¡ESTO HAY QUE CAMBIAR!
Recorriendo el país me encuentro con un montón de dirigentes políticos muy molestos con sus partidos.
Todos por no haber sido acomodados en un cargo.
Dicen que se lo habían prometido.
Y pusieron gente que no trabajaba.
Ese es el sistema de mierda de los políticos profesionales, eso es lo que hay que cambiar.
Aquí hay una industria del empleo tras la promesa del candidato.
Y cuando conversamos, nos cuentan con total naturalidad, se ha asumido que es algo casi legal.
Y miles y cientos de miles de compatriotas consiguieron ser empleados públicos tras trabajar para algún político.
Caudillitos de barrios que manejan un puñadito de votos, logran sus trabajos, el de sus esposas e hijos.
Estos caudillitos, son importantes para el candidato, entonces son contemplados.
Muchas veces esos caudillitos son tentados por otro candidato, reciben una oferta que mejora la promesa del otro candidato y cambian de un día para el otro de candidato.
Son mercenarios, y no lo saben, creen que están en su derecho, que es una forma natural de conseguir trabajo y dinero.
Algunos de esos caudillitos ahora están trabajando como administradores de las ollas populares que hay repartidas por todo el Uruguay.
Porque hay muchas ollas populares, que no son otra cosa que un comité político.
Eso lo saben todos, de todos los colores políticos, son una especie de mafia bien organizada que sigue funcionando en beneficio de un pequeño grupete y en desmedro de la mayoría de los uruguayos.
Los políticos nunca ponen la mano en sus bolsillos, normalmente la meten en nuestros bolsillos.
Ellos para financiar a las ollas populares, los oficialistas, gestionan con el MIDES para que les llegue mercadería para cocinar.
Muchas veces piden donaciones a empresas importantes, que colaboran para después tener otro tipo de beneficios.
Una trama mafiosa, que si la fiscalía investigara, no tengo dudas que podría tratarse de una asociación para delinquir.