Durante la pandemia nadie hablaba de esto, pero la realidad ha dejado en evidencia la triste realidad.

Millones y millones de dólares, un presupuesto realmente millonaria y nunca se le puede ver la mejoría a la salud pública en el Uruguay.

Cortan cintas, inauguran policlínicas, entregan ambulancias nuevas; pero, nunca parece alcanzar, siempre hay grandes carencias de todo tipo.

Especialistas que faltan, medicamentos escasos, emergencias repletas de usuarios desesperados que tienen que pasar horas y horas para ser atendidos.

Todo esto no es nuevo, es una triste realidad desde que me conozco.

El interior peor aún, siempre postergados.

Médicos especialistas que no quieren ir al interior, una especie de círculo vicioso que nunca termina.

El Ministro de Salud Pública Salinas es la “revelación” que por la calle le piden sacarse fotos con él.

Incluso su imagen está en el podio de los ministros, y hasta alguno se anima a decir que debería ser el candidato a presidente de Cabildo Abierto para las próximas elecciones.

Sin embargo la emergencia del hospital de Salto tiene a sus pacientes sentados en sillas fuera de la emergencia horas esperando que sean atendidos.

Un paciente de Trinidad debió ser trasladado a Montevideo de apuro por falta de cirujano.

Madres hasta hace poco iban a parir a sus hijos a otro departamento por falta de recursos humanos especializados en el departamento de Flores.

Es de nunca acabar, volvemos a trasladar y trasladar pacientes, el centralismo de la capital vuelve a ser protagonista.

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