Hoy murió otro procesado promovido por la Fiscalía de Lesa Humanidad. El Inspector Gral. (R) Hugo Guillen a quien no conocí, se suicidó con casi 90 años. Otro oriental nos abandona culminando de ese modo su periodo de pagar “falsasculpas” para una sociedad hipócrita, a la medida de quienes en un tiempo se sirvieron de ella, desde ambos extremos (poder y clandestinidad) enviando al frente a hombres como el que nos abandonó para jugarse el pellejo y poner en riesgo el de su familia, frente a una banda de asesinos, secuestradores y terroristas que un día por mandato del extranjero se sintieron en la piel de Dios para disponer de la forma más cobarde y sangrienta de ellos.
En el marco de la guerra sucia que plantearon robando, secuestrando y haciendo volar edificios y personas según su mejor saber y entender (dixit Tronca: ¨ejecuciones concertadas¨) hombres de una Policía superada y unas FFAA enviadas a terminar con la amenaza, salieron a combatir a un enemigo irregular, muy bien pertrechado y adoctrinado a cumplir con su enferma consigna de matar o morir, encontrando a un pueblo pacífico que fue castigado por su fiebre de sangre y sueño de guerrilla. Posiblemente en el enfrentamiento se hayan cometido errores, pero quienes vivieron esos tiempos bien deben haber sabido y experimentado que el trabajo sucio que otros por acción u omisión fueron permitiendo que tomara forma, era imposible realizarlo con guantes de seda.
Lo único que sé de todo esto, es que si muchos hombres como este no hubieran existido en ese triste momento de la historia, un país muy diferente hubiéramos heredado y gran parte de los que hoy poseen una vida normal no estarían en idéntica situación. Esto no es apología de absolutamente nada, pues si hubo exceso de un lado, fue seguramente por del otro lado también y lo más triste que ambos excesos se debieron a una falta de compromiso de quienes en su tiempo debieron haber sido muchísimo más duros con los delitos, que años antes de ello cuando se cocinaba en la olla nuestra sociedad, el gran debate era si apoyaban o no al presidente democráticamente electo por la mayoría de toda la sociedad en condiciones electorales. Acción u Omisión de irresponsables, ineptos y trepadores que prefirieron no concurrir a las cámaras, o no apoyar al Poder Ejecutivo en forma viril para combatir desde el vamos a toda esta costra que a lo largo de los años se instauró como el ¨Gran Damnificado¨ de la lucha antisubversiva. A modo de agradecimiento, seguimos teniendo bajo cerradura y candado a quien se arriesgó y luchó para ponerle fin a las lacras que asolaron una sociedad que jamás les pidió que hicieran absolutamente nada y por otro lado a quienes fueron originadores de esa suerte de nauseabunda e ilegítima violencia social, cobrando jubilaciones y pensiones hasta hereditarias como guerrilleros (me reservo el derecho a no catalogarlos como ¨luchadores sociales¨).
Tener presos de este modo, según entiendo en forma muy personal, son nada más ni nada menos que ¨presos políticos¨ y mientras sigan muriendo tras muros, enfermos, destratados y fuera de todo tipo de igualdad a los otros que se encuentran disfrutando de una cómoda y libre vejez, es algo que puede considerarse hasta vejatorio. Hasta que no podamos entender cuáles son los verdaderos grilletes que nos pretenden hacer esclavos, existirá gente con la idea de continuar jugando a ser Dioses y siervos.
Dijo una vez un dramaturgo griego predecesor de Sófocles y Eurípides cinco siglos antes de Cristo:
¨Aquel que aprende debe sufrir. Aún en nuestro sueño, el dolor que no puede olvidar cae gota a gota sobre el corazón, y en nuestra propia desesperación, en contra de nuestra voluntad, la sabiduría nos llega por la terrible gracia de Dios ¨ (Esquilo)