamos a “molestar” a diferentes sectores de poder del departamento.

“Molestar” significa que en una radio de un pequeño pueblo del interior un programa es escuchado o comentado por un 90% de los habitantes, por lo que entonces logra poner conciencia de una realidad que antes nadie podía hacerlo.

La ventaja de venir de “afuera” de no ser nacidos en Minas, ni en Rivera, los dos departamentos en donde pudimos demostrar con mucho esfuerzo como se hace periodismo independiente, es importante, ya que no fuimos a la escuela allí, no compartimos la infancia o la adolescencia con nadie de esos lugares.

Eso nos permitió ser plurales, no recibir presiones, y menos aún auto marginarse de una información porque está involucrado un amigo.

Hay que ver como se arriman algunos sinvergüenzas cuando tenés poder, cuando la radio nos daba la posibilidad de influir. La clase política está significativamente preparada para “comprar” a quienes les molestan, y sin duda que lo intentarían con nosotros también, es como que nos damos cuenta que vamos bien, cuando algunas de esas garrapatas humanas se aproximan.

Me he dado cuenta que no hace falta tener dinero, ni logros materiales para tener poder. Sin duda que aquellos que son afortunados materialmente, que tienen millones de dólares en sus patrimonios, tienen poder, resuelven cosas, compran conciencias además de lujosos autos o casas caras en barrios acomodados.

Pero lo más, y hasta gracioso, es que la felicidad de ser un periodista que tiene ética y que no se vende te puede hasta equiparar a ellos por más dinero que tengan. Hay cosas que no se compran con dinero, es una frase célebre que sin duda es una realidad.

Y me voy a apoyar en otra de las frases que hemos escuchado siempre, desde chicos, “las apariencias engañan”, ¿se acuerdan?

Es así que podemos ver a algunos delincuentes de cuello duro que con finos trajes italianos, con corbatas de seda, con zapatos de “charol” y hasta se pueden oler los carísimos perfumes franceses, igualmente no dejan de ser indeseables, pero cuando alguien que no los conoce los recibe en sus restaurantes caros o en las tiendas elegantes, les abren las puertas y los tratan como finos clientes VIP.

Sin embargo, hemos comprendido que todo esto no es más que una lucha de intereses económicos y sociales, que hay una gran mentira que involucra a muchos actores de primer nivel y que existe una verdadera pandilla que maneja con precisión absoluta cada uno de los movimientos de la economía del país y del mundo.

La sociedad toda, es amarga, castiga y premia, levanta y hunde; maneja a su antojo los privilegios.

El dinero lamentablemente es importante, y veo que pasan los años y todo sigue casi igual, sin cambios en la calidad de vida de los compatriotas. Alejados años luz de las mejoras soñadas, inhibidos de disfrutar a sus familias,  y ven alejarse a sus hijos,

Debo recordar a la vieja y querida clase media, aquella que era mayoritaria, que engloba a cientos de miles de familias, y que no eran otra cosa que aquellas cuyos padres trabajaban en un banco, eran empleados públicos, eran comerciantes, el dueño de la panadería del barrio, el ferretero, el bicicletero, etc, etc.

Gente común, de trabajo, que LLEGABA A FIN DE MES con su labor, que no necesitaba sacar un crédito en Creditel o Cash, que con el sueldo de papá se podía vivir bien, sin apremios, y traigo otra vieja frase popular, SIN TIRAR MANTECA EL TECHO, pero se podía ser feliz, porque (ahí va otra) LA PLATA NO HACE LA FELICIDAD, pero me decía un viejo y querido amigo de Salto, LA COMPRA HECHA.

Personalmente hoy, en medio de esta crisis social, esta debacle financiera, me siento privilegiado de ser lo que soy, de hacer lo que hago, y veo con asombro muchas veces, como personas de gran poder adquisitivo quieren conocerme, tratarme, incluirme entre sus amigos. Es el poder de El Bocón, no tengo dudas, que hemos vencido una batalla y nos incluyen en agendas que jamás podríamos haber accedido sino fuera por este semanario artesanal que ha roto los parámetros clásicos de la comunicación y ha invadido fronteras que antes eran imposibles de visitar.

Hemos tenido que aprender a manejar el poder que nos otorgan, usarlo a favor de la gente sin pedir nada a cambio. Por eso lo del título, cuanto tienes, cuanto vales, algo que sigue vigente en este Uruguay. Una forma de ser injustos, de cometer aberrantes equivocaciones y de marginar a nuestros compatriotas, sus ideas, sus proyectos es clasificar a la gente de acuerdo a lo que APARENTA SER, del auto que maneja, del traje que se pone.

Lamentablemente es así, como ocurría hace muchos años, cuando llegaba al pueblo “el doctor” y eso lo hacía superior.

No tengo dudas de que todos valemos por lo que somos, por nuestros principios, por nuestras acciones y actitudes. No tengo dudas.