Por Sebastián Castro.-

Yo pensé y me lo contaron así los profesores de historia, que la esclavitud se había abolido hace años. Al menos aquella donde (generalmente) les ponían una «BlackBerry» en los tobillos a los hombres de color oscuro para que no se escaparan en la noche, por aquellos años previos a la guerra de secesión americana. Aquella bola de hierro los retenía contra su voluntad en las barracas sureñas de la América colonial.

Hoy la esclavitud se llama «contratos de futbol», donde el que juega y deja sus primeros 10 o 15 años de vida profesional cobra (en algunos casos) hasta un 20% del valor de un pase.

En otros casos el jugador no cobra ni un peso por la transferencia, pero acepta el negocio para lograr concretar el pase, vivir de un sueldo digno y tener la oportunidad de volver a ser vendido.

Para la segunda venta (salvo que sea un pariente), la mayoría se desvincula de su representante aunque en raros casos algunos hacen bien su trabajo. El representante de Luis Suarez (Pere Guardiola) por ejemplo había conseguido los contratos más importantes de su carrera.

Negoció el fichaje con el Liverpool en 2010, logró su renovación en 2013, facilitó su llegada al FC Barcelona en 2014 y fue uno de los grandes responsables de las condiciones de la renovación del uruguayo con el equipo azulgrana.

Para fines del 2020 el futbolista decidió romper su vínculo con el contratista, a favor de un miembro de su familia.

En Uruguay algunos contratistas sin embargo, carecen de la virtud y moral que deberían tener.

Es cierto, algunos apuestan a perder con jugadores que nunca trascienden lo suficiente como para recuperar lo invertido. Pero en general los tratos que hacen con sus pupilos rayan los términos de una esclavitud de hecho.

El caso más reciente lo llevaron al tribunal de pena de la AUF, donde el Defensor reclamó un 30% por su pase por formativas del jugador Cristhian Olivera, que serían unos 840 mil dólares. O en caso de no haber cobrado su comisión por parte del futbolista (algo muy común), más de un millón de dólares.

Concretamente se puede leer en la página de la institución: 

Con fecha 05 de febrero de 2016 Defensor Sporting Club y el Club Atlético Rentistas suscribieron un acuerdo por el cual, Defensor Sporting cedió el 100 % de los derechos federativos del jugador Cristian Olivera a cambio de un porcentaje fijado en el 30 % del precio de una futura transferencia. Lejos está aquel recuerdo donde reconoció en nota a «Referí»: “Siempre le doy la plata a mis padres para que no falte nada en la casa, para que la heladera esté llena y ellos me dan mil pesos para manejarme”. 

Era Cristian Olivera, la joya de Rentistas que vive con $1.000 en una casita humilde en Piedras Blancas que su representante les cedió para que dejaran de vivir en el barrio «Los Reyes» donde la inseguridad y las balaceras eran moneda frecuente.

Hoy de vuelta al Uruguay cedido por el Almería de España y con 20 años sigue siendo un botín para todos aquellos esclavistas que le prometieron el oro y le dieron las migajas.

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