¡DESDE SALTO!
Por Dr. Álvaro Vero-Esp. En Salud Pública y Adm. Hospitalaria-Internista.-
Nos hemos referido en notas anteriores al error en la praxis médica los errores que ocasionan efectos adversos involuntarios que generan secuelas o la misma muerte.
Hay otros errores.
Pero que podemos decir de aquellos que afectan a los usuarios y a los mismos profesionales cometidos durante el ejercicio de la gestión de los dirigentes en el sistema público y el privado. Debemos coincidir que se manejan responsabilidades institucionales, sociales y empresariales para las que escasamente se solicita capacitación, si bien existe una legislación exigua en ese sentido, que tampoco es controlada, y termina siendo presa de amiguismos obsecuentes y hasta promiscuos que terminan “manejando sin libreta” y destruyen en su incapacidad y falta de criterios la calidad alcanzada. Llegan a conducir organizaciones con presupuestos de millones de dólares mensuales y cientos de profesionales y funcionarios que toleran y acatan muchas veces por miedos al trato despótico. Ésta es la realidad percibida.
¿Fueron o no autorizados por la autoridad 2 casamientos que dieron origen a contagios de Covid? ¿Hubo vacunación VIP privilegiados un sábado a la tarde con el pretexto que sobraban vacunas o no? ¿Cuáles fueron los fundamentos para asegurar públicamente que se estaban haciendo las cosas tan bien que no había Covid en Salto? ¿Por qué se subestimó la gravedad del caso? ¿Por qué no se aceptó públicamente que faltaron camas de CTI en algún momento y que pacientes graves fueron internados en “salas VIP” a su costo? ¿Cómo es posible que por carencias sanatoriales pacientes hubieron de adquirir oxímetros a su costo no siendo reembolsados? ¿Quién se hace cargo de las carencias de personal sanatorial muy por debajo de lo aconsejado por las leyes y los estándares sugeridos? En una palabra ¿quién es la autoridad departamental que debe supervisar y responsabilizarse del desastre? Todos sabemos y sabemos también que el poder politiquero actúa de paraguas protector.
Resultado: cero de confianza y baja calidad de los servicios; entiéndase que el país tiene los indicadores peores del mundo y que Salto es dentro del Uruguay quien más abastece a esos resultados negativos. Al decir de una supuesta autoridad sanitaria del departamento “no podemos hacer las cosas peores de lo que están-2016”… vaya si lo logró, con creces.
Tristemente y lamentablemente la World Cup es suya señora.
Ya hemos asegurado que el problema no es financiero, que es muy previo al Covid, que fracasó el sistema salteño singular y único del país, que sus anónimas no resuelven el problema de la responsabilidad de sus contratantes públicos y privados que son rehenes de los intereses privados.
No puede demorarse más aceptar que nuestra formación ética tiene carencias que permiten deshumanizar la gestión y que ante carencias del marco jurídico y normativo debe primar la buena relación entre profesionales, usuarios y funcionarios. El médico debe sentir al otro como semejante, con sus errores y aciertos, dentro de la moral mínima sin la cual ningún médico debería aceptar ejercer su profesión. Ciencia y ética deben articularse en forma armoniosa.
Hoy los profesionales aceptan apoyo sicológico ante el estrés; a fines de los noventa dirigiendo el Sanatorio Americano lo aprendí con un joven salteño (hoy médico) que desbastó al personal del CTI de niños.
Pero y que pasa con los funcionarios afectados por “la autoridad” cuya legitimación es difícil de fundamentar, algunos se fueron, se jubilaron, fallecieron o desintegraron sus familias. Que pasa con los médicos ultrajados por las autoridades del momento, oportunistas que han tenido hasta denuncias por destratos en el Legislativo montevideano, portadores del mal de Hybris (locura que provoca el poder), los que no aportaron nada al sistema y lo destruyeron creando servicios por la mitad, los que sólo aportaron a sus anónimas y no a las carencias como la traumatología, aprovechando el poder para el claro nepotismo.
¿Cómo arreglan las decisiones erróneas con recursos sociales? ¿Será que se disculpan? No querían asesores decían los incalificables… ¿Tendrán conciencia del daño perpetrado? ¿De los daños irreversibles a las personas y las familias? ¿Y a los usuarios destratados con omisiones de servicios y actitudes? ¿Será que con “empatía” se podrán redimir de sus errores? ¿Y qué papel jugaron los colectivos gremiales y colegiados? Ominoso. Hay culpables y responsables además del Covid.