Hay cosas que no se pueden encajonar, que es un tema muy delicado, y los uruguayos deben tener conocimiento detallado de lo que se está haciendo.
Es el caso del pasaporte otorgado por el Ministerio del Interior y de Relaciones Exteriores al narcotraficante que estaba preso en Dubái.
¿Puede quedar en eso?
¿Simplemente que se le otorgó un pasaporte a un uruguayo requerido en Paraguay, que si lo recibía, lo dejaban en libertad, con profusos antecedentes penales?
Soy de los que piensa que esto no puede quedar así.
El abogado de Sebastián Marset, el farandulero Alejandro Balbi, hombre de mucho poder judicial, hizo las gestiones normales y de las otras para lograr ese pasaporte.
Logró visitar personalmente en su despacho a la Subsecretaría de Relaciones Exteriores Carolina Ache.
¿Qué le fue a pedir?
Es muy sencillo presumir, que le fue a pedir que acelere el pasaporte de su cliente.
¿Sería lógico no?
Claro, abusando de un amigo que le hizo una llamadita telefónica a la señora Ache, para que lo atienda inmediatamente.
¿Eso no se parece en algo al tráfico de influencias?
Sin duda que no a cualquiera atendería la subsecretaría, debe haber sido muy bien recomendado Balbi para ser inmediatamente recibido.
¿Qué habría ocurrido luego?
Al parecer la señora Ache llamó al Director de Identificación Civil, lugar donde se expiden los pasaportes, para que reciba a Balbi.
Y así habría ocurrido raudamente, el Dr. Balbi estaba en la oficina del funcionario de jerarquía del ministerio del interior.
Entra en escena el Subsecretario del Ministerio del Interior Guillermo Maciel.
¿Quién es Guillermo Maciel?
Un hombre vinculado al Partido Colorado, que a último momento cambió de bando y se fue con Lacalle Pou, porque no se había podido acomodar con los colorados.
Fue jerarca de Guillermo Stirling en el propio Ministerio del Interior, y sabe muy bien lo que es sacar beneficios del Estado, que hemos publicado en este semanario en esos tiempos, cuando en Coraceros había caballitos de salto de Maciel (su esposa), que gozaban allí de todo tipo de beneficios alimenticios y veterinarios. Creo que había un tal Mendoza como jefe de coraceros en esos momentos.
Maciel llamó a Ache y la alertó de quién era Sebastián Marset.
Ache fue al parlamento y mintió, haciendo la que no sabía nada.
Los colorados la corrieron y debió dejar su cargo por ese motivo.
También debió renunciar Alberto Lacoste por recibir en privado en su oficina a Alejandro Balbi.
Lacoste recibía órdenes de los políticos y le mandaban a sus amigotes a lograr beneficios, pero igualmente se cortó el hilo por la parte más fina.
¿En que está toda esta investigación que fuera denunciado por el Frente Amplio en fiscalía?
Y tenemos la última novedad.
En Paraguay fue electo senador el hasta entonces diputado, Erico Galeano, acusado de “recolectar” 500.000 dólares para lograr la libertad de Marset.
Si es cierto… ¿A dónde fueron a parar los 500.000 dólares?
¿Quién o quiénes se beneficiaron con tanto dinero?
Sin embargo, ni Ache, ni Balbi, ni Maciel, ni Bustillo, ni Heber han pasado un solo segundo por la fiscalía a declarar.
Todo huele muy a podrido, y parece que a veces, la justicia anda volando y otras veces, a pedal.
Un buen amigo me dijo ayer:
“Cuando yo estaba en Inteligencia me quisieron pasar a Narcóticos, y yo me negué porque dije que no quería ser el Sérpico uruguayo.
Balbi y Della Valle defendían a esa mafia.
Un consejo de amigo: tenés muchos temas para divertirte contra los hdp, no uses este porque te dejan solo y la mafia está muy bien armada, y por un porro te mandan hacer daño”