Lamentablemente nuestro país se caracteriza por la envidia y los celos de sus pobladores. Mirar lo que tiene el vecino, envidiar sus logros y poner bajo sospecha la forma que lo consiguió, es cosa de todos los días, diríamos casi como una costumbre aceptada por todos sin decir una sola palabra.
Comenzar historias que terminan perfeccionadas por cada uno que le llega y la pasa a otro es moneda corriente y es así como por ejemplo alguien compra un auto nuevo, inmediatamente la cadena de chismes logra llegar en forma mas rápida que un lanzamiento a la Luna a todos y cada uno de los hogares uruguayos.
Que porque está en la joda. Que porque recibió una herencia del suegro. Porque la plata viene del lado de la mujer seguramente. Que todos sabemos que es con el contrabando.
Que es una coima que le dieron. Y así podríamos seguir hasta llegar a decenas de versiones que al final del cuento llegan a alguien que no solo lo dice, sino que termina jurando que “Yo lo vi”.
Como en todos lados hay mucha gente mediocre que sabe que por su propia capacidad nunca logrará lo que tiene el vecino, entonces se ampara en aquella vieja y jamás contrariada frase popular: “Seguro que detrás de una gran fortuna, hay una gran joda”
Sin embargo la gran mayoría de los uruguayos con mucho dinero, se lo ganaron con esfuerzo, con trabajo y mucha dedicación personal y de sus familias respectivas.
Hay mucha gente que gana mucho dinero por mes en sus negocios y empleos. Muchos más de los que nos imaginamos seguramente.
Hay sueldos muy importantes en muchos rubros, especialmente a profesionales que se han destacado totalmente en sus áreas de especialización.
Sin embargo, el Estado es quien más golpea con impuestos enormes. Son los que más hacen girar el capital, y sin embargo en lugar de apoyarlos, buscarles beneficios, los bombardean como si fueran una peste financiera en este modelo neoliberal que está totalmente superado en el mundo de la economía.
Hoy por hoy, ha sido tan castigado el mediano empresario que no se anima a tomar gente, a pagar sus impuestos por tener un empleado, algo totalmente desproporcionado para la realidad actual comercial.
En esta etapa casi diabólica en materia de empleos y desempleos que estamos viviendo, y que nunca en toda su historia vivió el Uruguay, resulta que en lugar de beneficiar a quien da empleo, lo castigan, le hacen pagar impuestos altísimos, los más altos de la región latinoamericana. Por eso el 50% de los trabajadores no están en caja, no aportan, no tendrán jubilación cuando sean viejos, pero atención que no se evade por el simple placer de ganar más dinero, se hace porque no queda otra, no hay caso, los números no cierran si andas por derecha pagando todo lo que hay que pagar. Es por eso que NO SE PUEDE TOMAR DE EMPLEADO A NADIE, porque es imposible pagar todos los impuestos a los empleados, el negocio no da, no alcanza, no hay dinero y no se puede inventar cosas que te pueden llevar al fracaso casi sin darte cuenta.
Por eso Uruguay hoy por hoy está de patas para arriba, a la inversa de lo que debería estar ocurriendo, pero la clase política no quiere darse cuenta que nos estamos muriendo poco a poco, con una agonía insoportable. Hoy conviene no invertir, no gastar, no tener empleados, no dar trabajo. Hacer todo lo que el cuerpo aguante y quedarse postrado y defraudado por no poder crecer empresarialmente porque el uruguayo en su gran mayoría no busca trabajo…busca empleo.
Horas haciendo lo menos posible, tomar tecito, trabajar lo menos posible y especialmente en la guía para funcionarios acomodados debe figurar todos los derechos, no así sus obligaciones, pero…cuando por no rendir les dicen que se vayan; resulta que allí empiezan los reclamos laborales, los mismos que nunca pidieron se respeten y aceptaron así para no tener problemas legales y seguir trabajando igualmente.
Aparece un abogado que cobrará sus honorarios de acuerdo a lo que le saquen al patrón y a sufrir en las audiencias que en lugar de un hombre trabajador y humilde, un juez lo mira como un delincuente que cometió el delito de confiar en las personas.
Hasta que no se legisle una política social primero, y laboral después que permita al capitalista invertir con tranquilidad, nos parece una verdadera locura electoral proponer que los uruguayos vengan a invertir en Uruguay como lo ha hecho el Frente Amplio.
Está muy fresco ver como estafaron a los compatriotas que ahorraban en las cajas de seguridad del banco República, de Crédito, etc, etc.
El dolor de la estafa de los Peirano, los Rohn, de la Secta Moon está muy fresco, hay compatriotas que fueron estafados y se les arruinaron sus vidas.
Lo que no se quiere saber o se pretende ocultar es que nuestra economía sigue tan frágil como cuando se cayó financieramente. Uruguay está frágil y su economía está “sostenida” artificialmente, por lo que debemos tener mucho cuidado hasta de nuestra sombra.
El Ministro de Trabajo ha tenido que hacer malabares para ir llevando la gran cantidad de denuncias laborales que hay en nuestro país hoy por hoy y esa es una gran industria de los abogados que hacen sus buenos negocios sacándole la plata al gil que da trabajo e invierte en el Uruguay.
¿Alguien puede creer que los inversionistas que llegan no vienen en busca de ganancias?
Si bien a poner dinero en el Uruguay es por conveniencia y está bien, son empresarios privados que quieren ganar dinero.
La diferencia es que en esta oportunidad no vienen con espejitos para cambiarnos por nuestras vacas; ahora viene con dólares de sospechosas procedencias y los declaramos de interés nacional o departamental para que no paguen impuestos.
Mientras tanto el kiosco de la esquina lo hacen pelota los inspectores de la DGI porque hay que recaudar.
“El Mundo fue y será una porquería ya lo se…”