EL ADULTO MAYOR:
La pandemia de Covid19 se ha extendido al mundo llegando a los habitantes de los más lejanos lugares y a los países más desarrollados, teniendo como pacientes de riesgo a los adultos mayores. El mundo entero ha visto con dolor acciones hasta repudiables hacia ellos que han provocado pavor y no son dignas de seres humanos.
Hemos visto ancianos hacinados en residenciales siendo infestados unos a otros en espacio inhabitables.
Ante esta situación volvemos a pensar en lo que significan los adultos mayores cuando interpretamos lo que consideramos como patrimonio.
Si nos ceñimos a los significados que declara el Diccionario de la Academia Española “Hacienda que se ha heredado de los ascendientes y que representa para los pueblos el fundamento de instituciones creadas para rendir homenaje vivo y permanente a las más nobles tradiciones”.
Urge incluir en el concepto de patrimonio cultural todas aquellas creaciones inmateriales a las cuales las mismas comunidades asignan un valor fundamental. Entre ellas se destacan las expresiones de la vida cotidiana y espiritual, cuyas manifestaciones están en profunda relación con el fortalecimiento de la identidad, el sentido de pertenencia y las proyecciones de futuro que cada pueblo, nación o comunidad sueña.
Desde esa perspectiva el tema nos conduce a la esfera de los valores, deber moral, respeto, sentido de justicia, gratitud y reconocimiento.
En consecuencia quedan abolidos todos los perjuicios que comprometen el encuentro fraterno de la familia humana.
Frecuentemente escuchamos las voces doloridas de gente que sostiene que hay crisis de valores. Nos hemos detenido en el campo de una axiología que pasa a veces inadvertida en el hacer cotidiano del hogar, la escuela y las instituciones. Nos referimos a la necesaria vigencia del mundo limpio, con los valores rectitud, honestidad, cortesía, compasión, amor y entrega sin pausas a la causa de una sociedad más humana.
Hemos pensado que los valores constituyen el más preciado patrimonio de una sociedad y que su cultivo debe iniciarse con ejemplos de vida más que con palabras en el ámbito sagrado de la familia.
Y a partir de estas consideraciones surge el planteo de una experiencia que se inspira en el propósito de hacer conciencia en cada persona, en cada familia, en cada pueblo, del potencial de valores que representan sus adultos mayores y el beneficio que significa para una sociedad en crisis, el aporte de ellos desde todos los ámbitos.
El adulto mayor, ese desconocido, según estadísticas presentadas en la Primera Asamblea Mundial sobre Envejecimiento, convocada por Naciones Unidas en Viena en 1982 es una persona sana a los 80 o más años, con las mismas aptitudes que la caracterizan a los 20 años, más la experiencia de vida, de amor, de alegría, de dolor, pero siempre de fecundos aprendizajes.
El patrimonio social es la vida misma, que no puede ignorarse por circunstancias aleatorias como podría ser la jubilación.
Las Ciencias del Hombre declaran hoy que todo adulto está siempre en una edad propicia para su desenvolvimiento en las distintas áreas de la Cultura y su participación activa puede hacer que fortalezca su autoestima y contribuya así a la formación de generaciones emergentes de un mundo de caos.
La comisión de patrimonio de Lavalleja ha querido destacar el rol del adulto mayor como Patrimonio Cultural y Moral de la Humanidad transmitiendo a nuestros conciudadanos la esperanza de que este momento tan doloroso para el mundo nos haga más solidarios y respetuosos de los valores que nos enaltecen como seres humanos.
Lavalleja, año 2020