Por SEBASTIAN CASTRO.-

Según transfer Mark.es, página encargada de registrar los valores de mercado de cada jugador, la selección Uruguaya vale a 2020 aproximadamente 305 millones de euros. Un poco más si sumamos los 3.2 millones de dólares al año que cobra el DT Óscar Washington Tabárez y sus colaboradores.

Con estas cifras siderales ¿quien puede pensar que los protocolos podrían romperse y que la falta de conducta ante un reglamento tiene algo que ver con la vida personal de cada futbolista? Pero en general, todos son profesionales, con cláusulas contractuales estrictas y regímenes de entrenamiento de otro planeta. Acostumbrados a vivir entre mangers, entrenadores y vestuarios de primer mundo donde el dinero se guarda en caletas por falta de lugar debajo del colchón; es curioso que un brote de COVID haya infectado a casi todo el plantel Uruguayo.

Todo comenzó con un jugador que juega en uno de los países más infectados del planeta.

Y que en sus protocolos sanitarios incluyen un test rápido que no está aceptado por el gobierno Uruguayo. Si usd cruza de Aceguá a Meló y es extranjero, tendrá que hacerse el PCR uruguayo.

¿Con que test negativo viajo Matías Viñas?

¿Porque no hacen cuarentena los jugadores antes de reunirse el plantel?

No son dudas, son preguntas básicas, pero todas imposibles de contestar.

Sí podemos saber que dos días después de que Matías Viña fuera detectado covid-positivo, 17 compañeros del Palmeiras también dieron positivo.

Por lo que el brote con seguridad tuvo el epicentro en la ciudad de San Pablo en Brasil.

La polémica se desató después de registrase los casos positivos en la selección por una foto del «fueguito» que el delantero de la selección Luis Suárez quitó importancia aunque reconoció el error.

“Una de las cosas que tenía ganas de aclarar es la pelota gigante que se armó en estos días, y uno que está adentro y dio positivo soy yo, por eso es bueno aclarar ciertas cosas en lugar de especular con diferentes versiones”, le dijo Luis Suárez al programa “Punto Penal” (Canal 10).

Nadie pide que los jugadores de la selección se compartimenten en cajas estanco y que después de un partido con gran carga emocional no se junten a compartir un momento. Pero aquí la culpa no es de los jugadores que hacen lo posible e imposible por estar a la orden del equipo técnico. Viajan muchas veces a costo personal y dejan en la cancha el alma.

Algo de lo que careciamos como selección hace no más de 15 años.

Aquí el problema viene desde arriba. Una cosa es pedirle a Suárez o Cavani que jueguen en una posición en la cancha. Otra muy distinta es marcarle una conducta sanitaria fuera de ella.

¿Quienes armaron el protocolo y quienes eran los encargados de hacerlo cumplir?

¿Era tan difícil pedirles que no abandonen la concentración luego del partido con Brasil?

¿No es el Maestro Óscar Washington Tabárez un referente indiscutido del plantel?

¿Dónde empieza y dónde termina su autoridad?

Lo cierto es que esto más allá de los problemas sanitarios, marca un presedente y el año que viene cuando necesitemos a cada jugador nuevamente, sus respectivos clubs podrían con razón negarse a enviarlos. Al fin de cuentas los que invierten millones son ellos. Cuidar su inversión es su responsabilidad.

Otros integrantes de la delegación de Uruguay también dieron resultados positivos

El Dr. Alberto Pan, el secretario de prensa Matías Faral, Jorge Rey (preparador físico), Richard López (kinesiólogo), Víctor Brites (utilero) y Emiliano Aguirre (audiovisuales). Y el más importante por su cargo y su edad, el DT que oficialmente no contrajo el virus pero que bajo sospecha creemos debería haberse infectado. Personalmente no creo que les dé la charla por zoom, ni que les dé el «puñito» cada vez que los saluda.

O es inmune y un caso de estudio, o debería haberse contagiado. Y eso es grave. Por el costo en la salud delicada del DT y por el costo económico que genera pagarle 3.2 millones de dólares anuales para que una enfermedad lo aparte del plantel.

POR OTRO LADO

La selección uruguaya de fútbol fue multada por el Ministerio de Salud Pública por «incumplimiento» de protocolo sanitario. Una multa de unos 15.000 dólares por incumplimiento de protocolo, luego de citarla para que rinda explicaciones.

Un monto ridículo si pensamos en los 305 millones de euros que vale la selección entera.

Sin embargo, la multa tiene otro carácter. Multarla por acciones fuera del país no parece tener ningún argumento jurídico válido. Salvo que el virus sólo contagie en el complejo celeste.

Celso Otero, ayudante técnico por su parte dijo:

“Me rechina que se busque culpabilidades. Hemos sido cuidadosos pero no somos invulnerables».

Seguramente la forma de cuidarse del ayudante técnico está lejos de los mínimos cuidados y protocolos. Pará muestra basta un botón.

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