He dejado pasar un buen tiempo prudencial para publicar un análisis sobre lo que fue la aparición de Juan Sartori en la política uruguaya.
Es un chanta, un gran mentiroso, una especie de farsante con plata, que nadie sabe de dónde se origina.
Si bien la política está prostituida desde hace decenas de años, Sartorí la prostituyó aún más.
Montó una organización con similitudes a las grandes mafias, comprando caudillos de todas las tiendas, especialmente de quienes serían sus rivales del partido nacional.
Mostró un caradurismo difícil de superar, respondiendo con sonrisas a los agravios que partían desde un primer momento desde el propio partido.
Nunca había votado en el Uruguay, no conocía ni la rica historia nacionalista, ni siquiera tenía conocimiento de los hechos más elementales del partido que había elegido para participar en una pre candidatura presidencial.
Preparado para resistir los ataques a sus mentiras, con plata iba conformando su estructura Nacional.
Muchos dirigentes del Partido Nacional que estaban apoyando a Larrañaga y Lacalle Pou, sorpresivamente si iban a apoyar a Juan Sartori, tentados por una oferta económica tentadora.
Mensualidades a caudillitos, que iban de los 10.000 a los 50.000 pesos por mes, además de alquiler de comité, auto alquilado, dinero para combustibles, etc.
La búsqueda de caudillitos para comprar era tarea de algunos mercenarios que cobraban por eso.
Tuvimos un testimonio de alguien procedente de Artigas, funcionario público, que había sido captado por el diputado Daniel Peña del Partido de la Gente, que lo sacó en comisión para que en lugar de trabajar en su cargo público en Artigas, se dedicara a captar dirigentes de otras tiendas.
“Mire Bonica, yo ya no estoy con Peña, ahora trabajo para Sartori, es más conveniente para mí, y mi resultado económico es muy superior” nos dijo en la plaza de Trinidad en el departamento de Flores.
La organización de Sartori se basaba en un militar retirado de apellido Costa, que junto con Alem García, viejo dirigente ahora acomodado por Sartori en un cargo muy bien remunerado a sus más de 70 años; eran las caras visibles detrás del joven millonario.
La organización con visos de mafia, buscaba rápidamente, crear una gran estructura Nacional, y por el poco tiempo que contaban para un fin tan difícil, la estrategia era pagar para lograr en primer lugar tener caudillos en todos los departamentos, y en segundo y tan importante objetivo, de debilitar las estructuras de quienes serían sus rivales dentro mismo del Partido Nacional.
Un verdadero ejercito de jóvenes uruguayos pagos, empezaron a recorrer los barrios de Montevideo, la tarea era, hacer conocer a Juan Sartori.
Los pobres jornaleros en negro de Sartori, debían mentir descaradamente en sus visitas domiciliarias a los barrios.
Primero inventaron que su candidatura en la interna del Partido Nacional había nacido de otra elección que nunca existió.
Detrás de esta cantidad de jornaleros sin aportes jubilatorios, en clara evasión al Estado, cada uno de ellos debía mentir cuando eran consultados y decir que eran simplemente “voluntarios para llevar a Juan Sartori a la presidencia del Uruguay”.
Detrás de esa sonrisa falsa, Sartori no duda en ser un verdadero sicario político y destruir a todo lo que se le ponga en el camino.
Con relación al Semanario El Bocón, nunca lo tratamos personalmente por la ferviente negativa de Sartori y su entorno más inmediato.
Una solo ves, por intermedio del dirigente de Sartori de Rivera, el Dr. Fernando Araújo, que fue otro de los dirigentes del Partido de la Gente que se sintieron tentados por Sartori a apoyarlo (no hubo remuneración en este caso), solicitamos hacerle una entrevista a Sartori, pero su “Coronel Costa”, resolvió que no era bueno para la imagen de Sartori ser entrevistado por nosotros.
En una oportunidad en un programa radial en la ciudad de Mercedes en Soriano, Sartori fue consultado por el periodista que lo entrevistaba, que era lo que le pasaba con El Bocón y solo procuró mostrar su sonrisa, y decir “Bonica está enojado porque no le doy una entrevista, ya le voy a dar una”.
Las mentiras de Sartori iban a todos los niveles, un verdadero actor de la falsedad.
Prometía que si trabajaban para él, los llevaría a trabajar al Palacio Legislativo.
A caudillos que les había prometido un pago mensual de unos 40.000 pesos, nunca les pagó, solo le importaba hacerse conocer y vender una imagen falsa.
Uno de los puntos altos de esta organización mafioso de la política, fue cuando hizo el acto en el Palacio Peñarol.
Si bien los traslados de gente en la política es algo generalizado, en este caso superó todo lo imaginado.
Había gente con vincha, camiseta y bandera de Juan Sartori, que ni sabía quién era Sartori.
Todo pago, plata y plata.
Por cada ómnibus que llegaba desde el interior al llegar con y descender la gente, se le pagaba 7 mil pesos en efectivo a cada caudillito que había logrado llenar uno.
La comida para los que venían estaba en la bodega del ómnibus y se les daba luego del acto, no sea cosa que coman y no vayan al acto.
Conversamos con varios referentes de Lacalle Pou en barrios de Montevideo y ciudades del interior, de ellos, muy pocos, no recibieron una oferta de Sartori.
A un dirigente de San José, le ofrecieron 40.000 dólares, ya que era el líder de una agrupación, y le dijeron claramente:
“Si te vienes con Juan Sartori, te pagamos todo, comité, listas, banderas, carteles y publicidad en los medios locales, tenemos 40.000 dólares para gastar en tu candidatura»
Sin duda que no se trata de un político, ni siquiera de alguien que ama la política, solo se trata de un oportunista con mucho dinero, pero mucho menos de lo que la gente piensa.
Todo esa estructura con plata, que fue formada por Sartori, quienes conocemos desde hace años el funcionamiento electoral, sabíamos que una vez terminada la campaña y logrado el objetivo de ser Senador, todo se iba a caer como realmente se cayó.
Las voces en su contra de todos aquellos que no cobraron lo pactado o que no se cumplió con alguna de las múltiples promesas, son muchísimas y en todo el país.
Hoy Sartori no tiene estructura casi en ningún departamento, y solo su sonrisa acompaña acuerdos departamentales en alguno de ellos.
Bajar el precio de la nafta era una de sus tantas banderas desplegadas, aumentar las jubilaciones otra muy potente, pero crear 100.000 puestos de trabajo fue sin duda alguna, una de sus falsas expectativas creadas.
Una fantasía de muy baja calaña, digna justamente, de una campaña mentirosa desde todo punto de vista.
Abusando de la gran necesidad de la gente que está sin trabajo o ganando una miseria ofrecer una promesa de crear 100.000 puestos de trabajo.
Su objetivo de ilusionar a la gente, demagogia, promesas fáciles, sin ningún fundamento real. Un farsante en potencia.
Con un descaro pocas veces visto, Sartori no conocía cuánto era el salario mínimo cuando en el programa EN LA MIRA le preguntaron, o cuánto era el porcentaje de desocupación en el Uruguay.
No sabía la letra de la marcha 3 Árboles, NO CONOCE LA HISTORIA DEL Partido Nacional, solo se trata de una inversión en política, para conseguir lo que finalmente logró, engañas a más de 100.000 personas que lo votaron creyendo que llegaba alguien que iba a cambiar la forma de hacer política.
Pero una de las increíbles propuestas de Sartori ya avanza hacia la categoría de fraude.
Prometió medicamentos gratis para todos los jubilados a través de una tarjeta que llamó “Medifarma”. Con esa tarjeta, aseguró, un jubilado iría a la farmacia y tendría sin costo el medicamento que requiere.
A continuación vamos a publicar una parte de la entrevista realizada por el portal que logró verlo… https://www.180.com.uy/
“Lanzaremos un programa de universalidad farmacéutica para jubilados y pensionistas (MedicFarma) que permita, mediante la negociación centralizada nacional de las adquisiciones de medicamentos, abatir el costo de los mismos, en base a escalas decrecientes, según el monto de ingresos”, dice en su programa Juan Sartori.
El programa no dice gratuito, pero Sartori dijo en entrevista con No Toquen Nada (DelSol FM) que el plan presentado por él es “gratuito para todos”. “No cambian mucho los números si se hacen decreciente porque, evidentemente, los que ganan más son menos y tienen las mismas necesidades de medicamentos que cualquier otra persona. El plan que nosotros armamos es gratuidad para todos y está basado en muchísimos casos internacionales, donde esto se implementa funciona”, sostuvo.
Sartori no explicó si los medicamentos contemplados en su propuesta son los que están en el FTM (Formulario Terapéutico de Medicamentos), que se cubren con el pago de un ticket (copago) en todos los prestadores del Sistema Nacional Integrado de Salud.
Sobre la venta en farmacias, donde el precio y la variedad de fármacos no están reguladas, Sartori dijo que se podrá hacer un acuerdo con las que quieran participar del sistema, porque son empresas privadas y no se las puede obligar. El precandidato no sabe si habrá farmacias que acepten la tarjeta MedicFarma, sin embargo, se entregaron tarjetas con validez al primero de marzo, “cuando Juan Sartori tomé posesión como presidente”.
“La tarjeta es transparente, con información, no hay ningún misterio. Yo prefiero usar algo con tecnología y por eso la tarjeta, antes que ponerlo en el plan de gobierno como otro candidato. Va a ser gratuito apenas podamos lograr los trámites administrativos. Es realizable y no es un monto descabellado. Todas las propuestas de todo el plan de gobierno tienen un tiempo de implementación y tomarán lo que tomarán. Por supuesto que algunas son más fáciles, otras más difíciles. Esta es una propuesta que asumo y es un compromiso mío, es una idea que vamos a realizar y que mejoraría la vida de los jubilados”, dijo Sartori.
Un capítulo aparte fue la vinculación y luego desvinculación de Verónica Alonso de Sartori.
Verónica se equivocó y ella misma lo asumió públicamente.
Un gran error confiar en Sartori y bajar su candidatura para unirse a la de este muchacho.
Sin duda que a la ex senadora Alonso se le fueron cerrando todas las puertas no solo por arrimarse a Sartori, sino que anteriormente ella misma actuó muy mal con Larrañaga.
El Guapo la cobijó cuando ella se separó de Correntada Wilsonista de Francisco Gallinal, la puso en el tercer lugar en su lista al Senado haciendo que sea electa en la cámara alta.
Pero Verónica le clavó el puñal a Larrañaga, creyéndose eso que ella podía llegar a competir con posibilidades en la interna.
En cuanto Alem García, un hombre mayor de setenta años que tenía una agrupación ya sin actividad por la falta de votos, fue el suplente de Juan Sartori al Senado, pero prefirió acomodarse en un cargo en la Comisión Administradora del Río de la Plata, como su presidente.
Eso lleva a que una mujer sea la que ingrese al Senado ante las reiteradas ausencias de Sartori, y casualmente, es la madre de Juan Sartori.
Un gran farsante.