Torque fue mucho más que Nacional, le dio un baile de novela, demostrando como se juega el fútbol moderno.

Por sus dos laterales Torque muestra un circuito magnífico, de toques y paredes que muestra lo que es jugar con dinámica y ensayo.

No importa los jugadores que entren a la cancha, Torque tiene una lección muy bien aprendida, que repite constantemente, desde el primer al último minuto del partido.

Vida

Y va ganando y no se detiene, deja de lado la uruguayés de siempre, de meterse atrás, a la inversa, sigue atacando con la misma fuerza.

Nacional no se vio sorprendido, se vio superado, no pudo ensayar un cambio en su sistema de juego, se veía claramente que estaba totalmente superado en todas sus líneas.

Cappuccio fue el responsable directo, ya que en su cabecita estaba el clásico por la sudamericana del jueves frente a Peñarol.

Cuando estaba perdiendo dos a cero y faltaban aún media hora por jugar, se entregó, sacó a Bergessio y entregó el partido.

Mentalidad de cuadro chico, cambios intrascendentes, un equipo que al igual que su entrenador, sin carácter para reaccionar.

Del otro lado, el entrenador de Torque, sabiendo lo que es ganarle a Nacional dirigiendo tres equipos diferentes, hacía gala de su superioridad con simpleza.

Facundo Píriz quedó en el banco de suplentes por resolución táctica.

¿No se dio cuenta Cappuccio que Píriz es el eje del mediocampo?

¿Que marca el equilibrio necesario y que además es quién fortalece a sus zagueros al recostarse en ellos cuando no se tiene la pelota?

No fue partido, diríamos en la jerga popular de barrio, que a Nacional, el Torque le dio un pesto que difícilmente se pueda olvidar.

Incluso dejó claro, que Rochet no es Súperman y que comete errores que le cuestan goles también.

Que a Bergessio se le marcó como corresponde, encerrándose entre los dos zagueros y el cinco tapón, para que no le llegue la pelota con claridad.

Tres a cero y pudieron ser más sin duda.