La elección que terminó con tres períodos consecutivos de gobierno de la peor izquierda –la izquierda castro-chavista- en Uruguay tuvo una particularidad única: por primera vez en décadas se produjo una participación militante y comprometida de muchísimos uruguayos que hartos ya de estar hartos de tanto robo, tanta mentira, tanta soberbia, tanta hipocresía a caballo de la ignorancia, tanta mano saqueando los bolsillos de los contribuyentes a través de la lata del estado, tanto narco-estado a la vista, tanto funcionario público tan inútil como caro y prepotente, tanta dirección y gerencia sin personal a cargo pero con sueldos millonarios, tanto enriquecimiento ilícito impune, tanta “obra” con el único propósito de generar cometas, tanta ONG “social” con directores millonarios, tanto patoterismo político-sindical, tanto hacer negocio de asuntos sensibles y dolorosos como los desaparecidos de la subversión y la dictadura y la explosión e incendio del Cilindro Municipal porque ahí estuvieron presos, tanto empresario compañero forrándose angurrientamente con concesiones y contratos indefendibles, sobreprecios obscenos y préstamos jamás devueltos del FONDES, del BROU o de negociados con dictadores amigos entre tantas y tantas otras cosas contribuyeron a que el “nos vemos en las urnas” de Tabaré Vázquez se convirtiera en epitafio. Quienes empeñamos tiempo y esfuerzo para ello, arriesgamos tranquilidad y trabajos, expusimos pellejo y reputación y nos jugamos la ropa en tiempos en que la hipocresía de lo “políticamente correcto” aconsejaba quedarse al cobijo del silencio y el disimulo lo hicimos porque estábamos –y seguimos estando- absolutamente convencidos de la necesidad de un cambio que nos aparte para siempre del rumbo del socialismo del siglo XXI al que nefastos personajes criminales nos quieren conducir siguiendo el ejemplo de Maduro, Evo, Kristina y Fernández entre tantos otros fallados clones de Castro y de Chávez. Cuando advertimos que hemos entronizado una vicepresidente que juega más para la tribuna feminista que para la sociedad ordenada que buscamos, cuando escuchamos que un nefasto RRFF -Relaciones Faloperas- amenaza extorsionarla, cuando nos percatamos que en vez de achicar el Estado y el peso insoportable que ejerce sobre los contribuyentes se crean nuevos ministerios, cuando sentimos que en vez de limpiar la casa del Estado incorporamos cada vez más gente capaz de ensuciarla, cuando vemos que en lugar de prescindir de los setenta mil funcionarios metidos a dedo y prepo por el gobierno de Vázquez se los contempla como si fuera “pobre gente” cuando en realidad se trata de parásitos, cuando se descubre que el MIDES era efectivamente una cueva de ladrones pero infinitamente más grande, más corrupta, mal intencionada y vergonzosa que lo que podíamos imaginar y las auditorías vienen más lento que la tortuga Manuelita; cuando cada día un nuevo ministro se suma a decir que no va a realizar auditorías en su feudo y lo primero que el ciudadano sospecha es que no quiere que le saquen sus propios muertos del placard; cuando en la enseñanza secundaria –incluso en la privada- se les enseña a los muchachos que el trabajo aliena y que por eso el trabajador debe odiarlo tanto como al patrón -programa de sociología del Colegio Alemán, tengo pruebas- sin que las autoridades, que tanto sabían de educación y laicidad, intervengan; cuando se permite que se siga lucrando con los desaparecidos pero de un solo lado, mientras las víctimas de una guerrilla asesina que nadie pidió ni quería siguen yaciendo en el campo del olvido pero los guerrilleros que mataron y “expropiaron” dejan sus pensiones vitalicias a sus deudos; cuando una entidad privada que factura millones de dólares cada mes –el PIT-CNT- metiéndole la mano en el bolsillo a sus cientos de miles de clientes obligados –los trabajadores forzados a afiliarse- se niega a regularizar su forma obteniendo la personería jurídica que sí se le exige a cualquier club de bochas y nadie mueve un dedo ni se le mueve un pelo; cuando los focariodistas asustados pueblan sus programas de corruptos mentirosos tratando desde ya de volver al “poder robar” dentro de cuatro años y el único que les contesta con cordura es Connie Hughes; cuando se les regala dinero a “artistas” de discutible calidad cuyas “obras” nos obliga a escuchar una ley de medios fascista impuesta contra toda opinión y gusto o se reclama subsidiar la cueva zurdópata de la incultura que opera bajo el nombre de “El Galpón” y nadie parece darse cuenta; cuando los caprichos de un decepcionante Talvi generan consecuencias tan nefastas como previsibles como es, aparte del papelón de la cancillería, tener que ir a la elección municipal con un solo candidato en vez de tres, lo que hubiera cambiado por completo el panorama; cuando un dueño de ONG se afana cuatro millones de dólares y sólo va preso un año; cuando le roban un millón y medio de dólares en comida a las escuelas y nadie parece ser responsable; cuando se le sigue hocicando a UPM y no se desmonopoliza ANCAP –lo que quiere decir que seguiremos pagando el combustible y el gas más caro de la región- y nadie protesta; cuando el nuevo canciller dice que la austeridad no alcanzará a la noble corte diplomática y que “Mujica es una voz amiga” luego de ir a pedir permiso a Vázquez, (la lista sigue y es interminable), los uruguayos que nos jugamos nuestro propio tiempo, reputación y pellejo decimos, con razón, “no los voté para esto”. Y nos indignamos con el gobierno. Pero no tenemos razón. A diferencia de los tres anteriores, el actual es un gobierno para todos y un presidente de todos. Nos guste o no, estemos de acuerdo con sus decisiones o no. Y se supone que un “presidente de todos” debe gobernar para todos y tratar de conformar a todos. Se supone que tiene mejor información que nosotros de lo que espera la gente y que debe ponderar infinidad de demandas tratando de satisfacer a todos en la medida de lo posible. Por eso la culpa es nuestra. Porque debimos haber despertado a más gente y haberla ayudado a informarse mejor y más para no votar ineptos. No votamos un nuevo parlamento para que invente “canastas para personas menstruantes” ni para que renuncien con seis meses de anticipación. No votamos a Lacalle por las ideas de Argimón ni a Manini por las de Methol Sastre, no votamos a Talvi por sus ideas manifiestas sino por su desperdiciado potencial. No votamos a Mieres porque no existe ninguna razón para ello. Los que hemos demostrado pensar acertadamente y adelantarnos a lo que se venía no queremos que nuestro actual presidente repita “La Gran Macri” sabemos que con medidas tibias no basta. Que mientras los zurdópatas manejen los medios, la cultura y el arte desvirtuándolo, mientras que sigan obteniendo rentas del estado para mantener sus huestes fogoneadas, mientras se les siga permitiendo envenenar las mentes de alumnos y estudiantes, mientras no se desmientan sus falacias cotidianas, mientras se siga tomando en serio a los Javier Miranda o a los Pereyra y Abdala millonarios, mientras no se barra la basura de la casa, “La Gran Macri” acontecerá. Y alentar la hegemonía cultural zurdópata es la firme garantía de que así será: los periodistas de izquierda que copan los medios trabajan día tras día para eso, los dueños de los medios son cómplices o rehenes; la educación y la laicidad están en jaque salvo para criticar la LUC con tapabocas y pantallas y micrófonos se abren más a la oposición y al PIT que a los voceros del oficialismo. Para evitar “La Gran Macri” debimos y debemos despertar más gente a nuestro alrededor, debemos dejar de sintonizar a los agentes de comunicación de la izquierda que fungen de periodistas, debemos desmentir todas y cada una de las mentiras y burradas que repiten, y debemos re enderezar la opinión pública uno a uno y puerta por puerta. Que cada vez más gente lo entienda y manifieste a viva voz es la única manera de que el gobierno sienta que lo votamos para eso: para hacer lo que hay que hacer y no para mantener menos agresiva a una minoría. Porque tarde o temprano esa minoría volverá a ser violenta. Y yo no los voté para permitirlo sino para que nunca más vuelvan.