Por Pablo Tálice.-
¿A qué hora se le ha explicado a la población que cada uno tiene la capacidad de reforzar naturalmente su sistema inmunológico en pocos días (los más pequeños) o en pocas semanas los adultos?
¿Por qué no involucrarse en los canales informativos con plataformas y profesionales de salud que hablen de prevención: como nutricionistas, naturópatas, fitoterapeutas, que podrían realizar un inmenso trabajo de información y prevención al público y a la vez aligerar el trabajo de los médicos y sanitarios que están en el frente?
¿Por qué no decirle a la gente que comer basura, como productos industriales, trabajados y refinados, es lo primero que destruye nuestras defensas inmunes?
Que la eficacia de nuestro sistema inmunológico depende estrechamente de la calidad de nuestra flora intestinal y, por lo tanto, de la calidad de lo que comemos.
Por lo tanto, frutas y verduras crudas, locales y de temporada son la mejor manera de acumular rápidamente nuestras reservas minerales necesarias para la inmunidad…
¿Por qué no explicar que por ejemplo varios ayunos al año limpian nuestro organismo y fortalecen el sistema inmunológico?
Que una correcta respiración tiene la capacidad de reducir niveles altos en producción de cortisol, hormona reguladora de tus niveles de estrés.
¿Por qué no hablar de los beneficios de una ducha fría de 30 segundos que en pocos días mejora tu circulación y tu sistema inmunológico se hace más fuerte?
¿Por qué no explicar que plantas como la equinácea, el ALOE, astrágalo, el saúco, la rosa canina, la artemisa… en sus formas concentradas y correctas, aumentan las defensas inmunes en pocas semanas?
¿Por qué no hablar de la eficacia de los aceites esenciales como antivirales?
Además de la vitamina C a dosis altas, la importancia de la vitamina D y minerales como el zinc, selenio, magnesio…Todo ello es fácil y barato de obtener. En ocasiones, como en el caso de la luz solar, ¡gratuito!
¿Por qué no hablar de cómo una sana actividad deportiva activa las hormonas de la alegría y el bienestar?
¿Por qué no hablar de la importancia de la calidad de nuestros pensamientos y de la conexión entre la mente y el cuerpo?
¿Por qué no hablar de la fortaleza del amor y la compañía, que curan mucho más que el aislamiento y la desconfianza?
¿Por qué no hablar del bienestar inmediato que nos da caminar o estar en la naturaleza?
¿Por qué no explicar que el miedo es inmunosupresor? Y genera, más que nada: enfermedad, debilidad, ansiedad, sufrimiento.