Lo hicieron bien.
Eligieron un viernes.
Le dieron por escrito lo que tenían que repetir como loros los medios y periodistas mercenarios o sicarios a sueldo.
Sábado y domingo sin información.
Lunes con cortinas de humo, creando titulares de temas puntuales como para no volver al tema.
“Loly es una gran mujer” fue la frase que dijo el presidente ante una pregunta inesperada.
Las redes sociales desconocidas.
Silencio cómplice.
Y cuando por ahí aparecía una insinuación… el ejército de chupamedias repetía al unísono:
“Es la vida privada del presidente”.
La Vice Argimón solo exclamó:
“Yo lo único que quiero, es que él esté bien”.
¿Bastante insuficiente verdad?
No se trata de un chusmerío barato, se trata del matrimonio presidencial.
Ellos armaron para la campaña electoral un gran guión marketinero.
Dos jóvenes ricos con doble apellido, rubios, hijo de presidente, tres hijos rubios; la familia Ingalls uruguaya.
Ella linda, compañera inseparable, profesional paisajista, emprendedora… una Barbie.
Luis ganador, buen mozo, lindo físico, deportista.
Pusieron plata propia para dejar la casa presidencial en condiciones de ser habitada.
Los extranjeros nos felicitaban, fuimos la envidia del mundo, la imagen de Uruguay trepaba a las nubes.
Pero de repente, cuando nadie lo esperaba, Loly tomó a sus tres hijos y se fue de la casa.
¿No estaban aparentando antes y se aguantaron por seguir queriendo ser una familia feliz?
No señor, eran felices.
Por una pelea de convivencia tampoco se iba a ir la “primera dama”.
Algo pasó.
Y no hay muchas cosas para presumir.
Si era una historia de amor, y de un día para el otro ella agarró sus hijos y se mandó a mudar, es que algo puntual ocurrió.
Nadie puede abonar la presunción romántica de “se terminó el amor”.
Ni tampoco que todo venía mal desde antes de la presidencia y “aparentaron para que salga presidente”.
Aquí pasó algo, y algo grave.
De por sí, es muy grave que se hayan separado para la imagen del país.
Nadie pretende que una pareja cualquiera se mantenga unida por “el qué dirán”.
No pudieron seguir juntos.
¿Se entiende? Fue tan grave, que no pudieron ni siquiera conciliar seguir adelante.
Y para no poder seguir juntos debió ocurrir algo grave.
¿Qué es lo grave que pudo ocurrir?
Sin duda, una infidelidad de Luis, es lo que se podría presumir.
¿Una adicción se puede presumir?
No creo.
Ellos debieron dar una respuesta.
Tantas conferencias de prensa, que una más…
Lo cierto es que hay algunos comentarios dando vueltas, y el presidente debería dar por tierra los mismos.
Por el bien de nuestro Uruguay, debería haber una declaración natural.
Recuerdo claramente que un ex presidente tuvo un problema muy grave, que fue ocultado, y hasta una hija no reconocida habría.
Por esas cosas, es qué hay que dar una información oficial.
Seguramente, a algunas personas no les agrade este análisis periodístico, soy consciente de ello.
Pero, como tengo la convicción que había que hacerlo, me expongo con mucho respeto, ya que se trata de nuestro matrimonio presidencial.
Como dice el periodista de Azul… “porque todo se sabe”