Una de las grandes incógnitas de la política uruguaya de todos los tiempos, es la disparada increíble e inexplicable de Ernesto Talvi de la política para siempre, de la noche a la mañana.

Hasta el día de hoy, y seguramente por mucho tiempo más, esa pregunta se va a repetir una y mil veces en muchos ámbitos…

¿Por qué Ernesto Talvi en forma abrupta e inexplicable renunció a la política para siempre?

Hoy vamos a intentar darles a nuestros lectores una respuesta seria a esa pregunta.

Ernesto Talvi no es una persona fácil, ni sencilla; es un hombre muy inteligente, calentón, pero educado, incapaz de tomar decisiones apresuradas e inconsultas.

Toda su vida empresarial ha demostrado ser un hombre que tiene estrategias y objetivos a largo plazo.

Si bien tiene carácter fuerte, no dudamos en calificarlo como un calculador, estudioso y seguro de sus conocimientos.

Todos esos atributos lo llevaron a demorar varios años estudiando su ingreso a la política partidaria.

Cuidadosamente fue armando toda una estrategia inteligente para liderar un fuerte sector del Partido Colorado.

Utilizó sus presencias multitudinarias en CERES por todo el interior del país para potenciar su imagen y formar su mejor condición de orador en el tema economía.

Con un léxico fácil, para que se entienda desde todos los lugares de la sociedad, Talvi fue ganando adeptos dentro y fuera del Partido Colorado.

Conocedor que es mucho mejor que te lo pidan y no ofrecerte, también fue esperando el momento ideal para su lanzamiento en la política como candidato y dejar su trabajo profesional, para dedicarse totalmente a su candidatura.

Sabía que su rival era el sector Batllistas, que lideraban tres o cuatro dirigentes, entre los que se podía visualizar a Tabaré Viera, ex intendente de Rivera por dos veces, Senador y Diputado.

Con la retirada de Pedro Bordaberry, se había deteriorado mucho el Partido Colorado. Era momento de nuevos liderazgos y allí encajó a la perfección un hombre no tan joven, pero de apariencia juvenil, que contaba con una aprobación muy importante.

Tabaré Viera fue a buscar al ex presidente Julio María Sanguinetti a su casa, ya retirado hace muchos años de la política.

Mucho le costó, pero, la presencia de su hijo Julio Luis lo motivó para volver al ruedo con más de 80 años de edad.

La lucha por la interna con Sanguinetti para Talvi fue absolutamente prioritaria.

Y cuando parecía que el anciano ex presidente se llevaba la victoria, de atrás, con coraje, Talvi logra un amplio triunfo y es el candidato único a la presidencia del Partido Colorado.

Ya posicionado, y sabiendo que no llegaría a ganar la elección, comienza a ser muy importante en la creación de la coalición multicolor, mucho antes de lo que la gente sabe. Sus conversaciones con Lacalle Pou fueron claves para llegar al balotaje con chance de lograr el gobierno y desalojar al Frente Amplio luego de 15 años de gobierno de izquierda.

Talvi manejó los tiempos con mucho éxito, fue importante para unir posiciones distantes, como lo eran Manini y Mieres.

Supo ser un buen compañero de Luis en todo ese recorrido, que los llevó a ganar la elección por muy escaso margen pero suficiente para que esta colación que se armó para ganarle al Frente lo lograra.

Pero hasta allí lo acordado, no había un después del triunfo programado.

Hubo que volver a acordar con Luis, repartir cargos, ministerios, entes, embajadas.

Ahí comenzaron los problemas, y no por ese reparto normal, sino porque luego del triunfo Luis ya no fue aquel gentil y dispuesto amigo de la política que Talvi había conocido.

Allí comenzó la desazón y la preocupación de Talvi, que se veía inmerso en la mugre del sistema político sin proponérselo.

Julio María Sanguinetti le hizo mil chanchadas, avivadas de la política, por su buen relacionamiento, y hasta podríamos decir influencia ante el presidente de la República, sacando ventajas.

Talvi discutió con Sanguinetti, y no se hablaron más, se distanciaron los dos líderes del Partido Colorado, se terminó el diálogo.

Esa pelea fue el comienzo del fin para Talvi, pero en el Ministerio de Relaciones Exteriores tenía una buena oportunidad de mostrar lo que le hubiera gustado hacer si le hubiera tocado ser presidente.

Y allí se dio el gusto de decirle que no a Julio Luis en la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), el segundo escalón hacia su renuncia.

Fue manoseado por Luis Lacalle Pou, lo presionó para que firme el cargo para el hijo de Sanguinetti.

Llegó incluso al agravio y descalificación, diciéndole que no sabía nada de política.

A pesar de eso, Talvi se mantuvo muy firme y seguro, recibiendo incluso presiones de dirigentes propios para que acepte firmar la nominación de Julio Luis.

Lacalle Pou quedó muy enojado con esa postura y cambió el relacionamiento con el presidente.

Talvi vio como igualmente le encontraron un cargo a Julio Luis en la Vice Presidencia de UTE con mucha furia, era la demostración de lo que significa el sistema político profesional en sus propias narices.

Humillado Talvi, sintió un gran dolor, incluso mal visto por los viejos políticos de su propio partido y hasta alguno de su sector.

Resolvió seguir adelante con su gestión en el Ministerio, ya habiendo superado con singular éxito su tarea de repatriación de compatriotas en la emergencia sanitaria.

Por su gestión durante la repatriación, Talvi logró una muy buena imagen, siendo el ministro mejor visto en las encuestas que se realizaron.

El crucero y todo lo que se vivió, lo alzó aún más en la consideración internacional.

Casi sin diálogo con el presidente Lacalle Pou, solo lo necesario y con un duro enfrentamiento con Julio María Sanguinetti, resolvió dedicarse de lleno a su gestión internacional en el Ministerio que le había tocado.

Así fue que trabajó incansablemente para armar un plan para los próximos cuatro años como Ministro de Relaciones Exteriores.

Con sus asesores crearon la nueva política exterior para Uruguay, algo sin precedentes, que le cambiaba totalmente la cara a la diplomacia uruguaya.

Una vez escrita la propuesta, Talvi procedió al lanzamiento de la misma, con una conferencia de prensa.

Allí dio a conocer los grandes cambios estructurales de la política exterior de Uruguay.

Debemos decir, que esto no fue un proyecto que debía autorizar, o aprobar nadie, era su gestión al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores.

El proyecto terminaba con la “política del coctel” que hasta ahora se había profundizado no solo en los 15 años del Frente Amplio gobernando, sino que era la clásica forma de encarar el tema de Sanguinetti y Lacalle, prácticamente lo habían creado ambos ex presidentes.

Y allí vino el golpe letal del presidente Lacalle a Talví, le pidió la renuncia al ministerio.

Esto pocos lo saben, muchos creen que Talvi renunció abruptamente y no fue así.

Álvaro Delgado fue el encargado de decirle a Talvi que había un cambio de ministro de relaciones exteriores por resolución del presidente Lacalle Pou.

Fue así que Ernesto Talvi resolvió presentar su renuncia y retirarse unos días a su domicilio a meditar.

El golpe fue muy duro, fue el sistema que lo sacó del Ministerio.

La llegada a su cargo de Bustillo fue otra demostración clara y contundente de que el continuismo en la gestión diplomática, sería lo que iba a ocurrir.

Talvi sintió profundamente que todo el trabajo estudiado por él y sus asesores, pasaba a ser simplemente parte de un rollo de papel higiénico en el futuro.

Que nuevamente el sistema político profesional le ganaba la pulseada.

A Talvi lo defraudó el presidente Lacalle Pou, creyó en él, creyó en una colación real.

Talvi creyó en todo lo que había prometido Lacalle Pou, pero, se dio cuenta que atrás de Lacalle Pou está Lacalle Herrera y Julio María Sanguinetti manejando el timón de un barco que no cambiaría de rumbo.

Pudo asumir su banca de Senador, pero lo descartó inmediatamente, allí solo son títeres del poder, solo hacen mandados de lujo para los mismos nombres que lo llevaron a recluirse en su casa.

Ernesto Talvi no se sintió acorralado, solo se sintió defraudado.

Vio que sus enemigos estaban dentro de su propio partido.

Se dio cuenta que nada podría cambiar, y que solo podría hacer algo de lo que tanto estudió y soñó, si era presidente de la República.

No es que se sorprendió, de ninguna manera, es muy inteligente como para entrar engañado a la política.

Ernesto Talvi es otro de los tantos uruguayos bien intencionados, de los que dejó de lado su propia familia, amigos y profesión, para intentar ese cambio que tanto necesitamos.

Que quede claro, el motivo por el cual Talvi abandonó para siempre la política partidaria fue que Lacalle Pou lo traicionó, lo usó para llegar, pero luego lo traicionó.

Y se dio cuenta que ni el propio Lacalle Pou tiene el control total, que hay otros elementos muy importantes, que resuelven, aun por encima del propio Luis.

Al tener la absoluta seguridad que todo su esfuerzo de dos años por lo menos para llegar a donde llegó, fue en vano, y convencerse que es imposible cambiar democráticamente el sistema, se fue para su casa. Luego la inteligencia del presidente lanzó un par de motivos asquerosos al ruedo de las redes sociales, para crear ese rumor, que dejaría el real motivo lejos de poder conocerse.

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