Se dice que los refranes y las leyendas populares demuestran “el impagable legado de sabiduría de las generaciones pasadas”. Por estos días en que el expresidente Vázquez, con la complicidad de medios y amanuenses ha salido a la opinión pública desbordante de lo que él cree que es ironía pero es solamente veneno, nada más adecuado que el refrán del título para describir la situación.

Que el ex presidente tenga un ojo tirando a “perdido” por causa del cual mucha gente ser refiere a él como “El Tuerto” no es motivo de burla -a él sí le gustaba burlarse de sus adversarios, pero a los que estamos de la vereda de enfrente, la educación y el respeto nos hace sentir impensable mofarnos de los defectos ajenos y ni siquiera es el eje de la cuestión, pero viene como anillo al dedo para ilustrar el concepto: donde se ha perdido la capacidad de ver la realidad, la mirada hemipléjica sirve para tiranizar. Y quien se aprovecha a sabiendas de la ceguera ajena, para sacar ventajas y ocultar su infamia, no es mejor que el pervertido que induce al no vidente a cruzar la calle con el semáforo en rojo. No es que Vázquez padezca Alzheimer, como alguno justifica. Simplemente él es así. Siempre ha sido así. De un tiempo a esta parte (desde que perdió el poder que su investidura le brindaba), el expresidente y el Frente Amplio han hecho denodados esfuerzos para reposicionarle como referente aglutinador de su fuerza. Tuvo un tumor maligno del que se recuperó total y milagrosamente, salió victorioso de una operación de próstata, le “pidieron” que coordinara un equipo para plantear medidas para enfrentar la misma pandemia COVID-19 que su administración y sus autoridades sanitarias negaban pudiera llegar jamás, (tanta fe tenían en ello que donaron a China todo el material para diagnóstico, menos la valiosa máquina que uno de sus socios mantuvo oculta en el Maciel); propuso proyectos para frenar la contaminación del mismo Santa Lucía que su administración pobló de cianobacterias y también para evitar juicios al Fondo Nacional de Recursos por los tratamientos que negaba a enfermos terminales, pero que para él sí dispuso y varios etcéteras más. En sus últimas declaraciones (verdaderas bombas ninja explotadas para distraer y desaparecer) se permitió planteos tan demagógicos, como totalitarios, que abarcaban desde la cuarentena total y obligatoria, hasta la baja de tarifas y combustibles sabiendo que en ANCAP dejaron firmados nefastos contratos que lo impedían, la creación de un salario mínimo para los informales, sabiendo que dejaron el Estado en bancarrota, la Ministra comunista desaparecida o emigrada y 400.000 trabajadores en negro, aunque el MIDES y el Ministro Murro declaraban informalidad inexistente, convocó a militantes y sindicatos a “oponerse a la LUC con todos los instrumentos disponibles” y hasta sugirió al Ministro del Interior renunciar tras apenas cuatro meses de gestión para arreglar desastres de quince años, entre muchas cosas más. Y todo esto tan solo en las últimas semanas. No hace falta traer a colación el telegrama al Goyo Álvarez, ni la artera traición a Seregni, como tampoco infinidad de trapisondas más. Sólo hay que abrir bien los ojos y la realidad les pega. Pero en el país de los ciegos, a menos que alguien se los explique, quienes no pueden ver, no tienen chance de advertir estas cosas, como tampoco que los únicos pilares que nos dejó bien clavados el Frente Amplio fueron los mismos que Zabalza le señaló a Daniel Martínez: los de la regasificadora que nunca se hizo, pero pagamos más de seiscientos millones. No tienen chance de ver tampoco que los mismos que apoyan “ni una menos” y dicen luchar por el futuro de los niños, se negaron a apoyar el artículo de la LUC que crea el registro de violadores, para que éstos no permanezcan impunes. Menos aún pueden apreciar que un Ministerio creado para el “desarrollo social” aumentó la cantidad de asentamientos, la cantidad de pobres y la proporción de niños que deben alimentarse en las escuelas, el número de personas sin empleo e informales y el agujero negro del Estado mientras coleccionaba camionetas 4×4 de lujo en sus galpones, mandaba quemar y escondía donaciones, incendiaba depósitos desconocidos, pagaba millones de dólares por año al PIT-CNT y a ONGs “amigas”, (yo pagaría por que se hiciera público quiénes dirigían esas ONGs, verdaderas asociaciones para delinquir y estafar, seguro encontraría esperables sorpresas), y tantos muertos más en el placard. Les cuesta visualizar que una persona, por más monja que sea, no puede cumplir el milagro de figurar en el memorial de los desaparecidos, pero estar resucitada y millonaria sin haber sido canonizada. No alcanzan a ver que “si es de izquierda no es corrupto” no quiere decir que no lo sea, sino que a “la banda” no debe importarle que lo sea. Para que el tuerto pueda ser rey, se precisan ciegos, del mismo modo que para amanecer, se precisan niños como pedía Viglietti. Por eso la educación que tenemos. No ha sido negligencia ni incapacidad. Ha sido una estrategia meticulosamente implementada. Ciegos que no vean, que sean a la vez militontos que no piensan, es la única manera de poner a un tuerto por Rey y festejar, uruguayos, festejar. Porque la gente que ve cómo son las cosas y realmente piensa es más difícil de engañar, de adoctrinar, de someter y rebajar a la condición de oveja y masa. Y como en el cuento del nuevo traje del Rey, algo pasa en algún momento, que permite hasta a un niño darse cuenta que el Rey está desnudo y que nada de lo que le rodeaba era verdad. A Vázquez, junto con su investidura y el manejo del poder que le otorgaba, se le empezaron a caer las vestiduras. Ahora podemos verlo desnudo, tal cual es, cual siempre fue. Solo, soberbio, irascible, manipulador y mentiroso. No es Alzheimer. No es su impredecible tumor. No es siquiera una ideología de izquierda, en la que no cree, ni practica. Es apenas “un tuerto” que se aprovechó de la “ceguera” de un pueblo. Un pueblo que empieza, finalmente, a abrir los ojos gracias a que el Rey se va de boca.

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