Aporte del periodista deportivo Pieri Maianti, desde Paysandú.
Hay un dilema en el fútbol actual, es la no aparición del clásico número 10, ese jugador que podía desnivelar todo el partido con una solo aparición, el protagonista de todos los flashes futboleros, el que “flotaba” con el balón en los pies. ¿No surgen más jugadores de esa característica?
Podría ser que el media punta (10) sea transformado en juveniles y que cuando lo conocemos ese jugador ya fue modificado en cuanto a su función.
Viajemos un poco en el tiempo, en la década del 50, Hungría sorprendió mostrando su sistema 4-2-4, luego mejorado por Brasil en el Mundial de 1958 donde se coronó. Este sistema varió durante la década de 1960, la idea equilibró al mediocampo con la delantera, se retrasó un delantero más para dar paso al 4-3-3. En 1970 se “sacrificó” otro delantero hacia el centro del campo, comenzó el domino del 4-4-2, el sistema liberaba a un mediocampista con la función específica de generar formando el rombo en la mitad (4-3-1-2). En 1980 ven la importancia de tener abundancia en esa zona de la cancha y se adelanta a un defensa, para dar paso a la generación del 3-5-2.
Vimos el fútbol resumido en 30 años, los entrenadores tenían variantes al manejar a sus planteles. Pero algo presentaban en común todos esos esquemas y era que cada uno preservaba un lugar reservado para ese jugador en cuestión, el 10. El buen funcionamiento del equipo podemos decir que dependía en gran parte de esa posición y de ese jugador en específico. A finales de la década del 70 nace en Holanda el “fútbol total”, es ahí el comienzo de la disconformidad del media punta en los sistemas tácticos. Este cambio en el fútbol dio el comienzo de la presión de los delanteros hacia los defensas rivales, fue una revolución radical, debido a que los delanteros siempre habían estado “cómodos” la mayor parte del tiempo y esperaban a ser habilitados por sus compañeros. Igualmente durante años los equipos siguieron usando al enganche como conexión del medio con el ataque, pero cada vez tenían que esforzarse más, presionar al rival no los ignoraba y debían esforzarse por el equipo o el banco de suplentes les guiñaba el ojo.
No podemos pasar por alto la locura de Diego Maradona en el Mundial de 1986, tal vez el mejor 10 de la historia. Pero hay algo en esa selección histórica dirigida por Carlos Salvador Bilardo, que reafirma mi idea, Argentina en ese campeonato utilizó dos esquemas. El 3-5-2 y el 4-4-2, pero el 10 no fue un mediocampista, si no que fue uno de los delanteros y es a esa zona donde el media punta comienza a encontrar su nuevo lugar. Ubicarse por detrás del delantero a Maradona le permitía tener una libertad que como mediocampista ofensivo no la encontraría, eso lo hizo jugar suelto, por donde él quisiera y ahí está la clave de la hazaña de “Diego”. Desde esa época hasta el comienzo del siglo XXI los equipos seguían utilizando a un jugador exclusivo que les manejaba los hilos, pero además de no aportar demasiado en el ámbito defensivo, si ese día él no funcionaba el equipo entero no lo hacía, porque el conjunto dependía de él.
Los entrenadores comenzaban a darse cuenta que no podían tener a un jugador que no ayude en la recuperación de la pelota, era un jugador menos al defender. Comenzaron a sustituir la elegancia y el abastecimiento del media punta con el sacrificio de otro jugador para priorizar la recuperación rápida, también comenzaba la idea de darle vital importancia a la posesión de la pelota.
Ya en este siglo el enganche pasó de ser el buscado por todos los equipos y el imprescindible en cada uno de ellos a ser el jugador que no encaja en el sistema. Algunos jugadores de esas características se adaptaron y pasaron a jugar haciendo una banda con recorrido de volante exterior, otros se transformaron en delanteros-segundas puntas.
El fútbol europeo fue el pionero de la desaparición del 10. Podemos poner como personificación del cambio a Juan Román Riquelme, el argentino brilló en Boca al comienzo de los años 2000. Fue uno de los mejores media punta de la historia y el jugador más importante en la historia del club xeneize. Riquelme, tras ganarlo todo con Boca e incluso “bailar” al Real Madrid de los “galácticos” en Japón, fue fichado por el FC Barcelona para ser una figura en el fútbol europeo. Estuvo tan solo un año en el azulgrana, debido a que en un 4-3-3, Louis Van Gaal lo hacía jugar como extremo y lo obligaba a defender siguiendo la subida del lateral rival. Hay dos puntos a resaltar en el cambio, no solo la obligación a defender al marcador de punta, si no que el media punta ya no era tenido en cuenta en los tres de la mitad de cancha debido a la poca ayuda a la hora de defender que poseía. Es que Riquelme justo recaló en el club que evolucionó al “fútbol total” -anteriormente nombrado-. Johann Cruyff uno de los artífices de la “naranja mecánica” holandesa, la máxima expresión de ese nuevo estilo surgido en 1970. El holandés también es considerado por muchas personas el mejor jugador en la historia del fútbol.
El “14” jugó en Barcelona cinco años, siendo figura, pero lo más importante es que dejó su ideología en el club. Volvió como entrenador en 1988, estuvo ocho años al frente del equipo y conquistó la primera Liga de Campeones de Europa para el club catalán, algo que la historia hasta entonces se lo había negado. Estos buenos resultados reafirmaron la confianza en la ideología del holandés. Los “culé” se transformaron en una escuela de la ideología de Cruyff y desde entonces no ha parado de ganar. El club forma jugadores que se adhieran a la ideología y contrata entrenadores siempre de la misma línea. Es decir, Juan Román Riquelme fue preso de la ideología del “fútbol total” a mayor expresión, pero era tan solo un ejemplo o tal vez un indicio de lo que hoy ya es un hecho.
Hoy, Barça sigue acumulando títulos, marcando con autoridad una era teñida de azul y rojo, en 2011 se vio a uno de los mejores equipos en la historia de este deporte.
Fue tan avasallante el nivel de juego que demostró ese conjunto culé como tan diferente, rompió con todos los esquemas que habían quedado del anterior estilo de juego.
Liderado por Josep Guardiola fue la máxima expresión de buen fútbol. Esquema clásico 4-3-3, pero sin el 10 antiguo. Un mediocentro defensivo con orden y una gran visión como Sergio Busquets y dos mediocentros de total creación, Xavi Hernández junto con Andrés Iniesta. Otra ruptura fue jugar sin una referencia de área, jugaban tres delanteros, pero ninguno con las cualidades de un centrodelantero, es más, el que hacía el trabajo en esa posición era Lionel Messi -brilló el “falso 9”, también creación del entrenador.
Ustedes dirán, qué tiene que ver esto con la desaparición del 10. Y el punto clave es que Guardiola terminó de demostrar que no solo un jugador puede hacer jugar bien a un equipo, no corría el riesgo de que ese día el mediapunta se haya levantado mal y el partido se vuelva cuesta arriba. Pero no se preocupen por la desaparición del enganche, él no desapareció, él se transformó. En juveniles sea en el esquema que sea, van a encontrar al clásico enlace transformándose, es que la calidad que tiene el media punta es innata, pero el fútbol en general cambió y la adaptación se volvió inevitable.
El 10 en el fútbol actual vive encastrado el 4-3-3 y siendo medio centro, se adaptó a la marca y funciona por delante del cinco, un avance sustancial porque en el mediocampo hay presencia de dos jugadores con la calidad de creación de un 10 pero con la mutabilidad en la marca- la función de Xavi e Iniesta en el Barcelona de 2011-.
Para reafirmar esta teoría del media punta transformado en mediocentro, vamos a un equipo actual, el Real Madrid de Zinedine Zidane. Veamos su mediocampo, el “5” de orden y recuperación es Casemiro, pero por delante de la contención están las mutaciones del media punta, Modric y Kroos, ellos son la creación pura del equipo merengue. Hay dos casos claros en la actualidad de “10”que no supieron adaptarse. Uno es Isco – futbolista del Real Madrid- que es un claro media punta que se intentó colocar de volante externo y de mediocentro pero nunca pudo hacerlo de la mejor manera, en uno por no tener el recorrido de “ir y venir” por la banda y en el otro por no requerir la marca que necesita el mediocentro. Igualmente Zidane lo colocó en el 4-4-2 con el rombo en la mitad (4-3-1-2), en donde Isco solo tiene que dedicarse a habilitar sus compañeros, sus mejores actuaciones fueron en esa ubicación.
El otro caso es otro jugador con pasaje en el equipo merengue, James Rodríguez. Es un estilo Riquelme, no tiene demasiada velocidad pero si una calidad y una pegada exquisita. El colombiano nunca pudo afirmarse en el Real Madrid, pasó al Bayern alemán y lo incluyeron en el andamiaje del equipo, pero es más un segundo delantero que un media punta, en fin fue desnaturalizado. Pero para ver la diferencia y que en América el fútbol sigue un paso detrás comparándolo con Europa, es que James Rodriguez en su selección es figura y en el viejo continente no puede consolidarse.
La evolución y complejización del fútbol es inevitable, el jugador más deseado ahora es buscado en todos lados y nos preguntamos ¿ya no se ven más, ya no salen más?
Pero todavía no nos damos cuenta que esa posición se transformó en algo más completo, en un jugador con más de una función, un todo terreno. Tranquilos porque la magia no se fue, si no que se perfeccionó.