Por cosas de la vida, y porque así estaba destinado, fue una niña carenciada de muchas cosas. Creció en el ceno de una familia donde le inculcaron muchas cosas buenas, las cuales las puso en práctica en el correr de su vida.

Esta niña, con sus seis añitos, como todos los niños creía en los reyes magos, y cada año hacía la cartita donde ahí pedía todo aquello que ella quería tener.

Lo que pedía era solamente juguetes, con la esperanza de que al despertarse ese día tan esperado, encontraría lo que ella pedía, pero lamentablemente, por cosas de la v ida jamás recibía nada en la casa de sus abuelos.

Fue una niña que por cosas de la vida no tuvo una buena niñez, su abuela no entendía que ella era solamente una niña, y como tal tenía derecho de vivir una digna niñez.

Su abuela era una persona chapada a la antigua, sin embargo su abuelo no lo era, y no estaba de acuerdo en la mayoría de las cosas con la abuela, pero era ella la que decidía sobre esa niña. Esa misma abuela fue la que le inculcó que no debía apoderarse de lo ajeno, que debía respetar a las personas, que debía ser una persona honesta, trabajadora etc, etc, pero no entendía que debemos vivir cada cosa de la edad.

Cuando el abuelo por cosas de la vida partió al otro mundo, ella se fue a vivir al campo con la niña, no tenía en cuenta que era lo mejor para su nieta, y por eso la crió alejada de todo y de todos. Esta niña conoció a su mamá pero no la veía jamás, esa madre vivió como si esta criatura no existiera en su vida.

El papá de la nena era el hijo de la abuela, pero no se comportó como un padre, solamente le pasaba algo de dinero a la abuela para su hija, pero jamás hizo el rol de padre. Esta niñita por cosas de la vida, no tuvo madre ni padre, y para completar, una triste infancia.

En el campo estaba acompañada solamente de su abuela, cada tanto recibía la visita de una tía, la cual siempre le hablaba a la abuela de la niña, quería que le permitiera llevársela con ella a la ciudad, para cuidar de esa niñita.

Esa tía era una buena mujer, tenía un esposo y dos hijos, una nena de 12 años y un varón de 10 años. Veía la vida de una forma distinta a su madre, le causaba mucha pena su sobrina, por no recibir el amor de sus padres, y otra porque era testigo de la aburrida vida que llevaba junto a su abuela.

Si alguna vez esta niña recibió regalitos o alguna ropa nueva, fue porque esta tía se lo compraba. La abuela estaba empeñada en que la vida que le daba a su nieta era la mejor.

La única salida de la niña era a la escuela que quedaba muy lejos de la casa de su abuela, había algunas maestras que pasaban en auto en el trayecto a la escuela, y levantaban a la niña para que pudiera asistir a clase.

Por cinco años vivió en el campo con su abuela, ambas se querían mucho, pero la pena era que esta niñita había dejado de vivir muchas cosas de su edad. Cuando llegaba de la escuela, la abuela siempre estaba afuera esperándola, no había una vez que ella no estuviera parada esperando el coche de las maestras.

Ese día al ver que la abuela no estaba, una de las maestras la acompaño adentro de la casa, y por cosas de la vida la encontraron tirada en el piso sin vida.

Esa niñita había crecido, ahora tenía 11 años.

Luego de todo lo sucedido, su tía se hizo cargo de la niña. Sin duda que su vida cambió rotundamente. Esos tíos cuidaron de ella como si realmente fuera una hija más.

Ella extrañó a esa abuela que a su manera había cuidado de ella, y muchísimas veces lloró por ella, pero no podía negar que su nueva vida era mejor a la de antes, ya que llevaba una vida normal junto a sus tíos y primos que la aceptaban muy bien. Pasó a ser una adolescente feliz, y supo responderles bien a sus tíos.

Los años pasaron y se convirtió en toda una mujer. Hoy ya convertida en esposa y madre, cuida de sus hijos como no lo hicieron con ella.

En su mente lleva el recuerdo de aquella abuela que cuidó de ella, hasta su último día de vida.

A pesar que sus padres viven, y que cada uno lleva una vida por separado, jamás quiso saber de ellos, para ella son dos personas extrañas.

Dice que a los 11 años Dios le regaló una mamá, un papá, y dos hermanos.

Ella hoy entiende que lo que le tocó vivir, es parte las cosas de la vida.

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