Hemos pasado más de un año con miedo, entramos en pánico, tenemos fobias, y la depresión sicológica nos tiene acorralados.

Miles y miles de compatriotas han pasado encerrados, sin vivir dignamente, impedidos de abrazar y ver a sus propios hijos y nietos.

El gobierno criteriosamente decretó la emergencia sanitaria.

Nos metieron dentro de las casas.

Miles de compatriotas perdieron sus trabajos.

Miles de comerciantes y pequeños y medianos empresarios cerraron sus negocios y no pudieron abrir más.

Miles de compatriotas no pudieron atender sus enfermedades porque sencillamente no había posibilidad de ver a un especialista y todo se hizo por teléfono, que es algo lastimoso para la ciencia.

No se sabe cuántos uruguayos fallecieron por no tener una atención personalizada como la que estábamos acostumbrados.

El gobierno trajo vacunas, que por suerte la ciencia pudo hacerlas, aunque no sean las más preparadas, igualmente de cualquier manera, son una esperanza para no morir de este virus.

No son obligatorias, pero indirectamente lo serán, ya que por la ley de admisión, serán muchos los rubros que no dejarán ingresar sin ese pasaporte sanitario que imponen. Para viajar sin duda las compañías aéreas, navieras, trenes y ómnibus internacionales, no te venderán el pasaje si no estás vacunado en un futuro.

Lo mismo puede ocurrir para shopping, restaurantes, cines o teatros, etc.

Personalmente daré por finalizado el pánico, el miedo y la locura que nos trasladan los medios informativos en cuanto se esté vacunado en sus dos dosis, y pasan esos 14 días que piden para lograr inmunidad.

A partir de ese momento, ya basta de miedo, a vivir con normalidad, como antes, con los cuidados que cada una de las personas quieran tener.

El uso del tapaboca cuando el sentido común nos diga que hay que usarlo.

Pero ya basta, estoy podrido, me hartó toda esta locura de miedo y pánico a la enfermedad y a la muerte.

Psicológicamente, es imposible seguir viviendo con el pensamiento negativo, mirando que nos podemos contagiar, enfermar, internar, pasar al CTI y morir solo. Ya basta, ahora el covid será una gripe más, con más precauciones sin duda, pero no soporto más el miedo que nos meten.

Después de todo, la mortalidad es mínima en porcentajes, más bajo que muchas otras enfermedades que ya conocemos.

No hay vacuna para el cáncer, para los problemas de corazón o de cerebro.

No soporto más la tristeza, el no saber si hoy será nuestro último día de vida, es peor vivir con esa agonía, que el propio Covid.

No deberían los informativos, seguir bombardeandonos día a día y minuto a minuto con la cantidad de muertos, contagiados, en curso, la cepa P1, la de Manaos, la de Brasil.

Por consiguiente, por lo menos yo, a partir de mayo, ya no hablo más de esto, como medio de comunicación, lo voy a ignorar, me voy a cuidar cuando yo crea es conveniente cuidarse, no voy a hacer locuras, pero yo le digo adiós a la pandemia.

Me di las dos dosis, y en 14 días, ya no se puede hacer más nada que aplicar el sentido común.

Es lo que voy a hacer, manejaré la técnica del control mental, me voy a bloquear y disfrutaré de la vida minuto a minuto.

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