Las medidas represivas en Uruguay son una prueba elocuente de una nueva postura pandémica, mientras la represión a las marchas en Europa abren las puertas a la segunda fase de la operación Coronavirus, que implica crear las condiciones para un Estado policíaco sanitario mundial.
Desde el principio alertamos sobre esta deriva violenta como paso inevitable en el nuevo ordenamiento político, que llegado su momento, hará saltar las repúblicas en mil pedazos.
La operación es tan obvia que resulta burda: cerrar negocios, generar desocupados, impedir trabajar a los informales, establecer toques de queda, prohibir reuniones y avasallar los derechos constitucionales para generar una reacción violenta, pues la gente, entre morir de un virus que no mata salvo que tengas un cáncer terminal, o morir de hambre, percibe que es mucho más plausible morir de hambre y entonces, enardecida y desesperada, reacciona.
Hace tiempo que el Poder lleva a cabo una estrategia para destruir la oposición genuina al Poder: se trata de financiar y dirigir una oposición falsa, basada en argumentos penosos e ilógicos para que, luego, se apunte a esa oposición falsa como manera más eficiente de pegarle un tiro en la frente a la oposición verdadera, amén de que, por el camino, la oposición falsa genera divisiones con su retórica violenta y fundamentalista.
En Europa, esta oposición falsa incluye a quienes estimulan una reacción violenta a los desmanes policiales, pues la violencia favorece al que tiene la posibilidad de ejercerla y es necesaria para que surja un clamor popular por el orden.
Mientras tanto, en nuestro País hemos vivido un fin de semana que ha sido una prueba accesoria de cómo el gobierno se pasó con armas y bagajes al bando del Coronavirus.
Este proceso comenzó con el discurso de Lacalle ante la ONU, donde se autoerigió como uno de los líderes del mundo, a pesar de que él sabe así como todos sabemos que los líderes del mundo son otros que no los elige el mundo. Pocas horas después de ese discurso donde Uruguay dejaba de ser un modelo de una manera más o menos prudente de llevar adelante la «pandemia», llegaban a las arcas del Estado 1500 millones de dólares por parte del Banco Mundial y otras benéficas instituciones y, como hemos visto, empezaron a aumentar los casos de coronavirus por el sencillo expediente de aumentar el número de test, lo que lleva, como cualquiera puede concluir, a que aumente el número de «positivos», lo que permite aumentar la alarma pública, pues la operación propagandística se basa en el número de casos, sin mencionar si han muerto o no, y sin mencionar que se aumenta, a nuestro costo, los test que dan positivo a cualquier cosa, tenga uno o no una enfermedad respiratoria.
Luego del aumento de casos que llevó al control de la frontera con Rivera, vino, como era de esperar, la represión, léase la multa de 1Columnas3.000 pesos al Colegio Santa Rita por realizar una fiesta de egresados, los juicios que se hacen a los organizadores de fiestas, donde algún fiscal pretende obtener pena carcelaria, y la represión este fin de semana en Parque Rodó, Rambla Republicana, Plaza de los bomberos, Plaza Varela, Tundra Bar, San Carlos, Punta del Diablo, Juan Lacaze y Plaza Líber Seregni.
Algunos, utilizando un viejo y gastado recurso, han encontrado que el Diablo, disfrazado de Irma Leites, ha metido la cola. La imagen del Diablo es sumamente adecuada, pues sólo el Diablo, o su antítesis, hubieran podido estar en Juan Lacaze, Rocha y la Plaza Liber Seregni al mismo tiempo, con lo que se agrega el condimento infaltable a nuestro plato, el pecado, protagonizado por Irma Leites y aquellos que cantan y se besan.
En rigor, la ubicua Irma Leites fue a la Plaza Seregni al lunes siguiente como acto de protesta, pero ¿qué importancia pueden tener los hechos en el reino de la irrealidad?
El asunto es tan ridículo, que se castiga a un liceo pero queda impune el viaje a modo manada en ómnibus; la OMS llama a la cuarentena y luego anuncia que nunca llamó a la cuarentena; se exhorta al uso del tapabocas y luego se dice que en realidad el tapabocas no sirve para nada; se recomienda la cuarentena, y al mismo tiempo el uso del tapabocas, cuando si el tapabocas fuera eficiente ¿qué sentido tendría acuarentenar a la gente? Se acuarentena a los sanos, cuando con toda evidencia la cuarentena se inventó para los enfermos; se vacían los hospitales, esperando la llegada de enfermos que nunca acudirán; en aras de mantener vacíos los hospitales, no se atiende a la gente que sufre de todas las demás enfermedades y en medio del delirio total, Obama se burla del mundo en un discurso surreal: «El viernes tuvimos otro ejemplo de cómo actúa el presidente actual cuando sugirió que los médicos magnifican la gravedad de la pandemia del COVID-1Columnas para ganar dinero. El presidente no puede entender que una persona arriesgue su vida para salvar la de otra sin ganar un dólar»
Obama olvida deliberadamente que los médicos cobran más que un dólar, pues de lo que se trata es de llevar a cabo una operación de reseteo mundial, lo que implica un reseteo de la economía para que las empresas supervivientes se apoderen de todo, un reseteo político para que un poder centralizado domine el planeta, y un reseteo de nuestra mente por el sencillo mecanismo de resetear la memoria y la lógica.
Todo es parte de lo mismo. Sucede que este reseteo incluye el reseteo de nuestras constituciones, pues estos señores han resuelto que las constituciones y las repúblicas deben ser arrojadas al basurero de la historia ¿Primer paso? Violarlas de forma destemplada anulando los derechos y las libertades que otorgan al individuo. Luego, doblegar a todos los presidentes posibles, responsabilizándolos, a la postre, cosa inevitable, de los daños que ocasionen la cuarentena, daños que todo el mundo verá tarde o temprano (a este respecto, una derrota de Trump vía fraude electoral permitirá que se derrame mucho más Coronavirus en nuestra vida). Por último, la sujeción, y entonces, los Estados se endeudan con el Banco Mundial a ritmo acelerado, pues del cumplimiento de las órdenes devienen los préstamos.
¿Es dable esperar más violencia? Es dable esperar mucha más violencia, toda la violencia que sea necesaria para aplacar las fuerzas anímicas de la humanidad, que necesita crear bienes y congregarse por naturaleza. Todo lo que ha creado la humanidad es una vasta tarea colectiva, y de lo que se trata es de derrotarla. Esto no se logra sin tener al mismo tiempo un respaldo social dado por el terrorismo sanitario, inducido, entre otros, por la fenomenal Industria de la medicina que ha obtenido ganancias que la sitúan como una de las estrellas más brillantes del mundo de las finanzas.
Hacer saltar las Repúblicas por los aires requiere la violencia necesaria para ahogar las Repúblicas. Un Estado policíaco sanitario mundial es uno de los objetivos de la pandemia aunque nadie puede predecir el tiempo que tome alcanzarlo. Mucha agua deberá pasar por debajo de los puentes, y toda esa agua nos trae aquí y ahora.
Quien esté obsesionado con una cuestión sanitaria que en rigor es igual a la del año pasado, y no advierta todo lo demás que trae aparejado el Coronavirus, es un ciego que camina al borde del abismo.
Es del caso que la humanidad camina al borde del abismo donde aguardan los cocodrilos y los tiburones, y cada vez se encuentran menos excusas para no abrir los ojos.