Si nos atenemos a lo estricto del significado cultura, el canto popular, las murgas, los desfiles de la Escuela de Samba Barrio Rampla en Artigas, los cuadros de Páez Vilaró, el ballet del Sodre, etc, etc… todo, absolutamente todo es parte de la cultura uruguaya. Sin embargo se confunde cultura con ser culto. Si bien «ser culto» significa tener cultura, el significado más ajustado a este concepto es aquel que dice que culto es alguien educado, instruido, docto, sabio, erudito, ilustrado, civilizado, cultivado. Se habla de ‘ser culto’ o de una ‘persona culta’ cuando alguien posee muchos conocimientos.
Y es por eso que dentro de este crisol de expresiones culturales podemos encontrar faltas de respeto, insultos, expresiones escatológicas, etc. Que algo sea parte de la cultura no significa que sea culto. De hecho, si pensamos que «Peke 77», un «trapero» Uruguayo de moda canta «Traigo droga pa’ mi bardero, yo se la quité a tu puntero
Ahora tengo el bolsillo lleno», entre otras letras misóginas y llenas de apología al delito y es exitoso, o estamos muy mal como sociedad o el concepto de cultura debería ser reconsiderado por la RAE.
De igual forma sucede con las murgas. Que bajo la defensa de la libre expresión, insulta, menosprecia y miente en cada cuplé.
Literalmente se defeca en la investidura presidencial. Insulta a los diputados y senadores de la República y nos trata a nosotros, los que no votamos a sus ídolos políticos de idiotas. Quizás por eso el intendente de Rocha Alejo Umpierrez resolvió dejar de sustentar los tablados.
“Es lamentable y atenta contra la cultura popular”, expresó un integrante de Palomurga.
Lo que realmente no se explica y es lamentable es que con mi plata le paguen el cache a un murguista que en un cuplé me trata de idiota porque no vote al Frente Amplio.
O que durante todo febrero hagan campaña contra la LUC con la mía.
Y aunque tenga un tinte político la decisión de no bancar murgas compañeras en Rocha como han hecho otros años, otros gobiernos, gastando los dineros públicos de forma discrecional, la realidad es que las murgas ni reflejan el pensar de todos ni hacen sátira con el nivel que merece un público que además de pagarles el sueldo paga su entrada para verlas.
En 2019 ya definido el cambio de signo político en el gobierno, «La Catalina» trató de drogadicto al futuro presidente y manejó para eso un discurso ramplón insostenible, bancado por la pseudo libertad artística, la cual bordea la falta de ética y moral y hasta alguna denuncia penal, que si le hicieran por difamación o apología a esta y al resto de las agrupaciones alineadas con la izquierda, el carnaval dejaría de existir.
Del espectáculo de De los superhéroes de Doña Bastarda de 2019 podemos recordar por su parte, que (Súper Manini) adquirió aparentemente sus poderes luego de ser picado por un “milico hijo de puta”, con esas palabras y ese nivel de violencia verbal.
Me pregunto si en los talleres de murgas para niños que imparte la Intendencia de Montevideo, se les enseña también a insultar. Parecería que es la única forma de arrancar aplausos de sus espectadores.
Luego rasgan vestiduras y hablan de dictadura. Pero la realidad es que vivieron años dorados, bancados por todos. Haciendo espectáculos algunos buenos y otros espantosos. Quizás alguno de estos fenómenos el año que viene se avive y arranque para las 8 hs. Mi aplauso para Alejo, el primer intendente con los huevos que la cultura merece tener.

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