El 12 de agosto de 1968 Líber Walter Arce Risotto y un grupo de estudiantes de Odontología, Medicina, Enfermería y Veterinaria manifestaba desde la Facultad de Veterinaria ―situada en la calle entonces denominada Larrañaga, rumbo a avenida Rivera. Según consta en Wikipedia: «Esta «manifestación relámpago» fue interceptada por un vehículo policial con un oficial y tres agentes que se hicieron presentes. El oficial Enrique Tegiachi disparó sobre el grupo.»
En realidad la verdad es un poco distinta. Las manifestaciones estudiantiles no eran pacíficas. Se caracterizaban por apedreas que luego la policía controlaba con gases lacrimógenos hasta que se disolvían.
Cuenta Felipe Rodas, estudiante de aquella época en el documental 《Cuando Liber Arce se escribe con C》: “El lío se arma por Larrañaga contra la puerta de facultad. Ahí había unos «bolichitos» en la esquina que vendían medicamentos veterinarios. Cuando nos corren nos refugiamos en la facultad. Los milicos quedan del lado de enfrente y nosotros del lado de la facultad. Nosotros éramos menos de 50. Hasta ese momento veníamos con volantes. Pero luego tiramos 4 o 5 pedradas y ahí se van. Los tipos retroceden. Y ahí detrás de uno de los bolichitos aparece este muchacho de odontología (¿Líber Arce?) y le pega una piña común y silvestre. El milico llevaba el casquito y voló al medio de la calle. Y ahí fue donde los milicos agarraron el casquito y rajaron todos juntos por Grl. Print para abajo. Nosotros los corrimos como media cuadra a los milicos para atrás. Como eran 4 y nosotros seríamos 10, éramos el doble. Los milicos rajaron. El milico este se apretó. Hasta ese momento estaban tirando con revólveres y todos nos dimos cuenta que no tiraban. Era otra época, eran armas de fogueo, no tiraban. Tiraban a errar. Este cambió (el que le había pegado una cuadra antes), sacó la pistola y empezó a salir polvo de las paredes por todos lados. Yo venía por la paralela de enfrente y me voló el polvo en la cara y a la mierda, esto cambió. Y bueno, fueron 2 segundos. Tiro 3 tiros.»
Está claro que el Gobierno de Pacheco fue responsable. Pero está claro que el estudiante de odontología devenido en mártir no era una «Carmelita descalza«. No solo le pega a un funcionario policial, sino que además y en patota los corren una cuadra mientras los agentes retroceden. ¿Se pudo evitar? Sí. ¿Era necesario disparar a una multitud desarmada? No, si los agentes estuvieran seguros de no correr riesgo de vida. Pero incluso si la represión fue excesiva, ¿con qué fin los habían corrido una cuadra? ¿Entablar un cordial diálogo? ¿Invitarlos a participar de la marcha? ¿Venderles algún bono colaboración?
Los jóvenes militantes de la generación Z hablan de un mártir que no conocieron. Un pobre tipo que se pasó de vivo y le salió caro. Que por alguna razón macabra se llamaba Líber Walter Arce y a la izquierda le vino bárbaro el acrónimo y quedó para la posteridad. La liberación estudiantil tenía un mártir que se llamaba igual que su lucha.
La realidad es que el policía se asustó y tiró para dispersarlos y con tal mala puntería le pegó en la femoral al revoltoso. Y en el hospital de Clínicas murió desangrado.
Hoy se conmemora fecha de su muerte. Deberíamos recordarlo para no repetir los errores pasados. Y aprender que la violencia siempre genera más violencia.