Los que hemos pasado media vida viviendo en ciudades del interior, pero que no nacimos allí, sino que lo hicimos en Montevideo, tenemos todos los elementos para poder analizar con propiedad la situación.
Es verdad que el interior está sumergido, postergado siempre por los gobiernos de turno, de todos los colores políticos.
Y son los ciudadanos del interior mucho más dependientes del intendente que del gobierno.
Muy hábilmente, los políticos separaron el día de las elecciones departamentales de las nacionales, de esa manera, lograr que el día que hay que votar al intendente, nada perturbe el pensamiento de la gente, y pueda votar pensando en su departamento solamente.
Y el intendente tiene en sus manos una situación muy potente, nada más, ni nada menos que el trabajo de su gente.
Por años, los políticos del interior han usado la intendencia como si se tratara de un comité político.
Desde el primer día apuestan a sembrar buscando simpatías, siempre pensando en las próximas elecciones y repetir su cargo.
Los gobiernos departamentales que además son del color político de gobierno, se ven muy beneficiados, logran muchas cosas, que si no fuera por esa “ayuda” presidencial, jamás lo lograrían.
El ciudadano del interior, ha sido acostumbrado a creer que si no pide a la intendencia, no logrará nada.
Muchos cuando llegan los tiempos electorales se arriman a los comités partidarios a trabajar, pero siempre pensando en los resultados posteriores si su candidato gana la comuna.
Pintan los muros de su casa, reparten listas, ensobran, van a los actos, siempre mostrando su gran militancia.
Los políticos manejan todo esto con gran conocimiento de las carencias de la gente, ellos son los que más saben la realidad de su departamento.
Sin embargo, cuando falta poco para las elecciones, empiezan a recorrer insistentemente cada barrio y cada localidad, pueblo y villas de su departamento.
Lo gracioso es, que cada cinco años, llegan a los pequeños actos barriales, convocados por los caudillitos de esa zona y dicen que vienen para conocer cuáles son las carencias y sus necesidades.
Y la gente, en forma casi incomprensible, vuelve a caer en la misma trampa que hace cinco años atrás.
Les pide el cordón cuneta, que le pongan bitumen en las calles, que tapen los pozos, que le pongan un foco de luz, que le limpien las cunetas, que tramiten el saneamiento ante la OSE y hasta en pleno siglo 20, siguen pidiendo que les saquen la jubilación.
Y los candidatos con sus cómplices (grupo de alcahuetes que también están jugados al triunfo para acomodarse como directores en la comuna), toman notas de las carencias como que ellos no tienen nada que ver con ellas.
Es así, que el que más plata tiene para dar algo y comprar a los medios de comunicación, es el que más chance tiene de ganar.
Cada departamento es diferente y tienen sus necesidades propias.
Yo diría que hay algunos con más posibilidades y otros que están realmente muy mal y sin logros a la vista.
Podría decir, aunque parezca un poco fuerte, que los políticos andan midiendo la pobreza de sus coterráneos y van dando a cuentagotas, esperando para el empuje final antes de las elecciones.
Calculan las inauguraciones para que sean en el último año de gestión, y es hasta gracioso lo que he visto con el correr de tantos años de periodismo en el interior.
Un día “El Bolita” Leis, intendente de Lavalleja, muy apreciado por mí, me llamó para invitarme a una inauguración a las 20 horas en un barrio de Minas (Barrio Olímpico).
Cuando fui a la cita, recuerdo que me acompañó mi padre que estaba de visita en Minas, me encuentro que había mucha gente, y lo que se inaugura era UN FOCO DE LUZ DEL ALUMBRADO PÚBLICO.
Si, un solo foco con una bombita pedorra.
Y se cortó una cinta inaugurando el foco del barrio. Hasta hizo uso de la palabra el caudillito del barrio agradeciendo al intendente por responder al pedido de todo un barrio.
La mediocridad y la ignorancia, sumado a la astucia del político, hicieron que pase algo que a mí me dio mucha vergüenza.
Y la gente aplaudía a rabiar cuando un colaborador del intendente les dio la orden a los funcionarios de la UTE, para que bajaran la palanca y el foco quedó encendido.
En el discurso incluso hablaban del compromiso de mejorar la calidad de vida de los habitantes del barrio.
Papá no lo podía creer, estaba asombrado, creí que era una broma; pero no, es la forma que se manejan en el interior.
Si bien los montevideanos miran al interior como si fueran ciudadanos de tercera, no es menos cierto, que la gente del interior, en un gran porcentaje, lo es, y pareciera que les gusta.