Foto: Gastón Britos / FocoUy

Aquello que siempre se dijo, que los hombres y mujeres honestos no tienen lugar en el sistema político, es una triste realidad.

Es por eso que no se quieren meter los que están preparados y que además tienen experiencia y conocimiento para ocupar cargos importantes.

Hoy me voy a referir al ministerio de Relaciones Exteriores.

Vida

Es uno de los ministerios de mayor presupuesto y que se transforma en el más inútil.

Una embajada es el monumento al despilfarro, un gasto totalmente sin objetivos positivos, los acomodos políticos, los amigotes se enganchan en los Consulados, o son asesores, o Ministros Consejeros, una gran joda millonaria.

Cuando Ernesto Talvi aceptó el ministerio de Relaciones Exteriores puso como condición que se le permita delinear la política exterior y el manejo de las estructuras diplomáticas del todo el mundo.

Voy a publicar una premisa de Talvi que pretendió poner en funcionamiento.

“Hoy presentamos lo que vinimos a hacer: una Diplomacia Económica y Comercial 5.0 para abrirle mercados a nuestros productos, atraer talento e inversiones de alto impacto. Objetivo: empleos de calidad para nuestra gente y que los jóvenes sueñen con un proyecto de vida en su tierra”

 

Talvi pretendió poner la diplomacia al servicio de la creación de empleos para jóvenes en el Uruguay.

Y remató su proyecto fundando la “diplomacia de negociación”

“Esta diplomacia de negociación tiene que ser complementada con una diplomacia de promoción. Y nuestra diplomacia de promoción va a estar orientada fundamentalmente a la concreción de negocios y a colocar nuestros productos estratégicos que son parte de la cadena agroexportadora, que son motor de nuestra economía, pero también haremos énfasis en aquellos que tienen un formidable crecimiento, como el software, la industria audiovisual y los servicios globales”

 

Sencillamente brillante.

Pero al presidente Lacalle Pou no le gustó, lo sacó del ministerio y Talvi se fue de la política.

El presidente sintió que se sacó un peso de encima ante la renuncia de Talví, creo que íntimamente lo festejó.

Y los uruguayos perdimos un excelente ser humano, preparado, con la capacidad de poder generar un cambio sin duda.

Los Colorados lo dejaron ir, no movieron un solo dedo para convencerlo de no irse.

Incluso los de su sector, el que el propio Talvi creo, se quedaron quietitos con miedo de perder el cargo y vivir del Estado.

Todo muy sucio, muy asqueroso, los malos siempre ganan parece.