Por Ma. C.P. Ramiro García Pereira.-

 

Desde el año 2017 la economía uruguaya venía cursando un proceso de enfriamiento de sus motores, de manera lenta pero progresiva.

Vida

No era extraño ver, sobre todo en zonas del interior, que muchas pymes cerraban sus puertas para no abrir más.

Para citar algunos casos puntuales, pero bien descriptivos, el cierre de Fanapel en Juan Lacaze (y el impacto que ello implicó a todo el ecosistema económico de la zona), departamento de Colonia, el cese de actividades de la Minera San Gregorio en Minas de Corrales, departamento de Rivera, o el cierre sistemático de pequeños y medianos comercios en Lavalleja, que para el año 2017 era el departamento en el que más comercios habían cerrado en un plazo de 4 años.

Con la llegada de la actual pandemia, dicho proceso de deterioro de la economía y el empleo, se vieron acelerados y profundizados.

Todo ello ocurre en un concierto global semejante, del cual no podemos ignorar y vernos como un caso aislado y ajeno, pues somos un país con una economía pequeña dependiente de los vaivenes de la economía global y tenemos poco margen de maniobra ante por ejemplo una pérdida de valor en los commodities o la alteración a la baja en la cadena de suministros y comercio internacional.

Hasta acá, he venido describiendo lo obvio, lo que todos en mayor o menor medida podemos intuir, tan solo con ver la realidad que nos rodea, basta con salir a la calle para ver comercios cerrados, hablar con algún amigo o familiar desempleado o en régimen de sub empleo precario, etc.

Entonces, ¿cómo salimos de ésta?

Cuando recuperemos la movilidad, seguramente lo hagamos antes que la mayoría de los países del mundo, somos grandes candidatos a integrar junto a Israel y otro puñadito de países, el podio de las primeras naciones en lograr la inmunidad de rebaño.

Esas son muy buenas noticias, pero la economía no se recuperará sola y necesitamos una inyección de creatividad y emprendedurismo para potenciar nuestra economía.

Será la nueva camada de emprendedores, quienes logren potenciar la economía y el empleo del Uruguay, pero para ello es necesario un “nudge” o empujoncito extra (término que se usa en la economía del comportamiento).

Startups como PedidosYa, dLocal, Vopero, Overactive, Astropay, Ironhide, Nocnoc y muchas más, están demostrando que Uruguay tiene un potencial increíble para internacionalizar su economía digital.

Sin embargo, hay un detalle implícito que muy pocos notan, todos estos startups surgieron en Montevideo y generalmente sus miembros están vinculados a universidades privadas y sus programas de incubación institucionales (CIE de la ORT, Centro Ithaca de la Universidad Católica e Initium de la Universidad de Montevideo).

Lo que implica con claridad dos cosas distintas, la primera es que las universidades privadas del Uruguay vienen haciendo las cosas muy bien al respecto. Lo segundo es que existe una brecha creativa o de posibilidades de acceso al mentoring, incubación y recursos para emprendedores en sus etapas iniciales, en el interior del país y dentro de la esfera pública.

Los casos de éxito lo dejan muy bien en claro.

Es entonces que se necesita una política de Estado, similar a las que han aplicado países como Israel, Irlanda, Nueva Zelanda o incluso ciudades como Barcelona o Boston, para fomentar un ecosistema emprendedor pujante en todo el territorio nacional.

Hay que ser justos, no es que no existan iniciativas públicas al respecto, hay instituciones y programas públicos dedicados a promover emprendimientos de toda naturaleza, la Fundación Ricaldoni de la Faculta de Ingeniería de la UDELAR, incubadora INGENIO del LATU, algunos programas prácticamente aislados de la UTEC, capitales semilla de la ANII o ANDE, pero todos ellos muy vinculados a la esfera montevideana y con pocos recursos.

Si miramos al interior, también se pueden ver algunas iniciativas, pero lamentablemente, muchos de los programas que se llevan adelante, que están vinculados a intendencias u organismos públicos como Centros MEC, están dirigidos por personas con baja capacitación sobre gestión y fomento del emprendedurismo. Cuando no directamente se trata de personas u organizaciones que están allí producto del clientelismo político, lo cual implica un gran daño y un reto mayúsculo para el surgimiento de un ecosistema emprendedor sano y pujante.

Otro aspecto de suma importancia, es que se necesitan crear infraestructuras catalizadoras para emprendimientos, como pueden ser Fablabs, espacios de Coworking públicos, usinas culturales/creativas, etc.

No necesariamente se necesita gastar mucho dinero en ellos, se pueden crear módulos a partir de contenedores portuarios reciclados y acondicionados donde funcionen pequeños laboratorios de Fabricación Digital (un ejemplo es el FabLab 10k creado por el diseñador digital holandés Bart Bakker) y/o espacios de trabajo colaborativo.

Es imperativo mejorar los recursos humanos encargados de oficiar de mentores y orientadores de emprendedores en todo el país (más gente realmente capacitada en esto), usar cada vez más las tecnologías de comunicación virtuales para lograr dicho cometido, colaborar de cerca con intendencias y alcaldías, comprometiendo a que trabajen fuertemente en esto.

Resulta imprescindible entender que esto no podemos pecar ni de soberbios, ni de oportunistas, una vieja costumbre política uruguaya es crear programas públicos nuevos para colocar gente no capacitada en ellos, valiendo como único requisito ser miembros de un partido político. En esto aquí no, se tiene que jugar con profesionalismo, hay que blindar esta área del clientelismo y apostar a un compromiso por la calidad y la búsqueda de resultados de excelencia, de lo contrario, se causará un daño terrible y se logrará el efecto exactamente opuesto.

Nos estamos jugando el futuro del desarrollo integral de la nación, fomentar la cultura emprendedora es mucho más que apostar a la economía, es apostar a una nueva educación mucho más práctica y significativa, orientada hacia el “movimiento maker”, bajo el paradigma del “aprender haciendo” de John Dewey. Es apostar a la creatividad de nuestra gente y por supuesto que es apostar a la libertad en todo el sentido de la palabra, recordando el pensamiento de Amartya Sen, de que dar mayores oportunidades para que las personas alcancen sus sueños, es darles mayor libertad.

Es hora de comenzar a pensar en una estrategia nacional de reactivación económica dialogada y acordada por el Gobierno Nacional, Intendencias y Alcaldías, en conjunto con el Sistema Educativo, los expertos y la ciudadanía.

Podrá resultar un máxime cliché, pero no deja de ser cierto, más en especial en la actualidad y en el futuro inmediato, pero es necesario reactivar la economía bajo un compromiso social ampliado, todos tenemos que poner nuestra parte y entender que el camino en el nuevo mundo y la nueva economía que se vienen, es a través del emprendedurismo.