Montevideo, 16 de mayo de 2021
Señor Director
En la edición del semanario Búsqueda correspondiente al pasado 13 de mayo se incluye una carta del político y periodista Juan Martín Posadas titulada “El voto electrónico”, en la cual su autor transcribe declaraciones del experto en informática Nicolás Jodal publicadas por el diario El País.
Habiéndosele preguntado a este ingeniero y empresario en el transcurso de una entrevista si consideraba nuestro país preparado para implementar el voto electrónico, respondió: “La verdad es que no estoy muy interesado. ¿Para qué votar apretando un botón? ¿Para qué arreglar cosas que funcionan bien? El sistema uruguayo es impecable”.
Tales expresiones entusiasmaron tanto al autor de la misiva que luego de congratularse por ellas escribió aludiendo al voto electrónico: “¡Qué peligrosa tontería!”.
Después fundamentó este juicio despectivo afirmando: “Lo importante en una elección no es tener los resultados pronto, sino que sean certeros, confiables, inmanipulables”.
Pero la realidad es que nuestro sistema electoral parecería estar muy lejos de ser «impecable«.
Óscar Bottinelli ‑presentado frecuentemente por Búsqueda y por la prensa en general como especialista en opinión pública y en temas electorales‑, manifestó con respecto a él cosas como éstas en la edición del semanario correspondiente al 2 de marzo de 2017:
“Se están perdiendo las garantías electorales.” “No puede ser que en más de la mitad de las mesas no cierren los números.” «No se puede permitir más que los números de votos en las actas de escrutinio no cierren.” «Si agarrás las elecciones departamentales, de municipios, no te da la suma. A mí me da que hubo 76.741 votos faltantes. Es mucho, es demasiado”. «En 2014 la mayoría parlamentaria la obtuvo el Frente Amplio por menos de seis mil votos y en 2004 no hubo balotaje por menos de 10.000 votos. ¿Qué pasa en 2019 si la Presidencia, el balotaje o la mayoría parlamentaria se disputan por un puñado de votos, inferior a los votos que faltasen? ¿Quién se imagina qué pasa con la base fundamental de la democracia, que es el voto y la confiabilidad en el voto? »
Para ilustrar lo alarmante de la situación agregó: “… en México, en las elecciones presidenciales, con una diferencia porcentual más o menos parecida a la nuestra en 2004 y con irregularidades menores a las que tuvimos en 2014, estalló el país. Está bien, ellos vienen con el fantasma del fraude y nosotros con el fantasma de la confiabilidad. Pero la mayoría absoluta del Frente se definió por 4.849 votos, que es lo que le faltó al Partido Ecologista. Y le faltó porque no tuvo hojas de votación visibles en las mesas. Eso lo vimos en una muestra que hicimos”…
Refiriéndose a la corrección del Registro Cívico Nacional sostuvo: «…encontramos alguna persona con el mismo nombre, apellido y cédula de identidad y con dos credenciales diferentes…»
Con respecto a la seriedad y a las garantías ofrecidas por la Corte Electoral uruguaya expresó: «En 2009 y 2010 se enredaron con el voto en blanco total y el voto en blanco parcial y resolvieron olvidarlo…»
Cuando su interlocutor le preguntó: “¿Cree que el sistema político coincide con su visión, que se dio cuenta del problema…?”, respondió “Sí, aunque no todo el sistema político. Los que más se preocuparon de pedirme que aceptara este desafío y sacarme de la negativa en la que estuve por más de 10 años, me dijeron que esto necesita una transformación profunda. Efectivamente consideran que hay riesgos…”
Pocos días antes -el sábado 25 de febrero del año 2017‑ Óscar Bottinelli había sido más contundente al evaluar nuestro sistema de votación en su columna semanal del diario El Observador señalando que “cruje y está en su etapa final”, por lo que se requerían “urgentes y profundas modificaciones”.
Atendiendo a estos argumentos ‑aportados por quien hace apenas un par de años fue propuesto nada menos que para presidir la Corte Electoral con el consenso de todos los partidos políticos‑ y sabiéndose que ningún cambio se introdujo en los mecanismos de votación desde que se difundieron los mismos, parece poco prudente al día de hoy considerar nuestra metodología de sufragio como “impecable”.
A menos que Óscar Bottinelli ‑quien se desempeñaba por entonces como docente impartiendo conocimientos a nivel universitario acerca de nuestro Sistema Electoral‑ hubiese perdido la razón o faltado a la verdad en forma deliberada y escandalosa, convendría examinar con detenimiento la certeza que ofrecen los comicios en este país.
Por ello el voto electrónico no debería presentarse como producto de una “moda pseudocientífica pasajera” y tendría que generar intranquilidad el que ningún dirigente político se ocupe de tal “novelería”.
Más allá de la opinión que se tenga del señor Óscar Bottinelli como encuestador o politólogo, las irregularidades puestas en evidencia por él son extremadamente graves y cualquier imperfección electoral debería subsanarse de inmediato y por completo. Para que los pueblos ejerzan pacíficamente su derecho a elegir programas de gobierno y representantes legítimos el camino pasa indefectiblemente por las urnas. Y cuando esa vía se obstruye, se dificulta o no inspira confianza, las consecuencias trágicas resultan inevitables.
Por esto ‑para garantizar la practicidad, la inmediatez y la pureza del sufragio‑ es que la Fundación «Homini Veritas» puso hace ya varios meses a disposición de la Corte Electoral, del Parlamento y de la Presidencia de nuestra República una modalidad innovadora que posibilita obtener pronunciamientos populares absolutamente precisos y fidedignos a través de una técnica de voto secreto verificable que puede ser aplicada tanto al utilizarse las consabidas boletas en sufragios de carácter presencial como cuando se recurre a equipos electrónicos o a modalidades epistolares, las que serían particularmente útiles en circunstancias como las que nos ha impuesto la pandemia en curso.
Hasta el momento las autoridades electorales, parlamentarias y del Poder Ejecutivo se comportan como si no existiera esa propuesta y como si nada hubiese que mejorar o enmendar en el sistema de votación que obligatoriamente debe utilizar la ciudadanía, pero si nuestra sociedad entra crisis al debilitarse la confianza en él sin duda tendrán sobrados motivos para sentirse culpables.
Y tal vez incluso deban rendir cuentas al pueblo por su actitud omisa.
Sergio Hebert Canero Dávila
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Montevideo.