¡DESDE PAYSANDÚ!
Los que juntamos las monedas para pagar la UTE financiamos negocios millonarios, que se podrían definir como escandalosos…
“Increíblemente, en el país que sobra la energía eléctrica la pagamos más cara que todo el resto de la región” con la particularidad de que los usuarios residenciales, las familias, terminan subsidiando la energía que consumen las industrias y la que se exporta, denunció Edgardo Balbuena, sanducero que se dedica al estudio de estos asuntos y que sostiene una extensa militancia gremial en su organización, SUTEL (el sindicato de los trabajadores de ANTEL).
“EL MEGAVATIO VALE US$ 55 DÓLARES Y LAS FAMILIAS LO PAGAMOS US$ 245”
Citando información de UTE, precisó que el costo de generación de cada megavatio “se puede estimar entre 55 y 60 dólares” sin embargo los usuarios residenciales pagamos unos US$ 245 dólares el megavatio y los clientes industriales, que usan media tensión, US$ 114 dólares por la misma unidad. Haciendo una comparación con la región, resulta que los precios que establece UTE son, en general, los más altos, con la particularidad de que su negocio es monopólico. “El megavatio hora para los usuarios de media tensión, industriales, está a US$ 114 dólares en Uruguay, US$ 129 en Chile, US$ 91 Brasil, US$ 52 Argentina y US$ 43 Paraguay. Mientras que el megavatio hora para clientes residenciales vale US$ 193 dólares en Chile, US$ 150 en Brasil, US$ 64 en Argentina, US$ 61 en Paraguay pero US$ 245 en Uruguay. Es algo increíble, que debemos denunciar”, sostuvo Balbuena que apuntó que los industriales acceden a descuentos y bonificaciones que no se aplican para los usuarios domésticos.
También según datos divulgados en el transcurso de estos últimos días por fuentes de la misma UTE, se conoció que el país exporta energía a Argentina “a no más de US$ 28 dólares el megavatio según un acuerdo, no escrito, que se implementa desde hace años”. El llamativo negocio implica que se enajene energía a la mitad de lo que nos cuesta su producción, observó.
ÚNICOS EN EL MUNDO: PAGAMOS MÁS CARO POR LO QUE NOS SOBRA…
Lo particular del asunto es que Uruguay no padece problemas de escasez de energía sino que, por el contrario, tiene sobreproducción. De hecho, la generación de todo el sistema, sumando las distintas formas de producción, asciende a los 4.500 megavatios hora “cuando el consumo pico del país no sobre pasa los 2.200 megavatios hora. Quiere decir que nos sobra el 100% de la energía”. Contrariando las leyes del mercado, en este caso la sobreoferta no hace que el precio del producto baje; por el contrario: sube y lo sufrimos en “los ajustes”, “adecuaciones”, o cualquiera sea el concepto que se utilice cuando nos intentan explicar ese par de incrementos anuales que se aplican habitualmente.
Balbuena descartó que los costos de la energía eléctrica se deban al costo de producción de UTE, con su plantilla de trabajadores incluida, aunque reconoció que la empresa es un destacadísimo agente de recaudación para Rentas Generales, tanto por lo que percibe mes a mes por los servicios que vende como por los impuestos que carga en sus facturas. Como ejemplo citó que en 2018 aportó a las arcas del Estado unos 300 millones de dólares.
LOS NEGOCIOS DE MUJICA Y VÁZQUEZ
Sin embargo, la carga más costosa que enfrenta UTE es el cumplimiento de una serie de contratos, básicamente firmados en los períodos de Mujica y Vázquez, que obligan al país a comprar energía aún cuando no la necesitamos y a precios que superan muy notoriamente el costo de producción del propio Estado. “Increíblemente firmaron varios contratos con capitales privados, fondos de inversión, básicamente españoles, que vinieron a invertir en Uruguay, aunque el concepto de inversión en estos casos es muy relativo, y obligaron al país a comprar energía a privados la necesitemos sí o no. Es de no creer porque tenemos un sistema que produce más del 100% de lo que necesitamos pero el país está obligado a comprar energía”, lamenta Balbuena que detalla algunos compromisos “que son por 20 años y con precios muy elevados”. Aclara que estos compromisos se gestaron cuando el país ya había tenía un sobrante muy considerable de energía siendo la única explicación “el deseo de fomentar la instalación de inversiones aunque vamos a ver que las terminan subsidiando las familias uruguayas”. Como ejemplo citó el acuerdo firmado con UPM en el año 2017 que nos obligará a adquirir “un 5% más de energía, o sea sumar otro 5% a la energía que ya nos sobra”, con la particularidad de que el valor del megavatio quedó fijado en US$ 72,5 dólares por 20 años, notoriamente más caro que el costo de producción de UTE, aún cuando el precio de la energía a nivel mundial tienda a bajar, a sabiendas que no necesitamos ese aporte, “sin ninguna cláusula que nos permita renegociar el precio que encima tiene como variable de ajuste el IPC de los Estados Unidos”. Citando el Decreto 59 del año 2015 que firmó el entonces presidente José Mujica, al que se puede acceder en la página www.impo.com.uy, Balbuena dijo que el Estado se compromete a pagar la energía que los generadores puedan producir, no la que efectivamente despachen a la red. Esto hace pensar que es probable que en algunos casos hayan quienes cobren sin siquiera tener costos de generación.
LOS QUE JUNTAMOS LAS MONEDAS PARA PAGAR LAS FACTURAS SUBSIDIAMOS NEGOCIOS MILLONARIOS
En base a estos datos, extraídos de fuentes oficiales, Balbuena sostiene y denuncia que los trabajadores, jubilados y desocupados, con el pago de sus facturas, son quienes financian las exportaciones a mitad de precio y negocios millonarios en beneficio de unos pocos, varios de ellos extranjeros, que en cualquier lugar del mundo serían calificados como escandalosos. “El 50% de lo que cada uno de nosotros paga cada mes en la factura va para esta gente, sin vueltas, para financiar esos enormes costos que tiene que absorber la UTE que termina destinando el 60% de su generación al pago de esos contratos”, enfatizó y sostuvo que esa situación hace totalmente inviable considerar la posibilidad “de bajar las tarifas”, aun cuando ese compromiso resulte común en las campañas electorales.
De hecho Balbuena rechaza que los actores políticos se entretengan discutiendo “si está bien o no subir las tarifas en tal o cual momento pero no sinceran la discusión sobre la estructura tarifaria”. Opinó que “la única solución” sería “que haya un sinceramiento, que se pongan los pantalones y le digan a los inversores que de acuerdo a las actuales condiciones no podemos seguir cumpliendo con estos contratos” y que alivien a la masa de la población “que paga la energía no sólo en la factura de la UTE sino también cuando compra un kilo de fideos o cualquier otro productos de la canasta básica”.
Finalmente señaló cómo UTE beneficia a las grandes superficies en detrimento de los comerciantes más pequeños que padecen por sus costos fijos. “Al bolichero de mi barrio le sale mucho más caro enfriar las cosas que al Ta-Ta que tiene precios enormemente ventajosos aun cuando la energía que se vende a uno y a otro vale lo mismo”, manifestó como revelador ejemplo.