No vamos a contramano, ni somos renegados sociales, pero lo primero que nos sale expresar es que estamos felices.

Felices de terminar de ver a estos dos ex presidentes, que solo guardamos tristes episodios de ambos a lo largo de 50 años.

Muchos creen que esto es democracia, nosotros estamos muy lejos de ese sentimiento.

Sanguinetti por dos veces presidente, creador y arquitecto de la peor mafia del sistema político.

El que armó inteligentemente este sistema indestructible de perpetuidad en el poder de algunos políticos que encabezó hasta el día de hoy con 84 años.

Ingeniero electoral de la peor calaña, que condenó a todos los uruguayos a la infame pandemia, la del desempleo, la del salario miserable.

Negociador inteligente con militares y civiles dictadores, marginando claramente a Seregni, a Jorge Batlle y a Wilson Ferreira Aldunate, para hacerse el camino hacia su primer presidencia apoyado por el gobierno de facto.

Mujica tuvo dos etapas, la de ladrón, sedicioso, asesino, destructor de vidas, delator…

La otra, la peor versión de la política destruyendo la economía del país, endeudando y condenado a todos los uruguayos a la desesperanza perpetua.

Ambos vendieron sus imágenes hacia el exterior, viejos con marketing notable.

El último engaño fue regresar a la lista sábana de parte de Sanguinetti y “como te digo una cosa, te digo otra” de Mujica, encabezando una lista al senado solo para intentar logros electorales a sabiendas (ambos) que solo estarían unos meses en sus bancas.

Los seguiremos escuchando dando consejos, serán héroes para muchos y para otros, me incluyo, dos muy negativos personajes, que han condenado a la sociedad a una vida indigna por décadas.

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