Por Diego Flores.-

Las acciones del Dr. Ricardo Perciballe, ponen en evidencia claras pruebas del plan estructurado con tiempo y paciencia, para documentar y materializar un relato que venía como el clavel del aire, con sus raíces al viento.  Resulta inevitable vincular las causas que arma, los fallos que logra, con la actividad, por ejemplo, de la Institución de Derechos Humanos. Y de tener tiempo podríamos continuar vinculando hechos hasta llegar a la Central de Trabajadores y la administración Pública toda.

El procesamiento del Dr. Ramón Rodríguez de Armas, de 91 años, médico que prestara funciones profesionales en el Hospital Militar bien pudo pasar como una noticia más de no mediar la inquietud a las que nos lleva el conocimiento de amistades en común con el profesional procesado. Esa inquietud es la que nos llevó a leer las consideraciones del fallo, redactadas por los ministros Alberto Reyes, Graciela Gatti y Sergio Torres y entonces, preparados como estamos para acceder a locuras literarias propias de personalidades complejas, una vez más nos ganó la sorpresa.

Veamos, el Dr. Rodríguez de Armas es procesado por ser médico, con especialidad en ginecología, por haber estado vinculado a las Fuerzas Armadas en los años de la resistencia contra el terrorismo, tanto en democracia como cuando la dictadura. No se lo vincula a casos concretos, sino que a partir del trabajo de la Fiscalía Especializada que lidera Perciballe con un pequeño grupo de detenidos estructura un caso en el que ciertamente se aplicó el recurso de la memoria colectiva y se organizó un relato minucioso en el cual el Dr. Rodríguez de Armas en realidad es Carlos 5 y con ese pseudónimo asistía a los torturadores, velando por la salud de los torturados. Lo curioso es que no todos los detenidos en el período investigado lo reconocen. Es más, muchos lo descartaron. Pero no importa ya que, para la Fiscalía, y también parece que, para el Tribunal de Reyes, Gatti y Torres, el paradigma es otro y entonces no se trata de hallar culpables, sino de hacer culpable a quien encuentras. Así las cosas, el Dr. Rodríguez de Armas fue procesado por convicción, sin pruebas. Y eso supone, entre muchas cosas graves, que las víctimas continuarán sin paz, una vez más, la justicia se equivocó. Pero lo realmente grave, lo que debiera inquietarnos a todos, comenzando por los miembros de la Suprema Corte de Justicia y por supuesto por los legisladores nacionales, está en la visión que los miembros del Tribunal y el propio Perciballe tienen de lo que sucedió en nuestro país. Para ellos en Uruguay, ¡nació el Cuarto Reich ¡  

EL CUARTO REICH

 

La semilla plantada por Perciballe, que ha insistido en justificar su accionar en Nuremberg, que no anda con chiquitas para elogiar su trabajo, ahora encuentra en este terceto judicial quien le siga el juego y entonces, la dictadura es una manifestación del cambio climático y así como se produjeron tsunamis en indochina, terremotos en el caribe, aquí, en el Río de la Plata, de un día para el otro aparecieron los militares y dieron un golpe de Estado que instaló un cuarto Reich entre nosotros. Y entonces el Fiscal y los miembros del Tribunal sostienen que policías, civiles y militares son condenados que acusan a los tribunales de negar o subestimar la importancia de la subversión, que a su entender buscaba la disolución de la sociedad. Concluyen que …los militares consiguieron la victoria y en consecuencia la continuación de la vida de la Nación que hoy disfrutamos, y que ahora, se los juzga por un concierto armado por los que perdieron la batalla… y sus defensas se basan en técnicas negadoras que también ensayarían los nazis respecto del Holocausto, este es el argumento más original por su extrema perversión, pues alcanza una intensidad formidable cuando un represor intenta deslegitimar a sus víctimas pretendiendo que éstas forman parte de una conspiración política y se autodenomina preso político. Y llegan al punto de emplear, de igual forma y al mismo tiempo, dos argumentos opuestos: si los testigos coinciden, es porque se pusieron de acuerdo, conspiraron. Pero si existen diferencias entre sus declaraciones es porque todos mintieron, no importando si las diferencias realmente existen, si son intrascendentes o si obedecen al punto de vista diferente en que apreciaron los hechos. Lo que importa es decir que mienten. Nada más”, destaca el Tribunal en un fallo que en lo personal considero de antología. De la verdad y los hechos que la presentan, nada. Que después de todo no hace falta, que no se trata de probar y sostener aquello que Perciballe imagina sucedió, sino de contarlo de manera tal que primero horrorice y luego parezca posible. Para llegar a estos resultados fue necesario modificar códigos, interpretar leyes refrendadas por el soberano en dos oportunidades y en generaciones distintas, crear una Fiscalía especializada con competencia en el pasado (una locura). Y aún así, no han podido prescindir de la necesidad de un relato que cada día es más difícil sostener. La lucha de Perciballe y de aquellos para los que trabaja es compleja. Luchan contra el tiempo y el desinterés de la opinión pública.  Tal vez de allí ese apremio que los lleva a ser tan desprolijos y tan poco atentos al deber ser.

De hecho, la cosa se pone más curiosa al continuar leyendo la sentencia. “El denunciante es un testigo cuya declaración es un medio de prueba legalmente admitido para cualquier imputación penal, siempre que se valore conforme a la sana crítica y al resto de la prueba, como no ha hecho el Juzgado, al apartarse de la lógica. La machacona e infundada objeción de que la prueba de cargo ‘solo’ descansa en el testimonio de personas afectados, es interesada, absurda y anacrónica”, alerta el Tribunal. Esto supone que las pruebas no hacen a la cosa, defenderse supone asumir una posición interesada, pero además absurdo y anacrónico. En buen romance, no se queje y acate.

Entonces, el Tribunal compara la dictadura uruguaya con el nazismo. “Lo que hicieron las fuerzas represivas fue, ni más ni menos, que aplicar el método previsto en el Decreto de Hitler del 7 de diciembre de 1941, ‘Directivas para la persecución de infracciones cometidas contra el Reich o las fuerzas de ocupación en territorios ocupados’, más conocido como Nach Und Nebel (Noche y Niebla), en cuanto disponía que las personas debían ser capturadas al amparo de la noche y de la niebla y llevadas clandestinamente a Alemania (como aquí trajeron a las víctimas desde Automotoras Orlettti, simulando luego un operativo de arrestos masivos en Uruguay, ubicándolos en diversos centros de detención clandestinos como era aquél en Buenos Aires). Es decir, se trataba de que la familia, los amigos y el pueblo en general, desconocieran el paradero de las personas secuestradas y eliminadas. En síntesis, lograban que las personas, simplemente, desaparecieran, con una explícita motivación intimidatoria… asimismo, prácticamente aseguraba la impunidad, al desaparecer, también en la noche y en la niebla, los rastros de la masacre. Y por si no bastara la clandestinidad y el ocultamiento sistemático de lo ocurrido, desde el poder se amenazaba a quienes quisieran buscar algún tipo de conocimiento o información”, expresa.

Las luces y las sombras de los años de lucha contra el terrorismo y la subversión son claras y nadie las niega. Pretender hacer justicia cincuenta años después es difícil y si además se trata de intentarlo, pero a medias, más difícil aún.

LA VERDAD, SOLO LA VERDAD

Llegados a este punto, en el que queda claro como funciona la Fiscalía Especializada con potestades sobre el pasado, es importante recordar de que trata esta lucha en la que estamos embarcados todos, incluso aquellos que de momento no se sienten afectados. Hablamos de la verdad, solo la verdad.

La gestión de Perciballe podrá pasar a la historia como la de un campeón en cerrar expedientes, pero estará lejos, tanto como un estudiante de primer año de facultad, de la posibilidad de asociarse a la justicia. No ha logrado, salvo en algún caso en el que no ha tenido que hacer más que presentarse, hallar la verdad, con lo cual llegó la hora de hacerle saber de sus fracasos.

El Tribunal de Apelaciones de Primer Turno procesó sin prisión al médico ginecólogo Ramón Rodríguez de Armas “como coautor de un delito continuado de abuso de autoridad con los detenidos” durante la dictadura. Este Tribunal, integrado por los ministros Alberto Reyes, Graciela Gatti y Sergio Torres, revocó el fallo de la jueza Silvia Urioste, quien, a pesar del pedido de Fiscalía, había resuelto en 2021 archivar la causa. La clausura de la investigación penal fue apelada por el fiscal especializado en Crímenes de Lesa Humanidad, quien llevó así el caso al Tribunal, sin otras pruebas que su relato. El fallo y sus explicaciones son la prueba clara de la impotencia de la justicia y su sometimiento al plan de debilitamiento y socavamiento de las instituciones de la República. No pudieron involucrar al buen Doctor, entonces lo hacen coautor de un delito continuado de abuso de autoridad, y sin prisión, que parece que después de todo, tienen vergüenza. Y como en la guerra, que parece que no ha terminado, la verdad es la primera baja.

LA BANALIDAD DEL MAL

Lo grave, realmente grave está en las consideraciones del Tribunal que se basa y apoya en el relato del Fiscal Perciballe.  Allí está el drama que por estas horas parece inexpugnable, allí el cáncer que es necesario operar, cuanto antes. Las descripciones históricas del proceso regional que insiste en vincular el accionar de las defensas de nuestras instituciones con los delirios hitlerianos de conquistar el mundo enseñan una visión de la historia que trasciende la capacidad de los miembros del Tribunal y de cualquier Juez que debe concentrarse en juzgar situaciones concretas, no procesos históricos. Aún así la curiosa interpretación de la historia en la que miembros de un Tribunal de Justicia dibujan un mundo en blanco y negro, donde solo hay lugar para los malos, que son militares y policías, por supuesto, logró conmoverme. Ya no se trata de errores de apreciación, sino de parcialidad ideológica y de cinismo intelectual. En todo caso, los coloca lejos de los requisitos indispensables del cargo para el que han sido designados.

La sentencia que demandó 36 páginas advierte características particulares que según Perciballe definen y permiten identificar a todo lo vinculado en la lucha contra el terrorismo al afirmar que los imputados niegan los hechos negando verosimilitud a quienes los sindican como responsables. Y agrega que “en absolutamente todos los procesos de este tipo, se han implementado lo que se denominan ‘argumentos de negación o técnicas de neutralización’, usualmente empleadas para minimizar cualquier delito pero que, en este tipo de juicios, adquieren ribetes paradigmáticos”, y “entre las técnicas empleadas” para ello están “la negación de la propia responsabilidad, la negación de la ilicitud, la negación de la víctima, la invocación de instancias superiores y la condena de los que condenan”. Da la impresión de que refiere al accionar de los subversivos, tupamaros y comunistas, entre otros extremistas, que pretendieron alcanzar el poder por las armas. Pero no, en realidad invierten la situación y si bien se que este tipo de actitudes tiene un nombre científico, ahora no lo recuerdo, refiere a un accionar enfermo. La culpa es solo del otro, siempre del otro.

 

Luego de años de silencio, aquellos a los que el relato no nos conforma, aquellos que no creemos en la idea del hombre nuevo o en el paraíso socialista, experimentamos la rara sensación física de estar en problemas. Ya no se trata de algo abstracto, y la imagen del Dr. Perciballe ya no es la de un desquiciado solitario enfrentado a un momento de poder. Los uruguayos todos asumimos, hace ya décadas, nuestra responsabilidad colectiva con relación a la irrupción del terrorismo en nuestra sociedad. Asumimos esas responsabilidades y decidimos que hacer con el hondo drama social y cultural que dejó como saldo. Casi cincuenta años después, cuando era del caso asumir el desafío de consolidar la democracia y mantener a salvo la República, estamos en problemas serios y estas manifestaciones anuncian cosas peores.

Como republicano y demócrata demando al sistema por permisivo, demando al Poder Ejecutivo por insensible, demando al Poder Legislativo por no hacer lo necesario para impedir estos atropellos institucionales que ya no quedan dudas, obedecen a un plan estructurado que tiene por objetivo, aniquilar la República, sepultar la democracia e instalar un nuevo sistema, un nuevo modelo. Y tan grave es la cosa, que no se animan a presentarlo. Y entonces socaba lentamente la institucionalidad promoviendo consultas populares que con mucha gracia deslegitiman el trabajo de los representantes. Lo próximo será anunciar la muerte del sistema representativo de gobierno.

Rodríguez de Armas, con el candor que solo permite la inocencia, afirmó conocer a muchos militares que participaron en la lucha contra el terrorismo tanto en democracia como en dictadura. La razón es muy simple, a los 91 años recuerda su trabajo ginecólogo del Hospital Militar, trabajo en el que asistió a muchas de sus esposas al momento de tener familia. No se ha relacionado con ninguna situación comprometedora. Y no entiende lo que está sucediendo.

La grieta que alimentan los Perciballe, Reyes, Gattis y Torres de nuestro tiempo, tiene por objetivo resquebrajar al sistema republicano de gobierno, al que pone en jaque desmoronando al sistema de justicia, alejándolo de su cometido y embarcándolo en campañas que solo lo desprestigian. A todos los que no profesamos el mismo credo ideológico nos mete miedo y a todos, incluso a quienes hoy no se perciben involucrados en estos temas puntuales, les llega el mensaje en dosis de adicción. Lentamente nos vamos acostumbrando al desfile interminable de militares, policías y también civiles, que son detenidos a partir de acusaciones sostenidas apenas por un relato vago imposible de probar, se los obliga a demostrar inocencias y mientras se implementan juicios imposibles, se los detiene. Y en la medida que sea necesario, la historia puede agravarse, por ejemplo, ahora son nazis.

Son Prisioneros Políticos que incomodan al ministro García, interpelan al presidente de la República en su calidad de conductor de una coalición republicana de gobierno que parece no poder gobernar, adoctrina a la opinión pública en la creencia de que todo es normal y posible. Es lo que sucede cuando se banaliza el mal, tarea que Perciballe y el Instituto de Derechos Humanos comparten.  Y no se Ustedes, pero yo entiendo que ya está. Fue suficiente. Ahora es necesario enmendar la plana y recordar que sobre estos temas ya todo fue saldado, también las injusticias de las que todos nos hacemos cargo.

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