Hoy no es el día de la libertad de prensa, hoy es el día de la hipocresía.
La hipocresía de los periodistas que trabajan en medios que no los dejan hablar.
Hipocresía de los colegas que se tienen que cuidar y pasar por mil filtros antes de salir al aire.
Hipocresía de los que saben que hay temas que no pueden tocar, que conocen perfectamente bien que si llegan a pasar ese límite, se quedan sin trabajo.
Hipocresía de los permisarios de medios, que reciben una pauta oficial y saben que están comprometidos con quienes se la dieron.
Hipocresía de los medios que se cobran por adelantado con pautas oficiales las futuras campañas publicitarias de los directores de los Entes cuando se postulen como candidatos en sus departamentos.
¿Dónde está la libertad de expresión?
¿Dónde está la libertad de prensa?
Muchos de mis colegas se autocensuran por temor a perder su trabajo.
Como en todos los oficios hay excepciones, pero tengo la absoluta convicción que es como lo planteó.
Tengo la experiencia como para decir lo que estoy diciendo.
Me han despedido de varios medios importantes por traspasar los límites que te imponen cuando vas a trabajar allí.
No guardo rencor con nadie, esto es un sistema impuesto hace décadas.
El dueño de una radio (permisario, ya que las ondas son del Estado), se financia gracias a la publicidad oficial, si no la tiene está absolutamente expuesto al cierre de la emisora.
El periodista que allí trabaja, sabe que su trabajo depende de no pasar ese límite impuesto por sus patrones.
¿Dónde queda la democracia, y la libertad de prensa?
Los medios de mayor difusión son los más comprometidos.
Personalmente estuve en los dos lados del mostrador.
Trabajé para radios muy importantes y un canal de Montevideo durante muchos años.
Durante estos años trabajando allí, me limité, traté de aceptar las reglas, pero en todos los casos fallé, no pude, y me precipité en temas que no debía por las condiciones impuestas.
Terminé sin trabajo y luego de varias situaciones similares, mi final fue entrar en una especie de Clearing que me impide trabajar.
Gracias a Dios, surgió el semanario El Bocón, fruto de la indignación, de la falta de recursos y pude continuar mi profesión de periodista.
El resto ya se sabe, fueron 26 años hasta ahora, con 88 juicios penales en mi contra, superados.
Con más de 100 audiencias penales esperando el dictamen que permita volver a mi casa, o ir a una cárcel.
Creo tener los pergaminos como para opinar con cierta autoridad.
¿De qué libertad me hablan?
¡Feliz día de la hipocresía para todos!