¡DESDE PAYSANDÚ!
Lucio perdió la visión a causa de la diabetes. Después de una larga lucha consiguió un perro guía. El animal pasó a ocupar un lugar fundamental en la vida del joven; de hecho, “Chamán” se convirtió en sus ojos. Nació así una relación de afecto que parecía indestructible.
Lamentablemente en las últimas semanas la salud de Lucio empeoró y ya no pudo cumplir con algunas de las exigencias establecidas por la fundación que suministró el can. Afectado por un ACV, Lucío perdió movilidad y durante algún tiempo estaría imposibilitado de sacar a la calle a su amigo, que necesita ejercitar en su servicio. Así llegó la noticia que jamás hubiera querido escuchar: “Chaman” pasaría como acompañante de otro usuario.
Es cierto, la organización actuó según establece el acuerdo correspondiente. Lucio y su familia no lograron que se entendiera que el perro era mucho más que un guía para andar en la calle y la decisión se hizo invariable.
Este lunes 3 de mayo se produjo la separación, justo cuando el muchacho se esfuerza para superar el ACV.
María Rodríguez, mamá de Lucio, escribió una carta, “a quien corresponda”, no para cuestionar o confrontar con la organización pero sí para proponer que quizás, en algunas ocasiones, deberían considerarse otros aspectos para cortar una relación como la que unía a Lucio y “Chaman”, trascendiendo el énfasis respecto a las veces que el perro sale a calle cada semana.
Transcripción textual.
Paysandú, abril 2021.
A quien corresponda:
Espero que esto que le sucedió a mi hijo sirva positivamente para que no vuelva a suceder. Él tiene discapacidad visual por lo que solicitó un perro de asistencia a una fundación. Después de completar la solicitud lo llamaron para cumplir determinadas pruebas y así confirmar que estaba apto para obtener un perro guía o de asistencia.
Practicó con dos, uno muy concentrado, maduro y calmo y otro distraído, inquieto e inmaduro. Para realizar las prácticas debía viajar casi 400 kilómetros de ida y 400 kilómetros de vuelta, pero este fiel amigo iba a pasar a ser sus ojos y su seguridad para caminar, lo cual nos dejaba tranquilos porque vivimos en calles muy transitadas y Lucio (mi hijo) había sido atropellado en dos oportunidades por conductores imprudentes que se dieron a la fuga (felizmente no tuvo lesiones graves).
Por tanto, los gastos de dinero y energía, indudablemente, valían la pena.
Pasaron los meses y llegó el día en que le avisaron que había un perro para él; le informaron que tenía determinada dieta especial, una comida muy costosa, por problemas de salud y querían saber si Lucio estaba capacitado y de acuerdo en mantener esas condiciones. Luego de consultarlo conmigo y su hermana, quienes le dimos nuestro apoyo, confesó: “yo no dudé cuando me dijeron que el perro estaba con problemas porque pensé: estoy todo roto y vos me aceptaste así, como no voy a aceptarlo por ese problema”.
A las pocas semanas comenzaron el acople Chamán y Lucio. Fue una enorme alegría recibirlo y una gran sorpresa ver todo lo que este nuevo y fiel amigo era capaz de hacer por Lucio.
El tiempo pasó, la salud de Lucio comenzó a complicarse un poco más (él es diabético insulino dependiente) hace unas semanas padeció un ACV que le dejó secuelas motrices; camina con dificultad y su brazo izquierdo está un poco desobediente, esto llevó a que Lucio no pueda salir solo a la calle. Seguramente se rehabilite, pero con la pandemia todo se tarda más.
Exactamente a la semana de su ACV lo llamó la instructora de la fundación, como habitualmente lo hacía por el seguimiento a los perros. Mi hijo le contó por lo que estaba pasando, el ACV y las secuelas, a lo que ella contestó que se lo comunicaría a su supervisora ya que si el perro no está saliendo a la calle debería volver a la escuela, rehabilitarse y pasar a otro usuario.
No conforme con esto a la semana siguiente lo llamó la supervisora para confirmarle la decisión. Le daban una semana y si Chamán seguía sin salir a la calle volvería a la escuela. Lucio le explicó que comenzaba rehabilitación y le solicitó más tiempo ya que nadie recupera las habilidades motrices afectadas por un ACV en sólo una semana, ¡le otorgaron 15 días!.
Como madre, en cuanto Lucio me comentó de la llamada pensé: “¿¡cómo pueden dar una noticia así a alguien que acaba de sufrir un ACV y no saben hasta dónde está afectado emocionalmente?!; ¿cómo no buscan comunicarse con un familiar?, ya sea su padre o yo misma.
Desesperada hablé con mi familia que me dio las palabras exactas para dar cierre al tema: “Chamán fue su compañero en una etapa de su vida donde ambos marchaban más rápido, paseaban, etcétera. Lucio ahora está en una etapa más calma, que no le exijan nada, solo disfrutar de las cosas de la vida que tiene en su entorno, sin ir más lejos. Chamán necesita algo que ahora Lucio no le puede dar, salir, recorrer, caminar, pasear”.
Siempre les repito a mis hijos: “El amor libera y el apego ata”. Es decir, si él ama a Chamán tiene que dejarlo libre para que sea feliz aunque esto implique que sea junto a otro usuario.
Considero sumamente importante que si a un joven, en nuestro caso de 28 años, a quien sorpresivamente le dio un ACV y le dejó secuelas es más que obvio que recibir una noticia semejante a los pocos días no es muy alentador, podrían fácilmente -y coherentemente- haberse comunicado con nosotros uno de los familiares, que ya hemos tenido contacto con funcionarios de la fundación, para poder darle la noticia haciéndole sentir acompañado en tan difícil momento.
Otro punto importantísimo es agradecer a mi familia, amigos, conocidos, colaboradores, veterinario, pizzero, conocidos y no tanto, que nos han apoyado y apuntalado en toda esta transición.
Un agradecimiento aún mayor a Chamán por toda la ayuda que le dio a Lucio, por los momentos de risas, de enojo cuando le robaba las pantuflas, por la asistencia que dio pero sobre todas las cosas por el amor incondicional que tantos recuerdos increíbles dejó en la vida de Lucio.
Cierro esta carta con una anécdota que describe de lo que les hablo. Cuando fuimos a emergencias por el ACV, Lucio debía quedar internado ya que podía repetir, el neurólogo le dijo que lo tenía que tener vigilado: “i te vas y te da un infarto fulminante puede ser fatal”. Entonces Lucio contestó: “te firmo el alta voluntaria, si voy a morir que sea junto a mi perro”. Agradezco al Doctor por su respeto y comprensión.
Aclaro que tengo totalmente claro que están legalmente aptos para retirarle el perro a mi hijo Lucio, no tenemos ni una duda de eso. Sí de que hubiesen podido tener un poco más de empatía al momento de dar la noticia.
Sin más,
María, Mamá de Lucio.-