¡DESDE PAYSANDÚ!
Denuncian que actual jerarca de la Intendencia de Paysandú profanaba tumbas para extraer objetos de valor
Desde los últimos días circula entre los sanduceros, a través de algunas redes sociales, mucha información referida a episodios altamente condenables que protagonizó hace algunos años quien entonces era un humilde funcionario municipal y ahora ocupa un cargo jerárquico a nivel departamental siendo reconocido como “la mano derecha del intendente Olivera”.
El hombre reviste como trabajador de la Intendencia desde hace varios años. En el último quinquenio estuvo al servicio del entonces diputado Nicolás Olivera, usufructuando un pase en comisión. Ese sistema permitió que el funcionario se dedicara a la militancia política partidaria a tiempo completo resultando un pilar fundamental en la construcción de la potente estructura de la Lista 51 que llevó a Olivera al sillón de intendente. Ese rol protagónico se sostuvo en la etapa de la transición, tanto que varias fuentes señalan que este hombre ejecutó contactos para la conformación del equipo de gobierno, que su opinión fue considerada en ese proceso, mientras que actúa como interlocutor con aquellos militantes que siguen golpeando la puerta exigiendo entrar a la Intendencia. El rol de destaque se mantiene en el ejercicio de gobierno ocupando espacios de considerable peso político y elevada visibilidad.
El problema es que esta encumbrada figura del gobierno sanducero carga con complejos antecedentes de su pasado como funcionario al servicio en el cementerio central de Paysandú. La historia pareciera el argumento de una novela policial o de terror pero no lo es. Cuentan que junto a otro municipal, con el que habrían consumado varias irregulares en dependencias de la comuna, se dedicaban a la profanación de tumbas para extraer objetos de valor, caso de dientes de oro o joyas. La actividad se habría extendido a la sustracción de metales de féretros y nichos. Un veterano municipal, ya retirado, graficó la acción afirmando: “barrieron con todo lo que era dientes de oro, joyas, metales, todo. Todo lo que se podía fundir para hacer unos pesos, marchaba. Le dieron la movida al cementerio”.
Según algunos memoriosos estas prácticas se habrían consumado, por lo menos, entre los años 2005 y 2010, en el período de gobierno encabezado por el intendente frenteamplista Julio Pintos.
En los últimos días conversamos con mucha gente en busca de más información sobre el asunto. En general, los trabajadores de la Intendencia que cuentan con algunos años de servicio recuerdan los hechos con lujos de detalles y ante la consulta aparecen respuestas en este tono: “¿ah, pero quien no sabe eso?” o “eso es re viejo, todo el mundo lo sabe” o “todo Paysandú hablaba de eso, es muy conocido”. Consultamos a un par de ex intendentes que se comprometieron a “hacer memoria” y buscar alguna información así como a exjerarcas y mandos medios que corroboran el dato pero, en general, recuerdan pocos detalles. Una persona explicó que el actual jerarca “estuvo denunciado por la desaparición de restos humanos y algunas urnas” pero lamentó no recordar “que sucedió con eso, como terminó la investigación”.
Otra fuente explicó que las irregularidades se habrían detectado a partir de la aparición de restos humanos junto a cajones en descomposición en el vertedero. Se suponía que los cuerpos profanados eran descartados junto a los féretros que se desechaban por su avanzado estado de deterioro. “La policía habría intervenido y confirmado las irregularidades pero se encontró con la dificultad de que no habían denuncias por la faltante de dientes de oro o joyas y difícilmente podrían detectar a quienes pertenecían” esos objetos, explicaron.
El asunto despierta un sinfín de preguntas que seguiremos intentando responder, preguntando. Pero asoman dos interrogantes centrales en las que seguramente todos coincidimos: la primero es ¿cómo esta persona logró retener su puesto de trabajo en la Intendencia, aparentemente sin mayores consecuencias en el plano administrativo? y lo otro: ¿por qué el intendente Olivera otorga un rol de primer orden a alguien que posee esos antecedentes?. Se podría pensar que el jerarca desconoce el pasado de su militante. Sin embargo podemos contar, en base al relato de una persona que integra “la mesa chica” de la organización política del intendente, que en el círculo más íntimo es común que el protagonista de esta historia sea llamado como “dientito de oro”.