Lo hemos dicho hace mucho, el fiscal general Gómez podrá tener la capacidad técnica para ocupar el cargo, algo que no tengo la capacidad para calificar, pero no tiene las condiciones personales para representar y difundir al público con claridad.

Gómez es buena persona y honesto, pero no comunica bien y en el cargo que ocupa es fundamental. El Dr. Jorge Díaz tuvo el temple necesaria para cumplir esa difícil tarea con solvencia.

Más allá de las críticas que ha recibido Díaz, a las que en algunas oportunidades nos sumamos, no se puede discutir que estaba preparado para enfrentar a la prensa y comunicar a la población.

Gómez habla de más, parecería que le gusta el protagonismo de las cámaras demasiado.

En el caso de la fiscal que pidió el allanamiento de la casa de un periodista y de una radio, lo de Gómez fue realmente calamitoso.

Quiso quedar bien con Dios y con el Diablo y quedó como el traste él.

Quiso salvar a la fiscal y la terminó enterrando. Dijo además cosas erróneas que luego el Director de Policía tuvo que salir a explicar.

El Director de la Policía lo dejó pegado a Gómez explicando que el allanamiento se cumplió en la radio como se han hecho cientos de allanamientos, cuando Gómez dijo que finalmente el mismo no se había concretado.

No es payando que se enfrentan los problemas, es siendo objetivos y contundentes en sus dichos, que se dejan las cosas claras.

Lo que hizo la fiscal fue descalificador y pareció Cantinflas explicando que cometió un error gravísimo de interpretación al utilizar el poder para lograr fuentes de periodistas.

Las fuentes de los periodistas son sagradas.

El periodista que revela sus fuentes de información no es periodista, es un chanta.

¿Por qué existe el derecho de protección de las fuentes periodísticas?
En resumen, para proteger de revanchismos de parte del poder, a la persona que cuente con información incriminatoria factible contra ese poder, sea ese poder, de origen público o privado.

Supongamos la siguiente situación:
1- Una persona en un momento dado, se pone en conocimiento de un caso de corrupción política, burocrática, judicial o asunto de mafias peligrosas, como narcotráfico o tráfico de órganos.
2- Esa misma persona toma valor y decide hacer la denuncia, pero temiendo de forma objetiva o subjetiva que exista corrupción en la institución judicial o policíaca, decide radicar su denuncia frente a la prensa.
3- El periodista, al igual que el abogado con el secreto de partes o incluso el sacerdote con el secreto confesional, está obligado a guardar el secreto periodístico de su fuente, para proteger muchas veces, la vida misma de la persona.
El secreto de la fuente está amparado en Uruguay en el Artículo 1º de la Ley de Prensa y es parte fundamental de la Carta Ética Mundial para Periodistas, escrito en su artículo Nº 7.
4- El hecho gravísimo de que venga un fiscal y por medio de la fuerza policial, intervenga una radio y le requise el material de trabajo a ese medio, es mandar una señal muy fuerte a la ciudadanía para que cada vez se anime menos a denunciar casos de corrupción o hechos delictivos.

 

En este tipo de organismos, tiene que haber un vocero experto para dar a conocer la posición de la fiscalía.

No debería ser el Fiscal General quien enfrente a la prensa.

Eso pasa en buena parte del mundo, hay alguien especialmente preparado para cumplir esa tarea, como ocurre en la Suprema Corte por ejemplo.

Y Gómez evitar tanta exposición, tanta verborragia, que invariablemente termina en gruesos errores (como éste).

Es lindo verse en la tele, pero su cargo no es para ser famoso, como un juez de fútbol, cuanto más pase desapercibido, mejor será su calificación.

Y por último nos preguntamos…

¿Cuál ha sido la sanción a la fiscal que cometió el error tan grueso?

 

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