Hay que decirlo, el diputado Lust votó la interpelación con el único fin de observar cómo la bancada opositora justificaba sus argumentos. Eran muy aburridas las sesiones parlamentarias se ve.
Lo cierto es que el diputado Gonzalo Civila dedicó 48 minutos en justificar el por qué de la misma. Y apenas 10 o 15 minutos para leer las preguntas. Y en medio de su diatriba pidió que no le recuerden los casos en que se benefició su partido siendo gobierno, porque no es bueno comparar y lo que se discute es un tema ético hoy.
La verdad es que si se tuviera que analizar cada uno de los casos que rayan lo inmoral en gobiernos pasados, capas que la interpelación duraba 3 días, empezando por el crédito blando que le permitió al hermano de Tabaré comprar una casa o los negocios que desarrollaron los amigos de Mujica en Venezuela.
La realidad es que la pandemia retrasó el plan de gobierno y la oposición no encontró un tema (además de la LUC) para llevar a la interpelación pública, sabiendo que la aprobación del presidente sigue manteniendo buenos números.
A mí, Alfie no me cae ni bien ni mal, ni lo conozco personalmente, pero hay que decir que si no fuera el director de la OPP este debate no existiría y la exoneración sería una más de tantas. ¿Entonces?
A falta de un argumento jurídico, el único argumento era el ético. Y aún así la ética es una filosofía que habla sobre el bien y el mal y su relación con la moral y su debate eterno no puede llevarse al ámbito parlamentario. A menos que nos gusten los debates agonales y la pérdida de tiempo.
En términos de dinero un diputado gana aproximadamente $ 12.000 pesos por día. Unos US$ 260 dólares. Que si los multiplicamos por 99 diputados nos da una cifra de US$ 26.000 dólares diarios. Eso es lo que se gastó hoy para interpelar a la ministra por una exoneración de US$ 8.000 dólares que nunca se otorgaron.
Si habían batallas parlamentarias que dar, esta no parece muy lógica.
Como siempre, en estos casos la retórica pierde su necesaria etiqueta y los diputados interpelantes ante la falta de argumentos desbarrancan. Vuelven al discurso sobre la lucha de clases, los buenos contra los malos y los éticos enfrentados a los inmorales políticos.
Groucho Marx decía que «la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados».
Nada más acertado para esta interpelación.