Él es un señor de 78 años, que hace tan solo un año, por cosas de la vida se quedó sin su esposa. Llevaban 42 años de casados, tuvieron tres hijos y uno de ellos siendo muy joven por cosas de la vida fue víctima de una cruel enfermedad que le quitó la vida.
Esta señora vivió junto a su esposo y ambos se cuidaban mutuamente, fueron compañeros durante todos esos años y cuando ella partió, él sintió que nada le quedaba por hacer en esta vida, decía que ya había cumplido su pasaje por este mundo y que su deseo era partir junto a ella. Sufrió muchísimo por ya no tenerla con él, no entendía que eso era parte de las cosas de la vida que le tocaba vivir con tanto sufrimiento.
Decía que era injusto que él siguiera viviendo con tanto dolor, muchas veces se lo escuchó decir que Dios no le tenía compasión al dejarlo solo, no pretendía que los dos vivieran más años, pero sí que cuando ella se fuera él también dejara de existir.
Él era un hombre que con sus 78 años se mantenía muy bien, se lo veía firme, muy activo y agradecido a la vida, porque en el correr de sus años no había tenido que pasar necesidades, por cosas de la vida había tenido un buen pasar.
Desde muy joven se dedicó al campo y poco a poco fue mejorando sus ingresos, fue de esas personas que no tuvo algo por herencia, sino que lo mucho que tuvo lo logró con su trabajo.
Ella fue de esas esposas que siempre lo acompañó hasta en sus “locuras” en el buen sentido, lo ayudó en su trabajo poniendo mucho de su parte, así lograron todo lo que tuvieron.
Fueron abuelos de cinco nietos, cuando eran pequeños ella solía decir, “quiero mucho a mis nietos, pero para cuidarlos están los padres, nosotros ya cumplimos con los nuestros en criarlos y educarlos.” Era una abuela coqueta, le gustaba verse y que la vieran muy bien, eran de salir mucho y se daban los gustos que ellos realmente querían.
Se decían uno al otro, “cuando uno de los dos se vaya de esta vida, el que queda tiene que seguir viviendo tratando de no sufrir mucho”, por supuesto que es fácil decirlo, pero llevarlo a la práctica es más que difícil, así fue que él no pudo seguir viviendo sin tanto sufrimiento, seguramente si él hubiese partido antes, ella no habría hecho lo que decía, decimos muchas cosas antes que nos suceda algo, pero luego, cuando realmente nos sucede, reaccionamos de la forma que nos sale, porque así son las cosas de la vida.
Luego de su partida él vivió tan solo ocho meses, un día se despertó sintiéndose mal, recibió la atención médica necesaria, pero su corazón falló, y en minutos dejó de existir.
Sin dudas que eso era lo que él quería, su sufrimiento se acabó.
Hoy ya no está junto a sus hijos y nietos, pero todos están en paz al saber que él dejó de sufrir ya que no era feliz desde que perdió a su adorada esposa. Él tenía a sus hijos, nietos y a un hermano que cuidaban de él y le brindaban amor, pero eso no le era suficiente, le faltaba ese amor de cuarenta y tantos años que llenaba su vida. Estoy de acuerdo con su pensamiento, como seguir viviendo de que manera, cómo se puede ver la vida cuando te arrebatan algo tan apreciado con tanto valor en la vida de uno. Hoy sus hijos entenderán que él está donde quería, en ese lugar que los que aquí quedamos desconocemos de cómo es, pero sabemos que por cosas de la vida un día también allá estaremos, unos mas temprano, otros más tarde, pero el final es el mismo para todos. Quizás no le dio tiempo decirle a Dios “gracias por llevarme”,pero en fin, su deseo se cumplió aunque no haya sido de un día para el otro como él hubiera querido que fuera.
Cada cosa tiene su hora, no es cuando uno quiere sino cuando el destino lo dispone. Lo único seguro es el hoy, el mañana no sabemos qué nos espera, lo que si entendemos que todo es parte de las cosas de la vida.