Resulta que antes Uruguay era un país ganadero y agrícola. Siempre fue nuestra principal fuente de recursos, el campo y las industrias; allí se generaba la riqueza.
De la misma manera se generaban los puestos de trabajo para nuestra gente.
El objetivo era producir y vender la producción.
La cosecha del trigo, la remolacha azucarera, la avena, los frutales, las naranjas, el arroz y toda una gama de productos que eran el reflejo de nuestra sociedad.
En la ganadería era algo maravilloso, nuestras carnes eran requeridas de grandes países de Europa y del mundo entero.
Teníamos una especie de “marca” con la carne, fuimos muy respetados en todo el Planeta por nuestra excelente calidad en carnes.
La lana uruguaya era símbolo de aptitud.
Lo mismo pasaba con las industrias, que se amontonaban en la capital.
La FUNSA era orgullo nacional, y daba excelentes empleos a los uruguayos.
Los frigoríficos nacionales eran parte de un collar de calidad que garantiza las exportaciones.
Las grandes empresas de uruguayos, como lo fue la ONDA en el transporte de pasajeros generando miles de empleos genuinos.
Lamentablemente todo fue cambiando, las industrias fueron cerrando porque ya no vendían mucho, los costos eran imposibles de lograr y fueron quedando miles y miles de obreros trabajadores sin sus fuentes de trabajo.
Ya no era posible generar productos que lograran tener un precio adecuado para estar vigentes en el concierto internacional.
Hace poco cerró FANAPEL y dejó 300 obreros sin su trabajo y una pequeña localidad herida de muerte.
Era la crónica de una muerte anunciada, como ocurrirá con las poquitas industrias y fábricas que van quedando.
Están condenadas al cierre, el mundo cambió y Uruguay lo sabe.
En Empalme Olmos cierra la fábrica y el presidente Mujica intenta hacer una cooperativa con los obreros que no funciona.
Lo mismo pasó con la curtiembre de Florida, con Alas U más cerca en el tiempo.
Los gobernantes resuelven abrir las puertas a los productos chinos y ahí están firmando el certificado de defunción de la industria uruguaya.
Los empresarios se dan cuenta que es mucho más gratificante y rentable ir a China, comprar mercadería meterla en un container y aquí venderla ya terminada.
Ganan más, no tienen empleados, el presupuesto es mínimo de funcionamiento y definitivamente ganan mucho más dinero.
Todo en desmedro del empleo de los uruguayos.
Nunca se protegió el empleo de los uruguayos por ningún gobierno, ni tampoco por las organizaciones sindicales.
Si esto hubiera ocurrido, jamás estaríamos con 700.000 compatriotas trabajando 44 horas por semana cobrando por mes 20.000 pesos, unos 450 dólares mensuales.
¿Que calidad de vida puede tener una persona cobrando por su trabajo 20.000 pesos?
Cuando el alquiler de una pieza en una pensión supera el salario de un obrero, no habría más nada que hablar.
Mientras este descalabro laboral llega a Uruguay, los gobernantes deben aumentar los impuestos, crear nuevos y bajar notablemente la inversión porque no pueden cubrir el presupuesto del país.
Cuando nosotros en nuestra casa vemos que no nos alcanza para pagar el presupuesto del mes, lo que hacemos es bajar el presupuesto ¿verdad?
Cortamos el cable, sacamos el teléfono, no vamos a comer afuera, devolvemos las matrículas del auto a la intendencia por un tiempo hasta que pase la malaria así no pagamos ni patente ni seguro.
Los ministros del gobierno en lugar de bajar el presupuesto para “llegar a fin de mes”, siguen aumentando el costo del Estado, meten más funcionarios públicos, inventan las unipersonales contratadas, los becarios y todos los artilugios posibles para poder pagar los compromisos electorales y poder seguir dando trabajo a cambio del voto en las próximas elecciones.
Las intendencias todas pasadas de funcionarios necesarios. Contratan empresas para hacer trabajos que ellos pueden hacer, pero no lo hacen para contratar a sus amigos o correligionarios.
Al no bajar el presupuesto, al no tomar medidas drásticas y radicales para evitar el gasto innecesario; hay que aumentar impuestos.
¿Más sencillo lo quieren?
Si no paran drásticamente con los viajes al exterior de los legisladores y funcionarios.
Si no terminan con el cáncer de las embajadas innecesarias y consulados en el exterior.
Si no cortan las partidas de legisladores y funcionarios que solo se trata de sueldos encubiertos.
Si no prohíben la contratación de más funcionarios para el Estado aunque sean terciarizados.
Si no declaran la guerra al despilfarro delictivo que hace 100 años han incorporado como algo natural…estamos liquidados.
Estamos condenados a vivir indignamente.
Estamos condenados a la peor educación de la historia.
Estamos condenados a vivir con miedo, esperando que nos vengan a rapiñar.
Estas papeleras es pan para hoy y hambre para mañana. Lo saben todos, pero es el manotón de ahogados, es la forma que los números macros puedan dar.
Es para parar la inflación y que no pase del 10%.
¿Creciendo? Lo que crece es la cuenta bancaria de los políticos y de todos los que están colgados del poder de gobernar y legislar.
Cuando la canasta familiar llegó a los 80.000 pesos y el salario mínimo nacional es 16 mil, es cuando podemos decir sin temor a equivocarnos que algo anda muy mal.
Yo sigo confiando en que el pueblo uruguayo se va a despertar.
Si eso no ocurre, y no logramos tomar conciencia de esta realidad…
El último que apague la luz.