Este nuevo código penal que tenemos es patético, es injusto y es un mamarracho.
Entre cuatro paredes el fiscal intenta pactar con un delincuente y su abogado por una condena.
Y allí comienzan las ofertas y contraofertas buscando un acuerdo.
¿Es justo eso?
Sin duda que de ninguna manera, que lo justo es una sentencia real, de acuerdo al delito cometido y no un acuerdo de partes.
Y es así que hemos visto condenas que nos dejan asombrados por ser sumamente benévolas por demás.
Y los pobres fiscales dependen para la investigación de sus auxiliares, la policía.
Tienen que rezar no les toque la corrupción policial, que en oportunidades hacen todo antes de llegar al fiscal.
En síntesis, estamos regalados, tenía total razón el malogrado Dr. Enrique Viana, ex fiscal.
Viana renunció a su cargo y su carrera funcional por no estar de acuerdo con este disparate, un verdadero ejemplo.