Digo claramente al inicio de este análisis, que no apunta el mismo a descalificar al nuevo entrenador, ni la forma que se llega a nombrar un director técnico en Peñarol.
Dicho esto, vamos a analizar que hubo una gran cantidad de candidatos, pero, muy pocos los que realmente estuvieron en la selección para definir.
Debemos recordar, que el presidente Ruglio, hace muchos años que viene diciendo que el mecanismo para nombrar entrenador en Peñarol no debía ser simplemente elegir a uno.
Que había que darle la derecha al Gerente Deportivo de la institución, poniendo como ejemplo lo que ocurre en los grandes clubes de Europa.
Estamos de acuerdo con el presidente de Peñarol, es así como debería ser, pero, estamos en el Uruguay no en España o Francia, y eso es un peso importante que cuesta levantar.
Pero en este caso, Peñarol resolvió a la europea, nombró a Pablo Bengochea primero, y después el presidente comenzó a escuchar los posibles candidatos para el cargo.
La estrategia fue la del nido del Teru Teru, es decir, cantar en un lado y lejos tener el nido con los huevos.
Su tradicional rival estaba al rojo vivo con el tema de la indisciplina en el hotel donde luego del clásico mantenía la burbuja.
Y entonces, la estrategia fue no quitarle el protagonismo mediático negativo a Nacional y dejar varios días más de lo posible el nombramiento de su entrenador.
El candidato único era solo Gustavo Poyet del presidente Ruglio, y también lo fue de Bengoechea, era quién representaba ese “salto de calidad” que siempre el nuevo presidente repitió hasta el cansancio.
Incluso Poyet aceptó ser entrevistado en medios deportivos diciendo que había conversado con Ruglio y que estaba dispuesto a ir a dirigir a Peñarol.
Pero Poyet no fue el único nombre que trascendió.
Robert Siboldi, Paolo Montero, Diego Alonso, Julio Ribas, Gustavo Matosas, Jorge Fosatti, Martín García, y siempre mantuvieron a Mario Saralegui, sumando incluso a Diego Forlán.
TODOS TÉCNICOS CON FUERTE PERSONALIDAD
Si analizamos uno a uno, vemos que de esta larga lista de nombres, todos son técnicos que tienen una fuerte personalidad, trayectoria la mayoría y liderazgo.
Pero Mauricio Larriera no, es el que menos trayectoria tiene, menos títulos, menos identificación con Peñarol, e incluso haber trabajado en Nacional como mano derecha de Gustavo Pelusso con título incluido con los tricolores.
Y aquí nos detenemos en un detalle para nosotros muy importante.
Pablo Bengoechea es un individuo difícil, con una gran personalidad, líder por naturaleza, capitán, con don de mando.
Su cargo no es un cargo secundario, es el director que manda en el fútbol de Peñarol, con mucho poder, mucho más del que le dieron a otros que ocuparon ese cargo.
Y Pablo gusta de ordenar, sus principales problemas en su carrera como futbolista y como entrenador fue por sus enfrentamiento a causa de sus principios inalterables.
Es la primera vez que ocupará un cargo de gerente deportivo de una institución, y su impronta se hará sentir, con el respaldo total de la directiva.
¿Alguien puede imaginar a Bengoechea haciéndole un llamado de atención o sugerencia a Fosatti, a Matosas, a Ribas, a Saralegui, a Paolo?
Más bien parecería podría ser una invitación a cortocircuito.
Entonces Pablo elije a Mauricio Larriera.
El nuevo técnico de Peñarol, si bien tiene una trayectoria internacional, también ha salido a dirigir a Paraguay, Catar, Argentina y Chile fueron los países donde dirigió fuera de Uruguay y en nuestro país se hizo cargo de Racing, Defensor Sporting, Danubio y Wanderers.
En ninguno triunfó, en la mayoría fue cesado por no llegar al rendimiento esperado, un técnico de media tabla se podría decir.
Sin embargo, Larriera tiene lo que no tiene Pablo Bengoechea, el trabajo administrativo, sus estudios al más alto nivel de organización deportiva.
Un estudioso del fútbol, aplicado, muy trabajador, que siempre está al día en lo último a nivel mundial.
Fue el complemento de Pelusso cuando apareció como su ayudante técnico.
Larriera es más teórico que práctico, más pizarrón que vestuario.
Y por ende, Bengoechea se va a sentir mucho más integrado al cuerpo técnico (incluyo a Darío Rodríguez), que lo poco que podría aportarle a otros que ya vienen con un estilo de fortaleza personal y trayectoria, que sería imposible de integrar.
Hubo nombres que fueron simplemente usados para para distraer.
El más notorio Mario Saralegui.
Cualquier persona con sentido común, hubiera renovado hasta el fin del campeonato próximo y fin del uruguayo a Saralegui.
Su conocimiento del plantel, su influencia en los jugadores, su triunfo clásico, y la mejoría en el juego deportivo de los últimos partidos. Haber quedado a solo 7 puntos de Nacional en la tabla general.
Pero Saralegui fue muy desprolijo en sus dichos y apariciones en los medios.
La invitación a Carlos Bueno de venir a concentrarse con el plantel previo al clásico fue de cuadro de barrio, una fiesta de boliche, muy triste.
Y por último, un breve comentario para Diego Aguirre.
Desperdició el cargo no solo porque perdió Juan Pedro, sino por querer definir la elección ha pedido de Damiani.
Como la elección estaba pareja, dijo lo que no debió decir y quedó preso de sus palabras… “Solo seré el entrenador de Peñarol si gana Juan Pedro”.
Esa fue su partida de defunción.
Quedó preso de sus palabras, aunque luego quiso cambiar un poco lo que había dicho, pero ya no había marcha atrás.
Sin duda que era el entrenador que toda la hinchada quería a Diego Aguirre, pero, solito se marginó.
Apostó a ganador y perdió.
En síntesis, Mauricio Larriera tiene una gran capacitación técnica, un trabajador incansable, no puede armar su plantel, tiene que jugar con lo que hay, se juega en 15 partidos mucho.
Un riesgo que bien vale la pena sin duda.