Parece cosa de locos que Peñarol dependa de un chiquilín de 20 años para sacar adelante un resultado deportivo.

Facundo Torres y diez más, diríamos en el campito. Es joven, y ya seguramente los dirigentes estarán sacando cuentas lo que le quedará en un futuro cercano pase al exterior, se ha transformado, en medio equipo, y dependiente de sus corridas y disparos.

Para colmo de males el entrenador lo ha puesto mayoritariamente  de “puntero por la derecha”, porque estos genios que dirigen hablan de “pierna cambiada”, como si hubieran descubierto América.

Vida

Simplemente lo anulan contra una raya de cal, que le permite al marcador de turno, encerrarlo, y anular sus explosivas carreras determinantes.

Pero, cuando contra Rentistas Larriera comprendió que debe jugar suelto por todo el frente de ataque, pero mayoritariamente atrás del nueve de punta; no solo convirtió el gol del triunfo que le valió los tres puntos que le permiten seguir soñando con la maquinita en la mano, sino que enloqueció a todos los defensas de los bichos colorados.

¿Qué más tiene Peñarol que pueda acompañar a este chico?

“El Canario” Álvarez, un nueve goleador, con olfato, que va a ser dentro de poco tiempo, el gran centro delantero que hoy parecería ser una gran promesa.

Nadie lo recuerda, pero Saralegui tiene mucho que ver en “El Canario” y Forlán en Torres, que lo largó a la cancha cuando nadie sabía que ni existía.

“El Cebolla” juega dolorido, pero en una pierna y sin responsabilidad de marca, más cerca del arco rival, desequilibra.

Pudo hacer un gol solo frente al golero, que le adivinó el tiro final, y estaríamos hablando de él toda la semana.

Y por último, me quiero referir a los dos laterales aurinegros, Giovani y Piqueréz.

No son marcadores, son carrileros, y son excelentes carrileros, con una potencia física impresionante, con una ida y vuelta que pocos pueden físicamente lograr.

Y en el caso de Piqueréz, con un disparo de media distancia encomiable.

Peñarol con esos dos laterales volantes, debería jugar con tres zagueros (línea de tres) y largarlos al ataque.

Lo que ocurre, que en el fútbol uruguayo, lo técnicos si pierden tres partidos seguidos se quedan sin trabajo, por lo tanto, juegan a NO PERDER.