Estas son las diez cosas que hemos aprendido durante el golpe de estado del Covid:
1- Nuestro sistema político está irremediablemente corrupto. Prácticamente todos los políticos son irremediablemente corruptos. No se puede confiar en ningún partido político. Todos pueden ser y han sido comprados.
2- La democracia es una farsa. Ha sido una farsa durante mucho tiempo. Nunca habrá democracia real cuando dinero y poder sean lo mismo.
3- El sistema no se detendrá ante nada para aferrarse a su poder y, si es posible, aumentar sus niveles de control y explotación. No tiene escrúpulos. Ninguna mentira es demasiado escandalosa, ninguna hipocresía demasiado nauseabunda, ningún sacrificio humano demasiado grande.
4- Los llamados movimientos radicales no suelen ser nada por el estilo. Desde cualquier dirección que pretendan atacar al sistema, solo fingen hacerlo y sirven para canalizar el descontento en direcciones que son inofensivas para la camarilla del poder e incluso útiles para sus agendas.
5- Cualquier voz “disidente” de la que haya oído hablar a través de los medios corporativos probablemente sea falsa. El sistema no distribuye publicidad gratuita a sus enemigos reales.
6- La mayoría de las personas en nuestra sociedad son cobardes. Desecharán todos los buenos valores y principios de los que se han jactado en voz alta durante toda su vida simplemente para evitar la más mínima posibilidad de críticas públicas, inconvenientes o incluso pérdidas financieras menores.
7- Los principales medios de comunicación no son más que una máquina de propaganda para el sistema y los periodistas que trabajan para él han vendido sus lamentables almas, poniendo sus habilidades de escritura (a menudo mínimas) completamente a disposición del Poder.
8- La policía no es un servidor del público, sino un servidor de una minoría poderosa y extremadamente rica que busca controlar y explotar al público para sus propios intereses estrechos y codiciosos.
9- No se puede confiar en los científicos. Utilizarán el poder hipnótico de sus batas blancas y su estatus de autoridad en beneficio de quien financie su trabajo y estilo de vida. El que paga al flautista es quien manda.
10- El progreso es una ilusión engañosa. El “progreso” de la creciente automatización e industrialización no va de la mano de un progreso en la calidad de vida humana, sino que en realidad la reducirá “progresivamente” hasta su completa desaparición